Atte., nos... [📻🍎]

Capítulo único

Tras la inesperada noticia, ambos, Lucifer y Alastor, se vieron obligados a posponer las preparaciones para la boda por temas de precaución. Notificaron a todos aquellos que ya sabían de dicha celebración la decisión que tomaron más nunca revelaron la razón. Por suerte para ellos, ella no iba a aparecer por el momento, estaban seguros de que su contacto le habrá notificado por su cuenta.

Ya en la actualidad, Lucifer no dejaba de dar vueltas en su oficina mientras que Alastor, cabizbajo se mantenía en silencio sentado detrás del escritorio, se podría decir que el ambiente no era el que comúnmente se vivía en ese palacio tras la confirmación de la pareja.

– ¿Me estás diciendo que le mandaste una carta a Lilith? ¿Enserio Alastor? ¡¿ENSERIO?!– cuestionó enfadadamente lucifer recibiendo un inquietante silencio de su prometido... ¿O ex-prometido? Mejor, de su actual pareja.

– ¿No vas a decir nada?– interrogó recibiendo nuevamente silencio. Al dirigir su vista hacia su pareja, vio cómo sus orejas estaban caídas y su cabeza baja, a sus ojos, era como ver a un cachorro siendo castigado por su madre. Tan adorable, la diferencia es que los cachorros no escriben cartas.

–Alastor– suspiro para poder tranquilizarse y tratar el tema como las personas adultas que son. Se acercó al escritorio para darle la vuelta y poder estar al lado de su amado.

–Alastor...– lo llamo para que lo mirara, pero no recibió respuesta –Alastor, mírame– inclinó su cuerpo para poder estar en la mira del pelirrojo, pero nada. Sin opciones, decidió colocar su mano suavemente en el mentón del contrario para, lentamente, guiar la dirección de su rostro a la suya.

–Alastor, por favor, hay que hablar– aún ambas caras estén enfrentadas, sus ojos no lo miraban, no querían mirarlo –Por favor– suplicó en un susurro. Ya habían tenido sus desacuerdos en ciertos temas y en un tiempo pasado, pero fueron nimiedades, según ellos. Ahora, éste tema no podría ser considerado como una "nimiedad".

–Luci...– habló en un lastimero susurro. No tenía el valor de mirarlo a la cara, no podía. Se sentía avergonzado y más. Pocas veces experimentó la culpa o el arrepentimiento, y al tener que vivirlas en éste momento, no sabía cómo tratar con ellas.

–Alastor, solo dime porqué– aún no lo miraba. Se sentía ignorado por su pareja –Alastor, estoy perdiendo la paciencia– declaró aun intentando descifrar la inhóspita mente de su amado mientras sus ojos se fijaban en los gestos faciales del contrario, buscando una pista. Silencio, puro silencio. Se suponía que esa etapa ya la habían pasado, que la comunicación estaba presente con ellos, pero se ve que aunque esté soleado, nubes siempre va a haber.

Sin señal de nada, soltó el agarre que su mano mantenía en el mentón del contrario –No puede ser que ni una palabra me puedas decir– escupió con fastidio. Se alejó para colocarse frente a él, siendo ambos separados por una tabla de ébano.

Llevó su mano a su sien para que con sus dedos poder masajearse esa zona, buscando calmarse. Volvió a dirigir su vista al ciervo que tenía enfrente, desconcertado por su absurdo silencio.