Una voz chillona llamó la atención de ambos azabaches, quienes llevaron su mirada curiosa a la pelirrosa que se acercaba rápidamente, mientras alzaba sus brazos en forma de saludo y ensanchaba una radiante sonrisa como era costumbre en ella.
Al llegar frente a ellos, se detuvo para tranquilizar su agitada respiración, sin borrar su aliviada sonrisa.
—¡Q-QUÉ B-BUENO, LLEGASTE! —expresó entrecortadamente, mientras rascaba su nuca algo nerviosa.
Giyuu observaba la escena de brazos cruzados con una expresión estoica que demostraba su molestia, lo que hizo avergonzar a la chica, pero luego suspiró y suavizó su expresión para alivio de la pelirrosa—Para la próxima.. ¿Podrías tener la bondad de avisarme con anticipación?
—¡Por favor perdóname, Giyuu-san! —lloriqueó la pelirrosa —¡Y-yo sabía que tú eras la persona indicada para esto! —se excusó —¡Después de todo tienes un don natural con los pequeños!
El pequeño Genya observaba a ambos mayores teniendo su pequeña conversación con atención, su mirada especialmente puesta en el azabache de nombre "Giyuu", quien parecía ser alguien de buen corazón.
Luego de unos minutos Mitsuri soltó grito de alegría y abrazó al más alto con emoción destilando de su aura.
—¡KYAA! —chilló —¡Muchas gracias!
Mitsuri sorbió su nariz, Giyuu se separó del abrazo a duras penas y devolvió su atención al pequeño de cabellera negruzca para sonreírle e inclinarse levemente hacia él —Disculpa por hacerte esperar, pequeño Genya. —se acercó al oído del menor —Pero creo que ya habrás notado lo extraña que es Kanroji ¿Verdad? —dijo con diversión. El Shinazugawa menor rió ante el divertido comentario del pelinegro.
—¡Oye, Giyuu-san! —protestó, inflando sus mejillas —¿Qué le has dicho a Genya-kun? —lloriqueó —¡No me hagas quedar mal con él!
Giyuu recuperó su postura —No te preocupes, Kanroji, no ha sido nada que nadie no sepa.
Mitsuri iba a quejarse, pero una vocecita acabo por interrumpirla —¡¡Giyuu-san!! —se trataba del pequeño Muichiro, quien corrió a abrazarlo con una gran sonrisa. El azabache más alto recibió gustoso al pequeño entre sus brazos.
—Mui, cuanto has crecido —sonrió. —No sabía que habías ingresado al preescolar.
Mitsuri debía admitir que sentía algo de envidia, pues ella aún no consigue que el pequeño Muichiro le de siquiera un abrazo o le traiga una manzana como lo hace su gemelo todos los días. Pero, tenía sus razones, ya que Giyuu ha cuidado a ambos Tokito desde que eran unos tiernos y pequeños bebes, así que obviamente le tenían más confianza a el azabache que a ella.
—Qué tristeza.. —resopló.
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