Capítulo N° 19

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Las fiestas de Navidad y año nuevo fueron tan tristes y solitarias que no tuve deseos de ver a nadie. Mamá, recientemente separada de Bob, decidió hacer guardia esos días para no pensar en él, así que tampoco estuve con ella.

Había sido invitado por Eric e Ivana, como cada año, pero rechacé la invitación. Quería estar solo. Necesitaba estar solo. No podía empezar un nuevo año viendo a Christine ser la novia de Eric, eso me destrozaría por siempre. Lo que sí hice fue acudir a la hoguera barrial para quemar mis malos recuerdos del año, y así pedir un deseo para el próximo.

Quemé una foto con Emily, para desearle a ella suerte, para que todos mis deseos fueran dirigidos a que tenga una buena vida, un mejor año y experiencias maravillosas. No pedí nada para mí, ni suerte, ni un mejor año, absolutamente nada. Cerré los ojos y concentré todos mis pensamientos en desearle a ella la vida que siempre soñó. Su casa con una chimenea grande, con el jardín de flores al frente, y también que no vuelva a cruzarse nunca más con hombres violentos ni patanes. Le deseé encontrar al hombre distinto que tanto esperaba, el que yo no pude ser.

El año anterior estuve junto a Alex y Chrissy en la hoguera, esta vez ni siquiera quería estar con ellos. Alex acababa de ser padre de una niña a quien llamaron Molly. La pequeña y hermosa Molly Lefebvre. Con el cabello tan pelirrojo como él y los bellos ojos azules de su madre, Lilah. Por lo tanto Alex no tenía tiempo para mí y no tenía pensado molestarlo, no mientras disfrutaba de su nueva paternidad. Hablábamos por mensaje cuando él tenía tiempo, porque acompañar a Lilah en el puerperio era algo agotador para ambos. Y aunque quería ir a conocer a la pequeña, sabía que no era el momento adecuado. Era muy pronto para visitas que solo terminarían por estorbar.

En enero, unos días después del año nuevo, Jean debía irse a otro estado tal y como me había dicho que haría. Con Eric organizamos una despedida para ella, porque a pesar de haber estado alejados por tantos años le habíamos tomado el mismo cariño nuevamente. Utilizamos mi casa para hacer la despedida, debido a que mamá estaba trabajando por las noches y afuera estaba nevando. Demasiado frío para salir.

Tuve que guardar todos mis sentimientos y todo mi dolor en una pequeña cajita, escondida al fondo de mi corazón, en lo más profundo de mi alma. Pues allí, con nosotros, estuvo Chrissy acompañando a su novio en esa despedida.

—Aw, no es justo —dijo Jean y bebió un trago de cerveza—. No pude probar a ninguno de los dos y ahora son novios, qué tristeza.

—Te la gané —se burló Eric al abrazar a Chrissy de la cintura.

—¿Y si hacemos un trío? —propuso Jean.

Yo me concentré en observar mi cerveza en la mano, porque no soportaba esas conversaciones sexuales entre ellos. Era muy doloroso de oír.

—Uf, antes lo hubiera aceptado, ahora me veo en la obligación de cortarle la mano al que toque a Eric —dijo Chrissy con una risita.

—¿Y tú, me cortarás la mano si toco a tu novia o te pondrá durísimo? —Jean sonrió de costado al ver a Eric, quien bebió el contenido de su vaso con vergüenza—. Puedes ver mientras la hago gozar…

—Jean, respeta un poco su relación, no seas puerca —me quejé.

—Aw, siempre tan aburrido.

Los tres se rieron pero yo apreté los labios con molestia. Tenía que superarlo, tenía que superar toda esta mierda y seguir adelante. Tomé coraje para ver a Chrissy con su cabeza reposando en el hombro de Eric, quien le hacía caricias. Ambos se veían tan contentos, tan unidos. Tan enamorados.

Me hacía feliz verlos así, verlos bien. Sin embargo no podía evitar sentirme un pésimo amigo, porque aunque intentaba esconderlo, ocultarlo en lo profundo de mi mente, la realidad es que deseaba ser yo.

Pequeños sorbos de téDonde viven las historias. Descúbrelo ahora