Este libro está dedicado a los secretos venenosos.
🏎️
VIOLETA.
Nada envenena más a una persona que sus propios arrepentimientos.
Reacomodo mi falda lila, el espejo del baño de la fiesta está tan sucio que apenas me puedo ver el rostro. Para ser el edificio más costoso y renombrado de la ciudad, no he podido ingresar a un cubículo hasta hace tres minutos pues todos estaban ocupados, no específicamente en solitario.
—¿No te preocupa ensuciar a alguien? —pregunta una de las chicas del baño cuando me coloco el labial rojo.
—No es mi prioridad pensar en alguien más cuando me arreglo —sonrío al guardar la barra en mi bolso—. O nunca, realmente.
Esta noche rodeada de personas que no conozco muy borrachas o drogadas para entablar una conversación es aburrida, el humo de la pista de baile hace que no pueda oler mi propio perfume. Mis amigos están todos repartidos en diferentes cuartos del edificio, excepto el que me ayuda en esta misión secreta.
En una esquina de la habitación, un hombre que en cualquier otro sitio sería el centro de atención, pasa desapercibido.
Chandler tiene una botella en la mano, pretendiendo alcoholizarse mientras patrulla el grupo "elite" de la noche, trae gafas oscuras en una pista con las luces apagadas.
Él sabe que lo estoy escudriñando, esperando su señal de que "es seguro" avanzar. Baja su gorra como cuando alguien hace una señal de respeto en los funerales. Es ahora o nunca.
Camino a la barra de bebidas donde West, el controversial corredor automovilismo, le está pasando la bebida en la boca a un montón de modelos. Está rodeado de sus compañeros, admiradores y unas cuantas mujeres que no podrían estar menos interesadas en la anécdota que está contando sobre como ganó el Gran Premio de China.
Espero paciente a que eleve la mirada y cuando lo hace me repasa con los ojos, soy exactamente como quiere retratarme en su cabeza. Cabello corto, lengua larga, falda corta, collares estirados, poco maquillaje, mucho esfuerzo camuflado detrás de mis uñas afiladas. Sabemos qué es lo que le llama la atención, pero nada tan importante como la gran sonrisa y la mirada inocente.
—Hey —West eleva la mano—. ¿Te he visto antes? —frunce las cejas, centra sus ojos en mí—. No, no —se interrumpe a sí mismo—, te recordaría.
—Viniendo de alguien con buena memoria y excelentes reflejos, no sé si es un cumplido o un insulto.
—Es un cumplido —aclara, su mano izquierda suelta la cintura de la chica que tenía al lado y aparta a sus amigos—. ¿Quieres un trago, linda?
—No tomo.
—Oh —por un segundo, se le va el color del rostro—. No deberías estar aquí siendo menor de edad.
Estallo en una carcajada. Había olvidado lo crédulo que es.
Que me ría ante su "chiste" le sube el ego, se ve en su mirada.
—Eso sí fue un buen cumplido. —lo felicito.
Se aparta por completo de su grupo, da un par de pasos hacia la terraza y lo sigo fingiendo que no me doy cuenta de que me está arrastrando. Deja su botella de champaña a un lado, la música se oye menos aturdidora aquí, ya puedo escuchar a la perfección su voz e intento lo posible para que la mía tenga un acento extranjero.
—¿Has venido sola?
—Sí, ¿por qué?
—A tu esposo no debe gustarle que te rías de los malos chistes de otros. —finge regañarme.
ESTÁS LEYENDO
No apto para cobardes
Teen FictionVioleta solo tiene un objetivo, arruinarle la vida a West White. Los libros que Violeta lee promueven el perdón, la compasión y el olvido. Tres palabras que no están en su vocabulario. El infierno está vacío y todos los pecados se pagan en la tier...