Herencia Roja | Libro 13

Capítulo 64

Damara Zrasny León

Los preparativos comienzan de inmediato. Para antes de la media noche se cumple un protocolo perfecto que parece orquestado con suma anticipación.

Las paredes del gran salón del trono, imponentes bloques de piedra, han sido revestidos con enredaderas secas obtenidas de una sección muy especial del panteón zansvriko. Sus pilares, negros y brillantes como plumas de cuervos quedan recubiertos de rosas blancas. En lo alto todos los candelabros están encendidos.

El Zethee viste una túnica larga y negra sobre su uniforme que tanto me gusta. Lleva su corona hecha de robusto oro blanco con puntas afiladas, cubierta con diamantes negros y rojos. Yo uso una capa de terciopelo negro, bordado con pedrería igualmente oscura. También me viste un manto de perlas negras sobre un corsé de oro blanco adherido a una falda de flecos hechos del mismo elemento. Exhibo mi anillo de zrasny, y mi corona, semicircular, hecha de cuarzo negro sólido, con rubíes en su banda, y de cuyos bordes emerge una enredadera de plata que cubre el largo de mi cabello como una red, que se entrelaza hasta terminar en ónix negros tallados en forma de gotas.

Aunque nos falte público mi familia merece toda la opulencia y solemnidad. Además, tenemos un testigo valioso. Los presentes en la ceremonia que se celebra se componen de los nuevos miembros de la cúpula administrativa zansvrika, en su mayoría ocupando cargos creados recientemente, más un invitado especial: el mensajero que los descendientes de la corte enviaron para entregarnos su carta. Le hemos retenido, y lo liberaremos vivo para que pueda correr la voz de lo que habrá visto aquí.

Vampiros comienzan a cantar a coro y capela desde los palcos laterales. Al cabo de algunas oraciones se une la melodía de un único instrumento conocido como Anedid, es pequeño, formado por cuerdas, de sonido delicado. El himno zansvriko que interpretan suena nada más que cuando se inviste a un Zethee, pero ahora es usado para darle poder a todos los que se cobijan bajo la sombra del león.

El sacerdote que ofició el bautizo de Dakota es el encargado de apoyo para ungir el rito recién nacido. Mi hija se ofreció a rendir homenaje espiritual y buen augurio. El ungimiento y nombramiento combinan protocolos propios de la investidura tradicional con una secuencia de actividades planeadas por nuestro nuevo oficial de protocolo zansvriko, y procesos diseñados por mi krasny.

Un tambor suena con un ritmo lento y suave pero constante que pronto se coordina con los pasos de quiénes ingresan al salón: primero Kham Lezanger, seguido de Leohark Anleid, y Dazha Zarém, los tres vestidos con mantos rojos y sus rostros cubiertos con velos del mismo tono escarlata. Tras ellos mi hermano y sus hijos, quiénes llevan túnicas negras. Involuntariamente mis manos se aferran al mármol al pensar en mi krysna, en cuánto me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes y que ella pudiera estar aquí. Daniel se pone de pie, devolviendo mi entera atención a lo que ocurre. Yo permanezco en mi trono, eso sí, erguida y orgullosa.

—Este es el nuevo rumbo que llevará Montemagno— dice el Zethee —Renacido Montemagno que marca el comienzo de una nueva era para la auténtica y única majestad: nuestra gloriosa sociedad zansvrika. Siguiendo el ejemplo de los antiguos, en especial el legado de Minervino Montemagno, esta noche proclamo el nombramiento que refleja nuestra fuerza, nuestra visión, y nuestra determinación, rindiendo tributo al gigante cuya historia será contada a través de todos los milenios.

El protocolo de investidura exige recitar de cualquier forma la biografía de Minervino, Daniel lo hace con sus propias palabras.

—Hijo adoptivo de la noche, Minervino Montemagno, en su humanidad fue educado en las artes militares, políticas, y filosóficas. Mientras sus contemporáneos se preparaban para dar caza a los vampiros, considerados demoniacos por las tribus humanas, Minervino se entregó a un propósito diferente, cuando durante una expedición encontró a un grupo de los nuestros habitando en una cueva. Curioso y abierto a lo desconocido, él escuchó los testimonios de siglos y siglos de historia, cultura, y persecución. Se maravilló de descubrir la existencia de manjares que la vida humana era incapaz de disfrutar, y se dejó llevar por su fascinación hacia la naturaleza zansvrika, por el desarrollo del lenguaje de los antiguos, por el cómo, sin que ellos mismos lo comprendieran, tenían sus propias costumbres, religión, y arte. El ingenio y la perspectiva de Minervino pronto le hicieron ver que la comunidad zansvrika tenía un defecto: la desorganización. Los vampiros formaban muchos pequeños clanes, independientes uno del otro en todo el mundo. Que respondían a los ataques solo siguiendo su instinto. Que, a pesar de sus habilidades extraordinarias, carecían de dirección y orden. De esta manera, rindiéndose al potencial que descubría en la naturaleza zansvrika y honrándola sobre su propia humanidad, les compartió la importancia de la disciplina y la coordinación unificada, sobre todo en el combate. Les dejó estudiar las campañas de los ejércitos en los que él mismo había servido. Les ofreció la enseñanza de ejercicios militares adaptados a los talentos sobrenaturales. Así, bajo su dirección, los vampiros consiguieron ataques eficaces en los que aniquilaron a los cazadores y dándole a Minervino la figura de protector, lo que reforzaría al establecer el santuario donde los vampiros de todas las generaciones podrían refugiarse. Bajo su liderazgo, los vampiros desarrollaron una cultura más estructurada, adoptaron nuevos conocimientos. Los rituales primitivos evolucionaron en ceremonias que todavía celebramos hoy. Su visión determinó sus acciones. Nos ha dejado por herencia la capacidad para glorificar lo que somos. En esta noche sagrada dejamos que su espíritu nos guíe al perseguir la grandeza para alcanzarla audazmente. Hoy nace la dinastía Leónica como mi compromiso eterno con nuestra amada majestad, porque esta merece una continuidad de liderazgo que asegure su prosperidad en todos los niveles. A partir de ahora, mi familia entera queda al servicio de Montemagno. Llevaremos la guerra hacia quienes atenten contra la estabilidad de la sociedad zansvrika, y solo aquellos que consagren su fuerza a este propósito son los que tienen y tendrán un lugar en la Dinastía Leónica. Cualquier miembro, sin importar su parentesco, que se desvíe de este sagrado deber será considerado traidor, porque mi compromiso y el de mis descendientes es superior a la sangre. Es mi honor investir a aquellos miembros de mi familia que juran lealtad absoluta al Montemagno que construimos. Quienes están aquí, frente a ustedes y frente a mí, ofrecen su voluntad de proteger y fortalecer esta visión divina que Minervino bendice.