Capítulo diez.

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—Tommy irá a buscarte con su mamá, ya sabes que la señora Wilson es un pan de azúcar capaz de convencer hasta a la persona más inconvencible —me dice Sarah al teléfono.

—No va a funcionar —le digo, derrotada.

—Claro que sí, ya verás. Besitos.

Me quedo mirando la pantalla de mi celular cuando me ha colgado.

Se ha organizado una última reunión antes de iniciar con los preparativos, esta vez en casa de Thomas. Y obviamente mamá no me dejó ir. Esta vez estuve a punto de lograrlo, pero perdí en el momento en que Camila preguntó si la señora Wilson iba a estar presente en una reunión de jóvenes de 16-18 años para hablar de un baile.

Porque obviamente una señora cabeza de su hogar iba a estar presente en ese tipo de cosas.

Obvio.

Exactamente quince minutos de haber finalizado la llamada, mamá me hace bajar a la planta baja.

Cuando estoy allí, me encuentro con la imagen de la señora Wilson y mamá conversando y a Tommy un poco más al costado observando las fotos colgadas en la pared. Me acerco a este último.

—Antes de que lo preguntes, sí, soy yo.

—No te pareces en nada, para que lo sepas. —voltea a mirarme —¿Dónde está la chiquilla de la foto?

Ambos reímos.

—Nerea —pronuncia mamá y yo la miro —tienes mi permiso para ir. Mónica te llevará y ha prometido traerte cuando todo finalice. Ve por tus cosas.

Aleluya.

Sin querer perder más tiempo, voy por mi celular y mi cartera, que es un poco irrelevante, pero nunca se sabe.

Cuando estamos en casa de mi amigo, al entrar él me dice que los demás están en la terraza, por lo que nos dirigimos allí. Al vernos, la primera y única en acercarse es Sarah. En mi examen visual, me encuentro con la mirada de Ikram y Silas, este último me guiña un ojo antes de desviar su atención.

Bueno, al parecer no está enojado conmigo por rechazar su invitación.

No te entiendo, la verdad.

La reunión transcurre con normalidad, después de todo solo somos estudiantes que están organizando un baile. Lo peor que puede pasar es que se pongan a discutir y se halen de las greñas. Cosa que Stacy casi hace.

—Bien, entonces: —empieza Sarah —Stacy va a presentar un baile, Colin y Jessica cantarán un dueto, habrá karaoke libre también y...Silas cerrará con solo de guitarra eléctrica. ¿Olvidé algo?

—Entonces, ¿solo los hombres con citas usarán camisas con estampado de flores?

—Exacto —confirma la castaña —si no hay más sugerencias o dudas, creo que lo único que falta es montar todo.

Se da por finalizada la reunión y todos empiezan a retirarse y yo no pienso quedarme atrás. Mi tarea se ve interrumpida cuando mi celular suena por tercera vez en menos de una hora. Me alejo para contestar.

—Hola, Camila.

—¿Ya vienes?

—Me hiciste la misma pregunta hace diez minutos, pero para tu buena suerte, la respuesta ha cambiado: si, mamá, ya he terminado. La señora Wilson no tarda en llevarme.

—Está bien.

Procede a colgar. Que linda y comunicativa mi mami.

Cuando doy media vuelta para irme, mi cuerpo choca con un torso masculino, logrando que pierda el equilibrio unos segundos.

—Esa no era mi intención. Lo siento.

—No te preocupes, Ikram —digo sintiendo los nervios apoderarse de mí.

—¿No vas a preguntar cuál era mi intención?

«¿Debería?»

—¿Cuál era tu intención?

Avanza unos pocos pasos y yo trago grueso.

Sostiene mi rostro con sus dos manos y junta sus labios con los míos. Primero es un contacto suave, como si tanteara el terreno. Lo repite unas tres veces más y me encanta, pero más me encanta cuando empieza a besarme realmente.

Dirige el beso como le da la gana y yo, tímida, me concentro en seguirle el ritmo. Su mano derecha abandona mi rostro y va a mi cintura, pegándome a él. Ladea la cabeza para darle más intensidad al beso y siento que voy a desfallecer. ¿Por qué no había hecho esto antes?

En el momento en que nuestros pulmones no dan más y nos separamos, a espaldas de Ikram suena un carraspeo.

—Tu hermano te está buscando —le dice Silas desde el marco de la puerta.

Ikram, como si no acabara de comerme la boca, se despide de ambos de manera cordial. Silas no aparta la vista de él hasta que ya no se le puede ver más, entonces vuelve a mirarme.

—¿Puedo decir algo?

—Adelante.

—No te ve como algo serio. Ni a ti, ni a ninguna de las otras chicas con las que se ha involucrado.

—¿Y por qué crees que yo quiero algo serio?

—¡Ay, por favor! —exclama incrédulo —Te gusta desde primer año. Ahora que te hace caso, no creo que simplemente quieras darte besitos con él. Pero está bien, solo quería advertirte. Nos vemos después.

Lo oculto tras mi sonrisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora