One Shot

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Luis y Bo son amigos desde hace un par de años. Se podría decir que son mejores amigos.

Desde que se conocieron, tuvieron una buena química y eventualmente su relación se volvió muy unida, al grado en que, prácticamente, pasaban todo el tiempo juntos.

Cualquiera que viera a Bo, veía a Luis, y cualquiera que conociera a Luis, sabría que estaría con Bo.

Eran como uña y mugre, siempre pasando buenos ratos y haciendo una que otra travesura por ahí.

Por eso, nadie sospechó jamás que, en realidad, ambos se estaban mintiendo y que incluso llegaban a fingir frente al otro para mantener oculta una verdad.

No es que quisieran esconderse las cosas, pero los dos, habían llegado a la conclusión de que era lo mejor para todos seguir de esa manera.

Bo sólo tenía 13 años cuando salió de China en búsqueda de su padre; pero, aunque lo encontró, fue muy poco el tiempo que pasó junto a él, pues el tipo no dudó en abandonarlo a su suerte en cuanto pudo, así que la niñez y pubertad del pelirosa se trató de encontrar maneras para sobrevivir. Cualquier manera.

Pero Luis, él tuvo una infancia y adolescencia muy distinta; siempre se mantuvo bajo el yugo de su querido abuelo, quién lo protegió (quizá demasiado) y estuvo con él desde que tiene memoria. De ciudad en ciudad, el pelinegro siempre ha vivido sin muchas carencias. Sin muchas necesidades.

Conocerse, fue una de las mejores cosas que le había pasado al de origen chino, porque, en el joven y su abuelo, Bo encontró alguien a quien sentir como una familia.

Sin embargo, lo que otros desconocían era que, cuando Eduardo notó que ambos chicos comenzaban a ser más cercanos, y sabiendo del pasado criminal del menor, le hizo creer a éste que, hablarle a Luis sobre sus delitos, haría que el mencionado se alejara y ya no quisiera ser su amigo.

¡No lo malinterpreten! El más viejo sólo quería tener a su nieto alejado de ese peligroso mundo. Quería evitar ponerlo en riesgo, pues para él, ese muchacho era la razón por la que estaba dispuesto a mancharse las manos y llegar a las últimas consecuencias de ser necesario.

Ese fue el primer secreto que había en medio.

Para continuar al lado de aquellos a quienes sentía como un hogar, Bo se juró no decirle nada de esa parte de su pasado a Luis.

Para el pelinegro, la entrada del chino a su vida fue un cambio de 360°. Antes de él, el chico nunca había tenido un amigo tan duradero que, incluso en la pequeña distancia que tuvieron cuando el pelirosa volvió a su país natal, sentía tan cercano.

Aunque Bo era un par de años más joven, él fue quien le mostró y le enseño muchas cosas que ignoraba, pues a pesar de su edad, el ruso no tenía mucha experiencia en tendencias y actividades que hacían otros muchachos de su entorno.

Es que Luis nunca pudo estar en un lugar estable, pues solían durar poco menos de un año en un sitio antes de tener que mudarse de nuevo; su abuelo solía decirle que era debido al alza en los costos de la zona por lo que, el joven, nunca pudo establecer una amistad o relación tan cercana con nadie.

Así que, inevitablemente, se enamoró por primera vez, de aquel ojiverde.

Pero, cuando se dió cuenta de esos sentimientos, sólo quiso reprimirlos.

¡Entiéndanlo, tenía miedo! Porque su abuelo le había dicho que esas cosas eran raras, y porque temía que el otro chico se asustara y se alejara de él.

¡Maldita suerte la suya! ¿Por qué no pudo gustarle siquiera un poco, alguna de las ciento de chicas con las que el abuelo lo intentó liar? ¡Ojalá hubiera sido como Yados y no alguien tan sensible para que le atrajera el primero que lo trató bien!

El secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora