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La puerta se cerró detrás de Alexander, el eco del pesado metal reverberando en el apartamento. Su mirada se posó en su habitación, la cama sin hacer y sus pertenencias desordenadas.

Suspiró.

Tenía que ordenar un poco, tomar una ducha, comer y descansar, pero debía hacer algo por la persona encadenada en su salón principal. No podía dejarla ahí.

¿Qué tanto podía confiar en las personas que según Raphael, estaban de lado de su hermano?

No conocía a nadie y los más cercanos a Alejandro fácilmente podían sospechar y arruinar sus planes.

Necesitaba a su gente.
Necesitaba a sus amigos, quienes fueron su única familia por mucho tiempo.

Antes de que las cosas se volvieran catastróficas, Alexander formó dos grandes amistades con chicos que compartían su gusto por el riesgo y la adrenalina. William, alto y robusto, era conocido por su cabello oscuro y desordenado, que siempre parecía rebelarse contra cualquier intento de orden. Su barba rala y su eterna chaqueta de cuero le daban un aire de peligro. Viene de una familia rota; su padre, un ex-boxeador alcohólico, había dejado un vacío que Will llenaba con peleas clandestinas y manejo de armas. A pesar de su apariencia intimidante, tenía un corazón leal y una risa contagiosa que pocas veces mostraba. Jace, por otro lado, era más delgado y ágil, con una melena rubia que caía sobre sus ojos verdes. Siempre vestía ropa de marca, un contraste con su actitud despreocupada y su inclinación por meterse en líos. Proviene de una familia adinerada, pero sus padres estaban más interesados en sus negocios que en su hijo. Gracias a ésto, toda su atención e intento de amor estuvo en brindarle los estudios suficientes para considerarlo un buen doctor, aunque no práctica, la inteligencia y los privilegios son innegables. Él canaliza su frustración en pequeños delitos y apuestas, encontrando en la adrenalina la atención que no recibía en casa.

El destino los unió una noche en la que Alexander, buscando escapar de la rutina y el desdén de quienes lo veían como el "gemelo problemático", se topó con una pelea clandestina en un almacén abandonado. Will estaba en medio del ring, enfrentándose a un rival casi el doble de su tamaño. Jace tenía todo su dinero apostado en el contrincante y aplaudía con fervor, su única intención: salir de ese lugar con más peculio.

Alexander se abrió paso entre la multitud, intrigado por el espectáculo. La energía en el lugar era palpable, la tensión en el aire con el olor a sudor y sangre. Los gritos de la multitud resonaban en las paredes de metal oxidado mientras Will lanzaba un golpe tras otro, su agilidad y rapidez sorprendiendo a todos. A pesar de su tamaño más pequeño, Will esquivaba con destreza los ataques de su oponente, utilizando su velocidad para contrarrestar la fuerza bruta del otro. Impresionados por la valentía y habilidad de Will, todo mundo ahí dentro comenzaron a animarlo. Los gritos de Alexander se unieron a los de la multitud, creando una ola de apoyo que impulsó a los competidores a seguir luchando con más fuerza. Finalmente, con un golpe final, Will derribó a su oponente, quien cayó pesadamente al suelo, incapaz de levantarse. Las personas estallaron en vítores y aplausos. Jace, con una sonrisa de insatisfacción, entregó su dinero. Lightwood quedó fascinado por la valentía y habilidad de Will que cuando la pelea terminó, se acercó a felicitarlo. La interacción pronto se convirtió en una conversación íntima sobre la vida y los desafíos que enfrentaban, y al final de la noche, sabían que habían encontrado un aliado en el otro.

Jace se unió al dúo poco después, durante otro combate. Alexander había decidido probar suerte con su habilidad muscular y, para su sorpresa, encontró a Jace apostando por él. La pelea fue intensa, con ambos competidores luchando ferozmente hasta el último segundo. Alexander perdió un combate que le dió el premio a su contrincante. Cuando el evento terminó, en lugar de enemistad, surgió una camaradería inmediata con Jace, haciendo bromas sobre siempre apostar por perdedores. Compartieron risas, historias y pronto, los tres se convirtieron en inseparables.

descarado ¡! malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora