Max, el león

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"Max, mírame, mírame." Checo sostuvo el rostro de su novio entre sus manos con respiración un poco agitada solo para encontrar sus hermosos ojos azules vueltos un mar embravecido y su semblante lleno de furia.

Prácticamente había tenido que correr tras de él cuando la reunión con el equipo terminó. Había sido horrible, llena de quejas y gritos de Max, regaños y reprimendas por parte de Christian como respuesta, y por ende tenían a todo el equipo alterado por el caos que se estaba desarrollando. Y Checo no sabía cómo sentirse. Por fin un fin de semana donde su lado del garaje no estaba sufriendo demasiado al final de una carrera, pero por el lado de su novio parecía que realmente tenían a un león descontrolado luego de haberle quitado a su presa.

"Ahora no, Checo. No quiero ver a nadie." Su tono fue cortante y con sus manos alejó las del mayor dándose la vuelta con rumbo al estacionamiento del circuito.

Y aunque Checo entendía mejor que nadie que en momentos así uno necesitaba estar solo no quería que siquiera hubiera la posibilidad de que Max se encontrase con alguien o en una situación que lo hiciera sentir aún más enfadado. Hace demasiado tiempo que no lo veía así, perdiendo los estribos a este nivel y por más que supiera que no era un comportamiento que él apoyara, al mismo tiempo solamente quería abrazar a su novio para calmarlo.

"Regresemos al hotel juntos, Max...Max!" Siguió al menor con paso apresurado. No quería dejarlo a merced de la prensa, fans descontrolados o su padre. Eso sería lo peor.

Lo vio detenerse, pero sin voltear a mirarlo. "Quiero estar solo."

Checo quería dejarlo ir. Él podía irse con Jo, con Alice, con cualquiera del equipo, pero ese Max que tenía delante suyo era una bomba a punto de explotar y él no permitiría que eso causara más daño a los demás y a Max mismo.

Podía ver su postura rígida, sus manos temblando, su cuerpo lleno de esa adrenalina y esa violencia que venía de adentro. Aquella que su padre había vertido poco a poco dentro de él y que un Max contra las cuerdas solo sabía sacar de la misma manera. Y aunque sabía que su novio realmente no le pegaría a nadie, él quería evitar siquiera un empujón.

"Separaré el gimnasio del hotel. Todo el gimnasio."

Sabía que a su novio no le gustaba ir al gimnasio y prefería ejercitarse en casa, pero ahora no había más opción. Si debía descargar su enojo debía hacerlo en privado y en un lugar donde no hubiera consecuencias. Ahí podría golpear un saco de boxeo o correr hasta ya no poder más.

No sabía si su sugerencia había sido aceptada cuando Max siguió caminando como si no lo hubiera escuchado, pero Checo pudo notar que su caminar era más lento, como esperándolo hasta llegar al estacionamiento.

Max le entregó la llave de su auto, en el que había llegado al circuito con su entrenador y Checo comenzó el viaje de retorno al hotel en silencio. Al menos viniendo de él porque podía oír a su novio murmurando enojado, como si no quisiera descargar más en él, pero no pudiendo controlar todo lo que necesitaba expulsar.

Hizo su trayecto más largo del necesario, pero era con un propósito. Llamó a Alice con urgencia y cortando cualquier cosa que ella le quisiera decir, le pidió que hiciera las coordinaciones con el hotel: el gimnasio debía estar libre y limpio.

Y felizmente para cuando llegaron al hotel fueron guiados al lugar de manera cortés y solamente ahí volvió a sostener el rostro de Max en sus manos.

"No te hagas daño, ¿ok? Te espero en la habitación."

Se acercó para darle un beso suave el cual Max no reciprocó, pero lo vio asentir una vez y mirarlo con esa intensidad que Checo amaba incluso cuando sus ojos parecían más un témpano hundido en aguas heladas. Luego lo vio cerrar la puerta y él se quedó afuera soltando un suspiro profundo.

Amando al león que también es un gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora