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2005

—Tú puedes, Korn. Sólo debes saltar. Un saltito y todo terminará. No mires abajo... — Hace exactamente lo que propone no hacer. Sus pequeños zapatos estaban al borde del puente y el océano debajo era interminable. Sus pequeñas manos se aferraron el borde del puente. Dejó la mochila de la escuela al otro lado del borde, así él caería ligero. Mirar abajo no fue una buena opción. Le provocó más ansiedad y el ojo que apenas podía mantener abierto agrandó con creces.

Lo mantuvo oculto bajo una gorra. Siempre debía ocultar las golpizas de su padre, refugiándose en la casa de su abuela y en la escuela. —Lo siento abuelita. Tú no tienes culpa. Culpa de que me sienta tan sólo y odiado en este mundo. Ya no puedo más. No puedo más. — Sollozó y dobló las rodillas. Sus tenis comenzaban a deslizarse fuera del borde... moriría en unos segundos.

—¡Espera! No sé quién eres, pero estoy seguro de que no quieres hacer esto. — Un niño aconsejó desde detrás. Apuntándolo con la mano. Korn, tembloroso y quejoso, miro sobre un hombro. Encontrando a un niño de tez bronceada y chamarra blanca.

—¡Tú mismo lo dijiste! ¡No me conoces! ¿Qué te hace pensar que no quiero dejar esta asquerosa vida atrás?

—Las nubes en el cielo. A veces cubren el sol, ¿verdad? A veces obscurecen nuestros días. Pero, ¿lo cubren para siempre? No. Ellas se disipan para que el sol brille sobre nosotros. Si ellas están hechas de agua y nosotras también entonces somos como las nubes: nos derrumbamos y nos rehacemos para continuar viviendo. Quieres continuar viviendo, sólo debes salir de la oscuridad que te persigue.

Korn comenzó a llorar. Alargando los gritos desde lo más profundo de su corazón.

—Si nadie te ama yo puedo amarte. Si nadie te apoya yo puedo apoyarte. Sólo vive, por favor. ¿Tienes a alguien que te ame?

—Mi abuelita. Ella me cuida, me hace sopa... y me canta antes de dormir. Pero papá siempre viene a molestarnos diciendo que me adueña y la lastima. La lastima mucho, mucho. Nos mudamos y él siempre nos encuentra. Quiero morir para que abuelita no sufra más.

—Digámosle a mis padres. Quizás puedan ayudarte. Son adultos. Los adultos ayudan a los niños y los niños nos ayudamos entre nosotros.

—¿De verdad lo crees?

—¡Sipi! Yo no tengo amigos, pero, ¿quieres ser mi amigo?

Korn volteó lentamente, cruzando una pierna sobre el borde. A punto de cruzar la otra, su pie resbaló e iba a caerse, pero Gulf lo tomó de la mano. Lo condujo a su pecho. Los niños se abrazaron entre lágrimas, Korn desahogando todo su corazón en el pecho ajeno. —Tranquilo, todo estará bien.

Mis padres ayudaron a denunciarlo entonces el juez lo obligó a cambiar de país. Desde ahí, Korn mostró sus verdaderos colores y siempre que me dejaban en la escuela, él me esperaba con una gran sonrisa. Correteaba hacía mí con los brazos abiertos para envolverme como un gran panda a su bambú. Pero los bambúes eran fuertes, entonces yo lo abrazaba con la misma fuerza.

Nadie pensaría que un intento de suicidio sería el comienzo de una gran amistad.

*Pequeña nota de Autorita (y perdonen la interrupción): Yo casi lloro en esta escena 😭💖. Ya, sólo eso quería decir jiji. Continuemos. *

2024

Llegan a la casa y Korn se baja sin esperar el paraguas de Blue. Ignorando los gritos del juez más atrás. —¡Te enfermarás!, Korn, ¡espera!

—¡La puerta está en mi cara! LITERALMENTE. ¿Cómo me puede dar hipotermia esto?

—Por tu insensatez, pandita.

Un Caballero Rudo» MewGulf 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora