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Al otro día. Cuando los chicos se fueron del departamento, Victoria se vistió para ir al hospital donde se encontraría Sebastián y Sarah.

Ryan no le había respondido, otra vez. Y eso era algo que le molestaba de verdad. Sin embargo, ahora tenía en mente otras cosas.
Llegó al hospital y se acercó a la recepcionista, una mujer de veintitantos años, cabellera rojiza y una tez cálida. Vestía un traje de enfermera y una placa con su nombre.

–Hola, buscó a Sarah Rodríguez.

–Está en la habitación seis –. Indicó la recepcionista, muy amable.

Agradeció y fue a buscar la habitación. Se encontró a Sebastián apoyado en el marco de la puerta con sus brazos cruzados.

–Hola Sebastián –. Saludó dandole un corto beso en la mejilla, con su mano en el hombro de él.

–Hola Vick, ¿Qué te trae aquí? –. Devolvió el beso en la mejilla con su mano en la cintura de ella.

–Vine a ver a Sarah.

–¡Vicky! –. Sonrió entusiasmada la niña.

–Sarah, ¿Cómo estás linda? –. Victoria se acercó y se sentó junto a la niña en la camilla.

Sarah era una pequeña de nueve años. Sus ojitos eran de color verdes, su piel era blanquita y su cabello era castaño y rizado. Siempre estaba sonriendo, tan inocente y tan bonita. Era un pena saber que tenía esa horrible enfermedad.

–¿Te sientes bien? –. Preguntó Victoria acomodando uno de los rizos de Sarah detrás de su oreja.

–Sip –. Asintió ella sonriendo–. ¿Matteo vendrá a jugar?

Eso fue un gran golpe en su corazón. Su hermano no estaba y la pequeña niña que tanto quería estaban desapareciendo de su vida.

–Él...no podrá venir hoy –. Contestó sosteniendo la mano de ella–. Pero pronto vendrá.

–Okey –. Sonrió.

–Estás tan hermosa como siempre.

–Gracias.

–Buenos días, el Doctor Hernández quiere hacerle unos estudios a Sarah –. Anunció la enfermera con una libreta en su mano.

–Vamos a estar a fuera si nos necesitan –. Respondió Sebastián apoyando su mano en la espalda de Victoria–. Vamos Vick.

–Adios Sarah, cuídate mucho pequeña –. Se despidió dándole un beso suave en la cabeza a la niña y salió de la habitación junto con Sebastián.

Los dos salieron del hospital y comenzaron a caminar por todo el lugar.
Victoria miró a Sebastián y vio la preocupación y el dolor de que su hermanita estuviera en el hospital.

–Sebastián, lamento mucho lo que está pasando con Sarah...

–Olvídalo, no...no quiero hablar de eso...

Victoria no soportó ver a su mejor amigo así. Los dos dejaron de caminar y se miraron a los ojos.

–Se...se que es difícil superar estás situaciones, sobre todo sabiendo que Sarah es pequeña y no merece esto –. Mencionó ella–. Y aún que realmente no podamos hacer nada, hay que ver el lado positivo. Siempre habrá una parte de esa hermosa pequeña en nosotros que nos recuerde esos bellísimos momentos juntos.

Sebastián sonrió y le agarró la mano a ella.

–Gracias...

–Mira, se que no es un buen momento, pero hay algo que necesito preguntarte –. Dijo Victoria agarrando las dos manos de él–. Pero necesito que seas sincero conmigo.

El Hacker: Código de RescateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora