Capítulo: La Estrategia Fatal
Año 130 d.C.
En la sala del consejo de la Fortaleza Roja, los verdes se encontraban sumidos en un acalorado debate. La desaparición de Alicent Hightower había dejado al consejo en un estado de desesperación y urgencia. Aemond, con su semblante frío y calculador, presidía la reunión, intentando mantener el control.
—Debemos actuar de inmediato —insistía Ser Criston Cole, su voz firme resonando en la sala—. No podemos dejar que los negros mantengan a nuestra reina madre cautiva. Debemos recuperarla y demostrar nuestra fuerza.
Aemond frunció el ceño, sintiendo una profunda inquietud. Sabía que un ataque directo a Rocadragón era arriesgado y podría tener consecuencias desastrosas.
—Es una trampa —dijo Aemond con voz firme—. Si todos nuestros dragones vuelan hacia Rocadragón, dejaremos Desembarco del Rey vulnerable. No podemos permitirnos ese riesgo.
Rhaela, se presentó en la sala del consejo con un vestido verde plateado claro, adornado con delicados abalorios plateados que capturaban la luz a cada movimiento. La tela era de un tono verde pálido con un suave brillo plateado que confería un aire etéreo y sofisticado. Se mantuvo en silencio hasta ese momento. Su mente estaba trabajando en una estrategia más compleja y decisiva. Sabía que este era su momento para cambiar el curso de la guerra a favor de su madre, Rhaenyra.
—Aemond —intervino Rhaela con una voz suave pero firme—, entiendo tus preocupaciones, pero debemos mostrarles a los negros que no tememos actuar. Si logramos recuperar a Alicent, no solo recuperaremos a nuestra reina madre, sino que también daremos un golpe a su moral. Este es el momento para ser audaces.
Aemond miró a Rhaela, buscando en sus ojos alguna señal de duda, pero encontró solo determinación. Después de unos momentos de tenso silencio, asintió lentamente.
—Muy bien —dijo finalmente—. Pero esto debe hacerse con precisión. No podemos permitirnos ningún error.
Preparativos y Partida
La noticia del ataque inminente se difundió rápidamente. Los dragones fueron preparados, sus jinetes armados y listos para la batalla. El cielo de Desembarco del Rey pronto se llenó con el rugido de los dragones alzando el vuelo, una visión imponente y aterradora.
Aemond, montado en Vhagar, lideraba la formación. Rhaela, aunque consciente del peligro, se mantuvo firme a su lado, volando en Ignis. Los verdes sabían que este era un movimiento decisivo, y todos estaban preparados para lo que les esperaba.
Llegada a Rocadragón
Cuando los dragones aterrizaron en Rocadragón, encontraron el castillo extrañamente silencioso. No había guardias para recibirlos, ni sirvientes corriendo por los pasillos. La ausencia de vida llenaba el lugar de una inquietante calma.
Aemond y los demás exploraron el castillo, buscando algún signo de resistencia o trampa. Pero no encontraron nada, excepto a una figura solitaria en el gran salón. Alicent Hightower, vestida con un vestido transparente que dejaba ver su cuerpo desnudo, estaba de pie en el centro de la sala. A través del vestido se podían ver arañazos, moratones, heridas y marcas de grandes manos, un testimonio de los horrores que había sufrido.
Aemond se acercó a su madre, su rostro imperturbable. La abrazó con cuidado, asegurándose de que estuviera bien.
—Madre, estamos aquí para llevarte de vuelta a casa —dijo, su voz calmada pero llena de una firmeza protectora.
Alicent asintió débilmente, su expresión aún marcada por el sufrimiento que había soportado. Aemond se volvió hacia los demás.
—Nos vamos. Rocadragón está vacío. Volvemos a Desembarco del Rey —ordenó.
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El último dragón: La casa del dragón
Genç KurguEl último dragón: La Saga Targaryen ofrece una mirada profunda a las complejidades de la política familiar, el amor y el poder en la casa Targaryen. A través de los ojos de Rhaena, la novela explora la tensión entre el deber y el deseo, la lealtad y...