~¿𝘾𝙪𝙖𝙡 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙏ú?~ [𝓙 𝔁 𝓥]

8| • ~- Reflejos de la Oscuridad -~ •

ADVERTENCIA: ¡Palabras inadecuadas y malsonantes!

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El sonido constante de la lluvia golpeaba y rebotaba en las ventanas de las casas, mientras la noche oscura y neblinosa se iluminaba brevemente con cada relámpago. El aire estaba cargado de humedad, creando una atmósfera densa y pesada. En medio de esta tormenta, una chica joven y rubia avanzaba con dificultad, sosteniendo a otra chica que apenas podía mantenerse consciente. V, casi inconsciente, se apoyaba pesadamente en los hombros de Lizzy, haciendo cada paso un gran esfuerzo.

Lizzy finalmente llegó a una casa y tocó la puerta, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y determinación. La puerta se abrió para revelar a una chica más joven, de cabello morado, que quedó paralizada al ver la escena.

—Hola Uzi. Rebecca me llamó para que la trajera a casa... Creo que no quería verte la cara... —dijo Lizzy, con su voz teñida de disculpa y nerviosismo.

—¿Lizzy? ¿¡V!? ¡POR DIOS! ¿QUÉ TE HICIERON AHORA? —exclamó Uzi, rápidamente acercándose para ayudar a sostener a V.

V, con los ojos entrecerrados y una risa errática, levantó la vista y trató de enfocar. —U-Uzi... Pareces una puta alienígena con todas esas cabezas... Je... —soltó una carcajada, su voz pastosa y desinhibida.

—V, estás hecha un desastre... —murmuró Uzi con preocupación mientras ayudaba a V a llegar al sofá. La acostó con cuidado y fue a preparar un vaso de agua.

—¿Qué te hicieron ahí adentro? —preguntó, tratando de ocultar el temblor en su voz.

V rió de nuevo, esta vez con un tono más oscuro y triste. —Si supieras, me... me matarías... pero... ¡Oye! ¿Viste a esa prostituta en la tele? Subió una foto desnuda y con... tetotas... —su risa se volvió histérica, una máscara para su angustia—. ¿Tienes otra botella de vodka por ahí? No sabes cuánta sed tengo...

Uzi frunció el ceño, dándose cuenta de la gravedad de la situación.

—Ya entendí, te emborracharon... —dijo, tratando de mantener la calma mientras le ofrecía el vaso de agua. Al quitarle el abrigo, notó marcas de mordidas en el cuello de V. Su rostro se contrajo en una mezcla de miedo y furia.

—Mierda... —murmuró Uzi, con sus pupilas dilatadas y la expresión tensa.

V, notando el cambio en la cara de Uzi, trató de enfocarse.

—¿Su... sucede algo?

Uzi respiró hondo, tratando de mantener la compostura.

—V, DIME QUÉ PUTA MIERDA TE HIZO ESA LOCA AHÍ ADENTRO.

V, en su estado de ebriedad, intentó relatar lo sucedido, pero sus palabras salieron de manera cómica y confusa. 

—Bueno, bueno... primero, estábamos jugando a un juego... ya sabes, de esos donde... ¡Juegas a un juego! —soltó una risita—. Luego, Rebecca me dijo que si podía lamerme... ¡Lamerme, Uzi! Y yo, pues claro que no podía dejarla, pero dejé que lo intentara, y entonces dijo que parecía una perra... ¡UNA PERRA CALIENTE! —V reía descontroladamente, con la cara boba y estúpida.

Uzi la miró, a la vez preocupada y confundida, mientras V continuaba su relato absurdo.

—Y luego... creo que intenté hacer un movimiento sexy en una mesa... pero la mesa se movió, ¡Puta Traición! —V hizo un puchero antes de reírse nuevamente—. Y luego... me mordió como una perra —señaló las marcas en su cuello— ¡QUE RISA!

Uzi intentó no perder la paciencia.

—Te ves mal, V...

V, con una mezcla de lucidez y ebriedad, asintió lentamente.
—Sí... creo que tienes razón, Uzi... pero al menos no soy una zorra... —dijo, su voz apagándose mientras se recostaba en el sofá.