CAPÍTULO 9

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—Estoy enseñándole etiqueta real a mi nieta política—.

La emperatriz viuda se sorprendió cuando Kara entró con una espada, pero intentó no demostrarlo. Lena se sorprendió tanto que los tres libros que llevaba sobre los hombros y la cabeza cayeron estrepitosamente al suelo.

Al darse cuenta de que sus ojos se centraban en ella por el ruido del libro al caer, Lena bajó rápidamente la cabeza.

—El sol del Imperio...—

—No necesito ese tipo de saludo, Lena —.

Ante la voz fría de Kara, Lena se preguntó si esa era su verdadera voz.

—Dijiste que no aceptarías mi saludo, abuela—.

—Exacto yo ya les había avisado. Pero esta niña ignoró groseramente mi orden y aún si entro. Así que quise enseñarle modales—.

Era un montaje ridículo, pero ella se mordió los labios, no importaba lo que dijera, nada cambiaría, más bien, la situación empeoraría si decía algo. Este lugar no era  su hogar donde  la abrazaban con amor.

—¿Es así, Lena?—

—Sí, ¿Verdad, nieta política?—

Lena no respondió a los comentarios de la Reina, porque no era cierto. Sin embargo, bajó la mirada con expresión preocupada, y la Emperatriz Viuda que la vio se quejó diciendo:

—Ja—.

—Mi abuela siempre es grosera—.

—¿Yo grosera?. Es esa niña quien es la maleducada—.

—¿Así que le pegaste en el dorso de la mano?—.

Lena escondió su mano detrás de ella, preguntándose si Kara había visto el dorso de su mano antes de que ella se diera cuenta. Sus ojos se encontraron en ese momento, y su expresión era muy extraña. Como si hubiera visto algo que le disgustaba.

—Hasta a un niño se le castiga así, Majestad—.

A las palabras de la Duquesa de Pamelos, una doncella cercana a la Emperatriz Viuda, Kara dijo con una mirada a Lena;

—Crees que tienes algún poder, como para hablarme directamente?—


—¡Lo siento, lo siento...! ¡Es que...!—


—Te faltan modales. Hay que castigarte—. Dijo Kara, agarrando con fuerza su espada.

  Lena cerró los ojos sorprendida cuando élla levantó la espada que sostenía en alto. En ese momento miró a Lena, frunció el ceño y no llevó a cabo lo que había dicho.

Se escuchó un chillido


***

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