Poco a poco, Leonard recuperó la consciencia. Ya no estaba en el mismo lugar. Ahora se encontraba en una habitación que, sorprendentemente, parecía la de un niño. Las paredes estaban pintadas de azul suave y decoradas con dibujos infantiles. Se incorporó lentamente, tratando de evitar cualquier ruido que pudiera delatarlo.
Al salir del cuarto, se encontró en un largo pasillo adornado con fotos familiares. Las imágenes mostraban momentos felices: una familia sonriendo en el parque, un niño pequeño corriendo por la playa, celebraciones de cumpleaños. Aquello lo desconcertaba profundamente. Al llegar al final del pasillo, vio unas escaleras, al pie de las cuales brillaba una luz que emanaba desde otra habitación.
Se acercó sigilosamente, tratando de escuchar las voces que provenían de allí.
-¿Qué quieres que haga? ¿¡Qué!? -gritó una voz familiar, que Leonard reconoció como la de Eliot.
-Eliot, cálmate, no es imposible. Solo tienes que confiar en mí -respondió una segunda voz, femenina, mucho más suave y calmada.
-¡Luz, por favor! ¡Es un caníbal! Es una ofensa a todo lo que representamos -respondió Eliot con furia, su voz cargada de desprecio.Leonard escuchaba con atención, su mente llena de preguntas. ¿Qué era lo que Eliot y aquella mujer querían de él? ¿Por qué lo mantenían allí? Sabía que, más allá de cualquier curiosidad, su prioridad era escapar.
Con pasos cuidadosos, comenzó a retroceder, buscando la manera de salir sin ser detectado. Estaba a punto de alcanzar la salida cuando sintió una mano en su hombro.
-No te vayas, por favor -dijo una voz femenina detrás de él.
Leonard giró rápidamente y se encontró con una mujer alta, de cabello largo y oscuro, vestida de manera elegante. Su mirada era comprensiva y cálida, algo que desconcertaba profundamente a Leonard.
-Eres Leonard, ¿verdad? -preguntó con una sonrisa serena.Él se quedó inmóvil, atrapado por la calma que aquella mujer le transmitía, una calma tan extraña que lo hacía sentir seguro, algo que no experimentaba a menudo.
-Sí... ¿Cómo sabes mi nombre? -respondió, todavía con algo de incertidumbre en su voz.-No te preocupes, yo soy Luz -dijo ella con suavidad-. Ya conociste a mi compañero.
Justo en ese momento, Eliot salió de la habitación contigua. Su mirada era de puro desprecio.-Deja de mirarme así, caníbal asqueroso -escupió Eliot con furia mientras se acercaba a Leonard, sus puños apretados.
Antes de que pudiera hacer algo más, Luz se interpuso entre ellos, deteniéndolo con una mano suave pero firme.
-¡Eliot! Basta. Recuerda lo que hablamos, no lo vas a lastimar -dijo con autoridad, sin dejar de mirar a Leonard con aquella misma mirada tranquila.Eliot soltó un resoplido de frustración, retrocediendo.
-Haz lo que quieras, Luz. Pero no voy a ser la niñera de este monstruo -masculló con asco antes de darle la espalda y subir las escaleras, sus pasos resonando en la casa.Luz lo observó marcharse y luego se giró hacia Leonard.
-Lamento su comportamiento. No siempre es así -dijo, disculpándose-. Ven conmigo, ¿quieres algo caliente para tomar? Quizás un té te calme un poco.Leonard la siguió, todavía sin entender completamente las intenciones de aquella mujer. Todo esto era demasiado surrealista para él, pero algo en Luz lo desarmaba; sus instintos le decían que, al menos por ahora, no corría peligro.
Una vez en la cocina, Luz le indicó que se sentara mientras ella preparaba una tetera. Leonard se acomodó en la mesa, sus ojos siguiendo cada movimiento de la mujer mientras sus pensamientos se acumulaban.
-¿Por qué estoy aquí? -preguntó finalmente, rompiendo el silencio.
Luz dejó la tetera sobre la estufa y se volvió hacia él, apoyándose en el mostrador con los brazos cruzados.
-Verás, Leonard... tú eres especial, muy especial, pero estás en un camino oscuro -dijo, su voz llena de comprensión.Leonard frunció el ceño.
-¿Especial? ¿A qué te refieres con eso? -preguntó, mirándola con escepticismo.-Escucha con atención -dijo ella, inclinándose un poco hacia adelante-. Eliot y yo somos ángeles. Nuestra misión es mantener el equilibrio en el mundo, un equilibrio entre nosotros y nuestras contrapartes, los demonios.
Leonard abrió los ojos, incrédulo ante lo que acababa de escuchar.
-¿Ángeles? -repitió, intentando procesar la información.-Sí. Y tú, Leonard, eres importante para ese equilibrio -continuó Luz-. Aunque ahora no lo entiendas, todo lo que has vivido tiene un propósito. Lo que haces, lo que eres... eso te coloca en el centro de algo mucho más grande.
Leonard se quedó en silencio, su mente girando sin parar. Esto era demasiado. Demonios, ángeles... todo sonaba como una fantasía imposible.
-¿Y en qué parte encajo yo en todo esto? -preguntó, intentando comprender su lugar en esta nueva y extraña realidad.Luz le ofreció una sonrisa tranquilizadora.
-Tus preguntas serán respondidas a su debido tiempo, Leonard. Por ahora, solo necesitas saber que tu vida está a punto de cambiar. Y no habrá vuelta atrás.Esas palabras le dejaron más preguntas que respuestas, pero una cosa estaba clara: su vida estaba a punto de transformarse de una manera que nunca habría imaginado. Y, tal como dijo Luz, quizás no tendría otra opción más que aceptarlo.
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El Angel Y El Caníbal
De TodoLeonard un chico vastante diferente a él mundo que lo rodea al ser la creación de científicos con complejo de Dios, al escapar de sus creadores se enfrento a un mundo vil y cruel que solo ISO de piedra su corazón, una noche un suceso cambiará su vid...