Capitulo 18

26 4 0
                                    

Harcourt

Kary:

A lo largo de mi vida pensaba que había vivido momentos de impotencia, momentos incómodos, momentos de tragedia, pero todo eso queda en la basura cuando vas caminando por los pasillos del más grande de los castillos demoniacos, caminamos al lado del hombre que me violo, mato gente a mi alrededor y me ha secuestrado trayéndome a un lugar donde yo vengo siendo como carne entre aguas de tiburones. 

No hay nadie en el pasillo y, aun así, siento como si me estuvieran observando. No me agrada Azael, por el simple hecho de sé un maldito loco obsesionado, pero con toda esta tensión no puedo evitar apretar mi agarre en su brazo, trague saliva en seco con miedo de por medio. Frente a unas grandes puertas nos detuvimos, no tenía que ser bruja, adivina o hacer uso de la bola del horóscopo para saber que ahí se encontraban los demonios más temidos de este reino, ya que con solo estar cerca de esta puerta se siente el aura asesina, salvaje y perversa que viene de allí.

Quiero irme, es algo que nunca me cansaré de repetir. Quiero irme de este infierno, salí del laboratorio, pero ¿para qué, de que sirve huir de las llamas de un infierno para terminar quemándote en otro? Dos de los dedos de Azael se posan en mi barbilla, asiendo que levanté la cabeza.

—Barbilla en alto, que se note que eres mi mujer. —sus palabras me dan un escalofrío por todo el cuerpo. La palabra, “mi mujer”, es una que usa para referirse a mí de forma frecuente, esa y “monjita”.

Las puestas se abrieron, dando vista a los pecados que ya hacían dentro de esa habitación. Mantuve mi frente en alto mientras caminaba al lado del demonio inquebrantable a mi lado. Azael no flaqueó en ningún momento, a pesar de estar delante de los más temidos de su raza.

De un lado pude notar al tal Zargan el cual había visto en el libro que hablaba de ellos, el junto a dos demonios más tenían un lago cabello plateado junto a unos ojos negros que se sentían como cuchillos, pero no estaban solos, al lado de un asiento vacío, está una azabache con los ojos tan dorados como los de Azael, su cabello está hacia adelante y es tan hermosa que dejaría a cualquiera sin palabras, hombre o mujer, al otro lado, un grupo de hombres de cabello canoso y un tanto mayores, pero a pesar de ser más viejos no se ven mal, entre ellos resaltan unos ojos color sangre que parecen que me van a matar en cualquier momento.

Pero a pesar de estar rodeada de todos estos asesinos, quien paralizó mi paso en seco fue la presencia a la cabeza. Era un demonio de cabello oscuro, piel morena y ojos negros, pero no un negro normal, era un negro que te perturba y te deja en terapia toda tu vida.

A su lado, una mujer de piel morena también, pero está un poco más clara, su cabello era blanco y corto, con los mismos ojos que Azael y la otra demonio, no había que mirar demasiado para saber que, ellos eran los máximos al poder y al mismo tiempo, eran los padres de los de mi derecha al igual que los de Azael.

—Azael… —la voz del cabecilla era tan tenebrosa que me ponía regida con solo esa simple palabra, pero para mi sorpresa, el hombre a mi lado no se movió ni cambió su expresión.

Por el rabillo de los ojos miré a los ojos que se posaban en mí; algunos se movían impacientes de forma disimulada y otros tragaban saliva. No era sorpresa, soy una RT, y aunque esté supuesto brazalete, opaca el olor de mi sangre, no lo hace por completo para estos caníbales.

—Cuando escuché que habías traído a una humana aquí, pensé que sería alguien más seductora o hermosa, no una mocosa asustadiza.

—Creí haberte dicho su nombre, ¿no? —esponde el hombre a mi lado.

—No me hables como si fuéramos iguales, no eres más que una deshonra para esta raza. ¿Un demonio y una humana? ¿Qué tienes en la cabeza?

—Permiso para ser yo quien le arranque la cabeza a la intrusa, señor. —habla la azabache con ojos rojos.

—Primero te la arrancaría yo a ti. —le responde Azael.

—Silencio. —el cabecilla los interrumpe a los dos.

—¡He sido muy blando contigo, vas a recibir un castigo como lo manda la ley por esto, y la perra a tu lado será asesinada!

—¡Se llama Kira, maldita sea! —la voz de Azael me da escalofríos. 

La palabra “asesinada” hace que mi cuerpo se tense y apriete el agarre al brazo de Azael. Estoy perdida, si ni a él lo perdona el rey, que es su padre, que hay de mí.

Azael da un paso al frente mientras no deja de mirar al líder entre todos; las miradas chocan con la misma intensidad, llenando de tensión el aire.

—Escúchame bien, Azael…

—¡No, escúchame tú a mí! —los murmullos callan y el rey no dice nada a la espera.

—Gremory... —su presencia envolvió el ambiente con un aire de amenaza palpable. Su voz resonó con una intensidad temible, cargada de furia y desdén.

—Si tocas a Kira, desencadenarás una tormenta de horror que ni tú ni tu reino podrán soportar. Ella es mi elección, mi propiedad. Cualquier daño que le causes no solo traerá un castigo inmenso sobre ti, sino que arrastrará a tu reino a una era de caos y destrucción inimaginable. Mi ira es un mar oscuro y profundo, y tu sufrimiento será solo el principio si cruzas esta línea. Piensa bien antes de actuar, pues el precio de tu transgresión será más alto de lo que puedes concebir.

La sala se quedó en silencio, y el ambiente era tan tenso que podía cortarse con un cuchillo.

—¿Me estás amenazando a mí? —dijo el rey con un ceño fruncido.

—No, no es una amenaza. —responde el demonio a mi lado con calma.

—Es una promesa. —lo aniquila con los ojos.

—Nadie puede tocar a mi mujer. —me toma la mano y me obliga a dar una vuelta de espacio, luego posa sus manos en mi cintura y me jala hacia él, acariciando su nariz con mi cuello.

—Mía… Y de nadie más, eviten que queme esta mierda y aléjense de ella. —diciendo eso, me toma del brazo y me saca de esa habitación. Mis piernas tiemblan y puedo sentir las miradas a mis espaldas; la ira con miedo y frustración no es una buena combinación.

Una vez afuera empujó a Azael.

—¡No quiero estar aquí! ¡Déjame irme!

—Déjate de tonterías. —me vuelve a tomar y sigo peleando.

—¡Es que no te das cuenta de que ellos van a matarme! 

—Yo no lo permitiré.

—¡Qué puedes hacer tú contra un rey con siglos de experiencia! —las palabras salen como agua, el ceño se le frunce y su aura se vuelve más oscura. Por un momento, siento que va a pegarme cuando se vuelve hacia mí, pero me toma de la cintura y me carga sobre su hombro como un saco de estiércol.

—¡Suéltame!

—Habla de nuevo y te tiro con las hienas. —me quedo quieta, no sé si se refiere a su familia o si tiene de verdad.

Me arrastra hasta la habitación, matando toda esperanza de poder irme…

REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora