Capítulo: El Ritual de la Venganza
En el oscuro y húmedo calabozo de la fortaleza, donde los días parecían interminables y la esperanza se desvanecía como una sombra, Rhaela Targaryen estaba decidida a recuperar su trono y redimir su honor. La prisión no había sido solo una prueba de resistencia física, sino también un espacio de reflexión y planificación para Rhaela, quien sabía que solo con un golpe certero podría restablecer su poder y castigar a sus enemigos.
En una de las noches más sombrías, cuando la oscuridad parecía envolverse en torno a la fortaleza con una sensación de inquietud, Rhaela realizó un ritual secreto para invocar la ayuda de Morgath, una bruja que se decía poseía habilidades sobrenaturales de gran poder. La bruja era conocida por sus artes oscuras y su capacidad para manipular las fuerzas del destino a su voluntad. Rhaela había hecho arreglos meticulosos para asegurar que Morgath llegara a la fortaleza sin ser detectada, y la reunión tuvo lugar en un rincón oculto del calabozo, donde la atmósfera estaba cargada de tensión.
Morgath, con su presencia imponente y un aura de misterio que parecía emanar de ella, apareció ante Rhaela. Su figura estaba envuelta en una capa negra que fluía como la sombra misma, y su rostro estaba parcialmente oculto bajo una capucha. Los ojos de Morgath brillaban con un resplandor inhumano mientras examinaba a Rhaela.
—Has hecho bien en contactarme, Rhaela Targaryen —dijo Morgath, su voz cargada de un tono suave pero inquietante—. ¿Qué es lo que deseas de mí en esta noche oscura?
Rhaela, con el cabello claro y el rostro marcado por el sufrimiento y la determinación, se mantuvo erguida a pesar de su confinamiento. Su voz era un susurro lleno de resolución.
—Morgath, necesito que tomes control sobre Alys Ríos y lleves a cabo un acto que no solo le cause daño físico, sino que también sirva como un castigo público. Quiero que Alys, en un acto de desesperación y sufrimiento, se acuchille el vientre delante de Aemond y de la corte.
Morgath observó a Rhaela con una mezcla de curiosidad y calculada comprensión. La petición era audaz y cargada de consecuencias, pero el poder de la bruja era suficiente para cumplir incluso los deseos más oscuros.
—Este acto traerá una serie de eventos que podrían alterar el equilibrio en la corte —dijo Morgath—. Aemond no sabrá que eres tú quien está detrás de esto, y su ira y confusión se desatarán sobre Alys. El sufrimiento de Alys también servirá para alejar la atención de tus planes y desatar un caos que podrías utilizar a tu favor.
Rhaela asintió, su expresión firme y decidida. No había espacio para dudas en su mente; sabía que este era el paso necesario para alcanzar su objetivo. La bruja, entendiendo la magnitud del encargo, comenzó a preparar los hechizos necesarios para llevar a cabo el ritual.
En el patio central de la fortaleza, se preparaba un evento público. Alys, con su vientre prominente por el embarazo, estaba lista para una celebración en honor a su nuevo estatus como consorte de Aemond. El ambiente estaba lleno de anticipación y alegría, pero lo que parecía una festividad pronto se convertiría en una escena de horror.
A medida que el evento avanzaba, Alys se encontraba en el centro de atención. La multitud la observaba con admiración, sin sospechar que un destino oscuro estaba a punto de desarrollarse ante sus ojos. Con el hechizo de Morgath en marcha, el dolor en el abdomen de Alys comenzó a crecer de manera inexplicable. La agonía que experimentaba era tan intensa que le resultaba casi imposible mantenerse en pie.
De repente, sin previo aviso, Alys comenzó a actuar de manera errática. La multitud observó con creciente preocupación mientras la mujer, visiblemente perturbada, sacaba un cuchillo y lo aplicaba a su propio vientre. Los gritos de horror y conmoción llenaron el aire mientras Alys, en un estado de desesperación y dolor, se acuchillaba el abdomen. La sangre comenzó a fluir, y el grito desgarrador de Alys resonó por toda la fortaleza.
Aemond, al ver el acto horrendo, corrió hacia Alys con una mezcla de desesperación y confusión. La escena era un caos total: Alys se desplomó mientras el cuchillo yacía en el suelo junto a ella, y la multitud estaba paralizada por el shock.
—¡Alys, ¿qué has hecho?! —exclamó Aemond, su rostro reflejando el pánico y la ira mientras intentaba entender lo que había sucedido. La imagen de Alys, herida y sufriendo, era una dolorosa sorpresa que dejó a Aemond incapaz de procesar la realidad.
Alys, debilitada y desangrándose, estaba lejos de poder explicar su desesperado acto. La corte, sin saber qué había provocado el sufrimiento, se sumió en un estado de caos. La noticia del evento se esparció rápidamente, y la pérdida del bebé y el estado mental de Alys se convirtieron en tema de conversación y especulación.
Mientras tanto, Rhaela permanecía en la penumbra, observando el resultado de sus acciones con un frío calculador. La pérdida del bebé y el sufrimiento de Alys no solo cumplían sus deseos de venganza, sino que también dejaban a Aemond en una situación de gran agitación y confusión. El caos en la corte era una señal clara de que Rhaela estaba un paso más cerca de reclamar su lugar, utilizando la desesperación y el sufrimiento como sus aliados en su regreso al poder.
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El último dragón: La casa del dragón
Novela JuvenilEl último dragón: La Saga Targaryen ofrece una mirada profunda a las complejidades de la política familiar, el amor y el poder en la casa Targaryen. A través de los ojos de Rhaena, la novela explora la tensión entre el deber y el deseo, la lealtad y...