Capítulo 29: La Petición de Alys

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Capítulo: La Petición de Alys

133 d.C

En la gran sala del trono de Desembarco del Rey, el aire estaba cargado de tensión y expectación. El rey Aemond Targaryen, con su porte imponente y su mirada fría, presidía la reunión del consejo verde. Frente a él, encadenada y visiblemente afectada, se encontraba Alys Ríos, acusada de alta traición tras haberse acuchillado públicamente el vientre, causando la muerte de su hijo no nacido.

El consejo murmuraba inquieto mientras Aemond se preparaba para hablar. La traición de Alys había sacudido los cimientos de su confianza y autoridad, y la justicia debía ser servida.

—Alys Ríos —comenzó Aemond con voz firme—, has sido acusada de alta traición, por matar a tu propio hijo que llevabas en el vientre. Los crímenes que has cometido son imperdonables. El consejo y yo hemos decidido que la pena debe ser la muerte.

El murmullo del consejo se hizo más fuerte, una mezcla de aprobación y expectación. Alys, con una expresión de desesperación, levantó la cabeza y pidió hablar.

—Rey Aemond, miembros del consejo —dijo Alys con voz temblorosa pero determinada—, solicito un juicio por combate. Es mi derecho como acusada.

La sorpresa se apoderó de la sala. Aemond frunció el ceño, considerando la solicitud. Después de unos momentos de deliberación, asintió lentamente.

—Tienes derecho a un juicio por combate —concedió Aemond—. ¿Quién será tu campeón?

Alys se volvió hacia Ser Criston Cole, que estaba de pie entre los guardias reales. Sus ojos suplicantes buscaron los de él.

—Ser Criston, por favor, lucha por mí —rogó Alys, su voz cargada de desesperación.

Ser Criston miró a Alys con una mezcla de pena y desaprobación. Aunque había sido leal a la corona, sabía que luchar por Alys sería una traición a sus principios y a la justicia.

—Lo siento, Alys —respondió Ser Criston con firmeza—, pero no puedo luchar por ti. No después de lo que has hecho.

La negativa de Ser Criston dejó a Alys sin palabras por un momento. Las esperanzas parecían desvanecerse hasta que una figura inesperada avanzó.

—Yo lucharé por Alys —anunció Rhaela, avanzando hacia el centro de la sala.

La declaración de Rhaela sorprendió a todos, incluyendo a Aemond. Los murmullos se intensificaron mientras la princesa se paraba frente a Alys, su mirada firme y desafiante.

—Rhaela, ¿estás segura de lo que estás diciendo? —preguntó Aemond, tratando de entender las intenciones de su esposa.

—Sí, estoy segura —respondió Rhaela—. Alys merece una oportunidad justa, y yo seré su campeona en este juicio por combate.

Aemond, aunque desconcertado, no podía ignorar el derecho de Alys a elegir a su campeona. Asintió lentamente, aceptando la decisión de Rhaela.

—Muy bien, Rhaela —dijo Aemond—. Serás la campeona de Alys en este juicio por combate. Que los dioses decidan el resultado.

La tensión en la sala aumentó mientras se hacían los preparativos para el combate. La expectación era palpable, y todos los ojos estaban puestos en Rhaela y Alys.

La corte se disolvió lentamente, y Rhaela se acercó a Alys, susurrándole al oído.

—No te equivoques, Alys. Esto no es por ti. Es por justicia. Y cuando gane, se sabrá la verdad.

Alys, con una mezcla de miedo y gratitud, asintió débilmente. Sabía que su vida dependía de la valentía y la destreza de Rhaela.

A medida que la noticia del juicio por combate se extendía por Desembarco del Rey, la tensión y la expectativa crecían. El destino de Alys Ríos estaba en juego, y el combate que se avecinaba prometía ser decisivo no solo para ella, sino para el equilibrio de poder en la corte de los Targaryen.

4oquiero que recalques que rhaela lo unico que quería es que desterraran a alys, no que la mataran por eso decide luchar por ella.ChatGPT

Capítulo: La Petición de Alys

En la gran sala del trono de Desembarco del Rey, el aire estaba cargado de tensión y expectación. El rey Aemond Targaryen, con su porte imponente y su mirada fría, presidía la reunión del consejo verde. Frente a él, encadenada y visiblemente afectada, se encontraba Alys Ríos, acusada de alta traición tras haberse acuchillado públicamente el vientre, causando la muerte de su hijo no nacido.

El consejo murmuraba inquieto mientras Aemond se preparaba para hablar. La traición de Alys había sacudido los cimientos de su confianza y autoridad, y la justicia debía ser servida.

—Alys Ríos —comenzó Aemond con voz firme—, has sido acusada de alta traición, de intentar asesinar a la hija de Rhaela y de matar a tu propio hijo que llevabas en el vientre. Los crímenes que has cometido son imperdonables. El consejo y yo hemos decidido que la pena debe ser la muerte.

El murmullo del consejo se hizo más fuerte, una mezcla de aprobación y expectación. Alys, con una expresión de desesperación, levantó la cabeza y pidió hablar.

—Rey Aemond, miembros del consejo —dijo Alys con voz temblorosa pero determinada—, solicito un juicio por combate. Es mi derecho como acusada.

La sorpresa se apoderó de la sala. Aemond frunció el ceño, considerando la solicitud. Después de unos momentos de deliberación, asintió lentamente.

—Tienes derecho a un juicio por combate —concedió Aemond—. ¿Quién será tu campeón?

Alys se volvió hacia Ser Criston Cole, que estaba de pie entre los guardias reales. Sus ojos suplicantes buscaron los de él.

—Ser Criston, por favor, lucha por mí —rogó Alys, su voz cargada de desesperación.

Ser Criston miró a Alys con una mezcla de pena y desaprobación. Aunque había sido leal a la corona, sabía que luchar por Alys sería una traición a sus principios y a la justicia.

—Lo siento, Alys —respondió Ser Criston con firmeza—, pero no puedo luchar por ti. No después de lo que has hecho.

La negativa de Ser Criston dejó a Alys sin palabras por un momento. Las esperanzas parecían desvanecerse hasta que una figura inesperada avanzó.

—Yo lucharé por Alys —anunció Rhaela, avanzando hacia el centro de la sala.

La declaración de Rhaela sorprendió a todos, incluyendo a Aemond. Los murmullos se intensificaron mientras la princesa se paraba frente a Alys, su mirada firme y desafiante.

—Rhaela, ¿estás segura de lo que estás diciendo? —preguntó Aemond, tratando de entender las intenciones de su esposa.

—Sí, estoy segura —respondió Rhaela—. Alys merece una oportunidad justa, y yo seré su campeona en este juicio por combate.

Aemond, aunque desconcertado, no podía ignorar el derecho de Alys a elegir a su campeona. Asintió lentamente, aceptando la decisión de Rhaela.

—Muy bien, Rhaela —dijo Aemond—. Serás la campeona de Alys en este juicio por combate. Que los dioses decidan el resultado.

La tensión en la sala aumentó mientras se hacían los preparativos para el combate. La expectación era palpable, y todos los ojos estaban puestos en Rhaela y Alys.

La corte se disolvió lentamente, y Rhaela se acercó a Alys, susurrándole al oído.

—No te equivoques, Alys. Esto no es por ti. Es por justicia. Y cuando gane, se sabrá la verdad.

Alys, con una mezcla de miedo y gratitud, asintió débilmente. Sabía que su vida dependía de la valentía y la destreza de Rhaela.

Para Rhaela, la lucha no era solo por Alys, sino por asegurarse de que la justicia se hiciera de manera justa. No quería ver a Alys morir, sino ser desterrada, y esta era la única forma que veía para evitar una ejecución sumaria.

A medida que la noticia del juicio por combate se extendía por Desembarco del Rey, la tensión y la expectativa crecían. El destino de Alys Ríos estaba en juego, y el combate que se avecinaba prometía ser decisivo no solo para ella, sino para el equilibrio de poder en la corte de los Targaryen.

El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now