Paranoias - SportaRobbie

Agua de coco (Segunda Parte)

- ¡SPORTACUS! ¡¿QUIERES DEJAR DE HACER EL TONTO Y PONERTE LA MALDITA CAMISA?!

- Si estamos solos - el héroe se quitó su gorrito, mientras se incorporaba. Algunos mechones de su pelo caían sobre su rostro haciendo contraste con el color de sus ojos -. ¿Tienes miedo a qué te pueda devorar?

- ¡¿Cómo dices?!

Robbie estaba perdiendo la paciencia, solo quería comprar su agua de coco e irse de la tienda. Sin embargo, la tienda había desaparecido. Lo único que había delante de él era Sportacus sin camiseta, sonriéndole.

Robbie, cada vez, estaba más incómodo y excitado por verle así.

- ¿A qué esperas, Robbie?

- ¡A qué te largues y me dejes tranquilo!

Sportacus se tumbó sobre la mesa de nuevo y con sus piernas atrapó al villano acercándolo a su cuerpo musculado. El rubio se incorporó abriendo la chaqueta a Robbie. Sportacus metió su cabeza dentro de la camisa del delgaducho dando besos en su vientre. 

Robbie lo apartó escapándose de sus piernas, pero Sportacus lo cogió de los brazos y lo tumbó en su cama. El villano no entendía que estaba pasando, ¿cómo había pasado de estar en la tienda y aparecer sobre un colchón cuyo lugar desconocía por completo?

- Sport...ta - Robbie apenas sabia hablar, Sportacus se bajo los pantalones quedándose en calzoncillos y poniéndose encima suya quitándole la camiseta al delgaducho - ¿Qué haces?

- ¿Sabes qué los chicos cómo tú soléis encenderme como una antorcha? - Sportacus daba besos suaves al cuello de Robbie - Eres tan tierno, Rob.

Sportacus besó a Robbie y el villano recorría todo el cuerpo del héroe con sus manos. Su abdomen; sus brazos; su espalda; sus glúteos y su entrepierna. 

- Tenías ganas de tocar ahí, ¿verdad?

Preguntó Sportacus con una sonrisa y volvió a besar a Robbie jugando con su lengua haciendo que el delgaducho volviera a acariciar la espalda del héroe.

Robbie miraba el techo mientras que Sportacus le besaba en el cuello. Entonces, un sonido empezó a molestar al villano dejándole aturdido. Aquel sonido iba en aumento, Robbie no sabía de donde venía ese timbre molestoso. 

De pronto, abrió los ojos.
Robbie estaba tumbado en su cama, miró a su alrededor, estaba en casa. Sus ojos fueron a parar al reloj y este marcaba las siete y media de la mañana. El joven estaba sudado, excitado y ansioso por haber deseado que su sueño húmedo hubiera sido real.

Esto no esta pagado - se dijo a sí mismo -. ¿Por qué tuviste que llegar a Lazytown, pedazo de idiota?

Robbie Rotten llevaba tiempo que sus ojos no paraban de mirar a Sportacus. En un principio, pensó que era por envidia; envidia de sus músculos; de su personalidad; de su aspecto físico; de su risa o de sus ojos. Pero Robbie supo que sentía atracción por Sportacus desde el verano que vio como los chicos se lanzaban al agua y el héroe hizo lo mismo. Salir del agua con el pelo mojado y su abdomen marcado hizo que Robbie sintiera flechazos.

¡Estúpido verano!