Arrastrándome hacia tí

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Mientras Sosaki esperaba junto a Burnin, (quien mantenia la oreja pegada en el celular), se agradecía internamente por haberle dado su tarjeta al Omega. Él pobre había llorado al teléfono mientras les contaba sobre su situación y el delicado estado de salud de su madre, haciendo que, sin pensarlo, ambas salieran lo más rápido posible hasta el hospital donde la mujer estaba internada.

Un par de minutos después de su llegada, el joven apareció en un estado francamente deplorable; se notaba a leguas que no había dormido en días, sus ojos estaban tan rojos e inflamados debido a las lágrimas que había derramado por quién sabe cuánto tiempo. Parecía mucho más pálido y delgado de lo que ella recordaba, y cuando sus ojos se conectaron por un segundo, sintió su corazón estrujarse. Esa mirada, tan parecida a la de su sobrino...

— Midoriya — habló acercándose para ayudarlo al verlo casi tropezar con sus propios pies —. Ven siéntate, ¿Has comido algo?

Él negó en silencio, limpiando las lágrimas que comenzaban a bajar por sus mejillas, Sosaki buscó entre sus cosas y le dio un paquete de pañuelos.

—Gracias —murmuró con voz ronca—. Lamento hacerlas venir con este clima, pero...yo no... no sabía qué más hacer...

— No importa cariño — habló suavemente, consolándolo —. ¿Cuánto tiempo llevan aquí?

— No sé — respondió sorbiendo la nariz —. Llegamos el jueves...—frunció el ceño—. ¿Qué día es hoy?

— martes.

— Oh...

El silencio que siguió la hizo sentir mal, por lo que optó por cambiar de tema, para no agobiarlo más.

— Y, ¿Cómo está?

— Al parecer ... sus riñones estaban dejando de funcionar. Los doctores dicen que necesitan una biopsia para saber qué tan dañados pueden estar — dijo, jugando con sus pulgares sin levantar la mirada —. Algunas toxinas aún están en su sangre, eso hizo que perdiera el equilibrio en las escaleras, están tratando de controlarla con medicamentos y... tiene una fractura, grave en la cadera — hizo un gesto como si le doliera la pierna —. La cirugía es muy costosa... si no pago su estadía van a sacarla y yo... yo...

Sosaki lo rodeo con sus brazos, haciéndolo quebrarse finalmente.

La atención médica en Japón era costosa y podía llevarte a la quiebra. No podía imaginar la desesperación del pobre al saber que la salud de su madre dependía de dinero que él no tenía.

—Tranquilo, ¿De acuerdo? Esto se va a resolver — le dijo secando sus lágrimas, viendo a Kamiji acercarse a ellos.

— Midoriya — llamó mientras se arrodillaba frente a él dándole, una pequeña sonrisa —. Necesito que respires un momento, ¿Sí?, vamos a trasladar a tu madre al Hospital Shūzenji para que la traten lo antes posible, pero, necesitamos hacer algo de papeleo antes, ¿De acuerdo?

Él joven asintió en silencio, se puso de pie con ayuda de Sosaki, quien lo vio alejarse junto a su amiga.





El traslado no fue tan rápido como pensaba, pero le dio tiempo suficiente para ir y regresar a su apartamento, darse una ducha rápida (después de tantos días la necesitaba con urgencia) y preparar una maleta con algunas mudas de ropa.

Las dos mujeres le habían asegurado que se quedarían en el hospital hasta que él regresará, dejándolo un poco más tranquilo.

Ninguna le había dicho nada, pero era obvio que sabían sobre su plática con el señor Todoroki. Dudaba que alguna de ellas tuviera las influencias y el dinero suficiente para ayudarlo a trasladar a su madre a uno de los hospitales más avanzados de Tokio.

Si el amor es para idiotas, yo soy el más grande del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora