La batalla seguía, los lobos se mantenían al margen en espera de una señal que les diera el permiso de atacar sin piedad y con una valentía inalcanzable, defendiendo a su protegido. Ekuneil, debilitado pero determinado, se unió a la lucha contra Balaam, sabiendo que la batalla era su última oportunidad para redimirse. Había hecho las cosas como él creyó que era correcto pero esta era, sin duda alguna, su última oportunidad para redimirse y hacer lo correcto.
Balaam, con una furia ciega, se enfrentó a Ekuneil. Los golpes se intercambiaban con una intensidad brutal. Ekuneil, aunque herido, resistía con todas sus fuerzas. En un momento crucial, Balaam encontró una abertura y lanzó un ataque devastador. Huaáneri, al ver a Ekuneil en peligro, gritó desesperada, incapaz de llegar a tiempo.
Justo cuando el golpe mortal estaba por caer, Kalik intervino, salvando a Ekuneil en el último segundo. El choque de espadas resonó en el aire, marcando el inicio de un duelo épico entre ellos; uno con años de entrenamiento y otro con una fuerza bruta increíble. Balaam y Kalik se enfrentaron con una mezcla de rabia y dolor, cada golpe cargado de años de resentimiento y secretos. En medio del caos, Ekuneil, malherido, continuó luchando sin descanso alguno.
La batalla se intensificó, Kalik dió la señal a los lobos para que atacasen al ver que los hombres de Balaam también estaban intentando atacarlos, mientras los del pueblo se escondían, porque no sabían a quién debían apoyar, todo estaba muy confuso para ellos. Estaban rodeados, pero con mucha determinación y sin dar marcha atrás, los lobos y el trío de jóvenes luchó valientemente contra Balaam y sus hombres.
La tensión alcanzó su punto máximo cuando Balaam logró herir gravemente a Kalik, dejándolo incapaz de continuar la pelea. De un momento a otro, el cielo se tornó oscuro y la luna se hizo presente. Una luz descendió sobre Kalik y su marca de nacimiento en forma de luna menguante brillaba levemente. Kalik sintió una sensación de alivio en su cuerpo y como renovaba sus fuerzas. Nadie entendía a ciencia cierta qué sucedía, pero estaba muy claro que Kalik tenía una fuerte conexión con la diosa, era hijo de Luna.
—Gracias madre. —expresó Kalik para sí mismo.
Kalik viéndose casi vencido, se levantó con un grito de guerra, fue consumido por una determinación feroz. Recordando a detalle cada movimiento practicado con la espada, realizó una serie de movimientos rápidos y precisos, logrando así una sorprendente combinación de fuerza y destreza que desarmó a Balaam, quien se encontraba en el suelo, derrotado. Kalik, con la respiración agitada, le dio una última oportunidad para rendirse.
—Ríndete, Balaam. No tiene por qué terminar así. —dijo Kalik, con la espada apuntando a ese hombre tan cruel.
Balaam, en un último acto de desesperación, fingió rendirse. Todos al ver a Balaam doblegado, también se detuvieron a la espera del siguiente movimiento del más joven.
—¿Dónde está mamá? —preguntó Huaáneri al aire. —¿Y los demás? —sabían a quienes se refería; Karai, Harini... Todos sus amigos.
Huaáneri miró a su padre con incredulidad y tristeza mientras las palabras salían de su boca, impregnadas de una frialdad que nunca había conocido.
—Donde deben estar los traidores, hija mía. Yo supe cada movimiento que aquí aconteció y ellos ya no me inspiraban confianza.
Huaáneri negó con la cabeza, el dolor en su corazón casi insoportable. Se volteó, dispuesta a buscar a los prisioneros. Kalik la miró por un instante, queriendo consolarla. En ese breve momento de distracción, Balaam vio su oportunidad.
Con un movimiento rápido, se levantó del suelo y tomó la espada que yacía cerca. Sus ojos brillaban con una determinación desesperada mientras se preparaba para atacar a Kalik por la espalda.
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Hijo de Luna.
FantasyDe un amor imposible surje una petición sagrada a la madre Luna; tu primogénito a cambio de poder estar con la persona que amas. Confusión, temor e ira, son lo que llevan a esta pareja a la destrucción pero la historia debe continuar. Una historia...