Capítulo 43

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En el momento en que Lucas despertó vio a su padre, César y su cuñada en la habitación.

— El médico dijo que no haz estado comiendo bien ¿Para eso decidiste ser independiente? Si hubieras estado en casa, no te hubiera dejado pasar hambre. —Reclamaba el padre, sintiendo un abrazo por parte de su hijo quién era el más expresivo.—

— Mocoso, ya tendrás treinta años ¿Cómo puedes descuidar tu salud de esa forma?

— Tengo veintisiete años...

— Solo te falta tres años para los treinta, es poco tiempo. —Aclaraba César al despeinarlo, a pesar de que ambos hermanos tenían la misma edad.—

— Afortunadamente el doctor no encontró nada grave, debes cuidar tu alimentación y realizar tus chequeos mensuales. —Jazmín sonrió al verlo recuperado, entonces el sonido de la puerta alertó a todos ya que Ivette volvió después de realizar una llamada.— Creo que deberíamos dejarlos solos. —Susurró y los dos hombres entendieron el mensaje, saliendo de la habitación de inmediato.—

— ¿Te sientes mejor? —Preguntó Ivette al acercarse hacia él.—

— Sí, gracias por haberme traído a la clínica. —Lucas mantuvo el contacto visual y recordaba la forma desesperada en que se había aferrado a ella, sintiendo aquel sentimiento cálido y el amor.— A decir verdad, desearía que hubiera una máquina del tiempo e impedir que dijera esas cosas crueles a una persona quién a pesar de todo estuvo a mi lado... Mi mejor amigo.

— Yo también lo extraño, lo extraño demasiado.

No era necesario que lo pidiera, Ivette era consciente de lo que Lucas tenía en mente. La artista le dio un abrazo, después de haber pasado algunos años en ese instante no se sintió el tiempo que llevaban alejados, el sentimiento era mutuo tan solo que uno podía reconocerlo y el otro se negaba a hacerlo.


                                    ∞∞∞


Fabiola ingresaba a la cafetería en donde Ivette acompañada de Gabriel la esperaban, habían desarrollado un vínculo amical durante meses y en los últimos días Ivette participaba de cupido para juntarlos a petición del amigo.

— Siento que mi piel se arruga cada vez más, la espalda me duele y las rodillas ni que decir... La vejez me da miedo, Ive. —Se quejaba Fabiola al admirarse en el pequeño espejo, siempre le importaba mantenerse hermosa.— ¿Y si me aumento el busto?

— Si eso quieres, hazlo. —Dijo Ivette al tomar un poco de la bebida frutal.—

— Yo te veo perfecta... —Susurró Gabriel sin darse cuenta que sus pensamientos esta vez tuvieron voz.— Eres perfecta. —Rectificó al obtener toda la atención de Fabiola.—

— ¿De verdad? Gracias. —Con una sonrisa bajó la mirada al sentir los nervios dentro suyo.— Ive me dijo que te encanta viajar.

— Lo amo, iré al Caribe este fin de semana ¿Quieres acompañarme?

— ¿Así de repente?

— Sería un placer tener tu compañía. —Gabriel mantenía aquel juego de miradas, dejando a Ivette a un lado como si por un momento hubiera sido invisible.—

— Veré si mi agenda no está llena, te mantendré informado. —Después de disfrutar de un pequeño postre, los tres salieron de la cafetería y Ivette decidió dejarlos solos. Fabiola recibía un comportamiento muy caballeroso además de coqueto, acto que decidió aceptar y como siempre era una mujer que se daba un lugar importante, demasiado interesada en los detalles y dejó eso en claro, Gabriel por su parte no tuvo inconvenientes en realizar diversos "desafíos" porque estaba enamorado y solo tenía pensado en darle todo lo que pidiera.—

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