Bohemia

64 0 0
                                    

Alister caminaba hacia la estación del metro Copilco, había sido un jueves agotador, la complejidad de las clases que le resultaban aburridas le hacían mirar con inseguridad su rendimiento académico, visualizaba un futuro laboral en exceso competitivo. Se complacía, casi como modo de consolación, con atravesar el parque con aparatos y barras para ejercicio que se ubicaba en el camino desde la facultad; caminaba lento para admirar el cuerpo de alguno de los chicos que estuviera sin playera y que se viera musculoso, evitaba cruzar miradas, al menos esa noche. Se sentó en una de las bancas sólo un poco retirado del área de ejercicio y dio dos fumadas a su pipa. Después de cinco minutos, tomó nuevamente su camino, no sin darse cuenta que uno de los chicos que había estado ejercitándose, tomó el mismo camino detrás de él.

Caminando entre la muchedumbre que se dirigía en conjunto durante la entrada al transporte público, Alister pudo identificar la silueta de un chico musculoso que muy probablemente pudo haber estado en el parque del que recién venía. Yendo sólo un poco cerca detrás de él, tomaron el metro en dirección a Indios Verdes, a la altura de la última puerta en el último vagón. Con un aire de obviedad, entrar por la última puerta implicaba un poco más de empujones con el resto de los usuarios; ambos lograron entrar, aunque había muchos hombres separándolos.

Alister reconoció la imagen de Israel, amigo de Eric, en la apariencia del chico al que estaba prestando atención. Tan sólo unas semanas atrás, Alister, Israel y Jalil, un antiguo ligue de Eric, cogieron en la fiesta de cumpleaños que se celebró en casa de Oliver por el cumple de Israel; fue un encerrón en el baño, mamadas de verga y cogidas al culo abierto de Alister, quien sólo deseaba vengarse de Eric.

Alister supo que el chico al que miraba se había percatado de él. Fue fácil acomodarse en lo profundo del vagón, dando espacio a quienes se apretujaban para salir. Cerca de las escaleras de emergencia y de la puerta hacia la cabina de manejo ubicada en el extremo del metro, ambos pusieron sus mochilas en el suelo, mantenían el equilibrio sólo apretados entre la masa de gente. Con sus manos comenzaron a buscarse uno a otro a la altura de la entrepierna.

Gracias a la lluvia, el tren se detenía alrededor de cinco minutos entre cada estación.

Alister apretaba el miembro de quien se había presentado como Raúl y que mencionó bajar en la estación de División del Norte. Ambos embarraron un poco de saliva sobre el culo ahora descubierto de Alister. Dándole la espalda, Alister pudo sentir su fuerte respiración, así como una creciente y cálida erección que se restregaba sobre sus nalgas. Sin haberla mirado, sólo midiendo su grosor con la mano, Alister adivinaba el verdadero tamaño de la verga que comenzaba a entrar en su culo. Raúl lo rodeó con ambos brazos a la altura de la cintura, sus músculos se meneaban al ritmo del movimiento del tren.

Un creciente murmullo anunciaba el acto, varias manos recorrieron la entrepierna y el torso de Alister, quien recogía las vergas desnudas y en proceso de erección que se acercaban a sus manos. Tras alrededor de cuarenta minutos, antes de que Alister bajará en la estación Tlatelolco, Alister fue penetrado por Raúl y por tres hombres más que, en el vaivén de los usuarios que tambalean entre cada estación, se apretujaban para entrar en su delicioso culo.

Fuera de la estación y en camino hacia su edificio, Alister guardó el número de teléfono de Raúl, de quien había ya recibido una llamada y un mensaje con la invitación de coger en la terraza del edificio habitacional en donde vivía. Alister cogía con regularidad en el metro durante el camino de regreso desde la facultad, sin embargo era la primera vez que lo hacía a lo largo de todo el trayecto.

El tedio de una ardua tarde de estudio, junto con un ligero toque de desesperanza, era disipado por las caricias de un cuerpo musculoso y un conjunto de anónimas penetraciones públicas.

Nox DeliriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora