¡Púdranse Todos!

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La guerra había comenzado, y ambos bandos sufrían bajas significativas. Sin embargo, los héroes no estaban dispuestos a rendirse. Habían capturado al doctor aliado de los villanos, pero eso no preocupaba a Tomura, quien ya había obtenido todo lo que deseaba de aquel viejo loco. Ahora, el joven villano se dirigía al hospital donde el doctor tenía su laboratorio, específicamente al sótano.

Al entrar en el lugar, buscó a los Nomus que el doctor tenía encerrados allí. Eran más de cien, todos entubados e inconscientes, conectados a una gran computadora. Luego, buscó las balas quita don, pero solo encontró una. Frunció el ceño, pues esperaba encontrar muchas más.

El All For One estaba en su cuerpo, pero Tomura aún no conseguía controlarlo por completo. Sin embargo, tenía un plan para inclinar la balanza a su favor. Mientras se movía por el sitio, sintió a los héroes acercándose peligrosamente. Tomura sonrió con crueldad al apoyar sus manos en el suelo y susurrar:

—Púdranse todos en un instante. Bakugo, espero que seas lo suficientemente veloz para escapar del suelo; de lo contrario, adiós para siempre.

Con una sonrisa lunática, Tomura activó su don de putrefacción a mayor escala. Todo comenzó a desmoronarse, volviéndose polvo en un instante. Aquella onda de choque no era normal; desintegraba todo a la vez y en un instante. Su decisión era eliminar a los héroes y a todo aquel que los admirara.

Mientras el caos reinaba, Tomura recordó la promesa que le había hecho a Bakugo. Una promesa de redención, de luchar juntos contra los verdaderos enemigos. Pero las palabras de All For One resonaban en su mente, una sombra que nunca pudo sacudirse.

—Recuerda quién eres, Tomura. Ellos nunca te aceptarán. Eres un villano, y siempre lo serás. Bakugo te traicionará como lo han hecho todos.

La voz de su maestro, aunque lejana, era clara en su mente. Tomura, dividido entre la lealtad a su maestro y la promesa hecha a Bakugo, sintió cómo la oscuridad lo envolvía una vez más. Su miedo a ser traicionado, a ser abandonado como Tenkyo, lo llevó a una decisión irrevocable.

Hipócritas, púdranse todos, malditos hipócritas que solo saben disfrutar de la adulación de los demás ingenuos. Muéranse, malditos, el mundo estará muchísimo mejor sin ustedes. Los héroes solo saben lastimar a sus familias, abandonándolos para salvar a desconocidos. Malditos sean millones de veces. Fuera de este mundo para siempre.

Pensaba Tomura mientras aniquilaba no solo a héroes sino también a personas inocentes, junto a edificios, calles y demás estructuras tocadas por su onda expansiva.

Podía escuchar los alaridos desgarradores de todos al ver cómo su poder se les acercaba peligrosamente. Esa tarde, él había hecho una verdadera purga de héroes. Cuando acabó, tomó el micrófono y llevándoselo a la boca dijo:

—Ven… Maquia.

—Amo —fue la respuesta del gigante sin cerebro al oír la voz de Tomura.

Maquia lanzó un estruendoso rugido como si de una bestia se tratase y, tras abandonar su cómoda postura, empezó a correr, destrozando a su paso árboles, bosques e incluso la ciudad, aplastando a todo ser vivo que se cruzaba en su camino. Encima de esa bestia estaban ocultos Toga y Dabi.

El lugar donde Tomura se encontraba ahora era tan solo un desierto lleno de escombros y restos de cadáveres. La primera parte de su plan estaba hecha. Pero en esos instantes sintió, en lo más profundo de su inconsciente, una voz que al principio no reconoció. Esa voz le decía lo mismo una y otra vez:

—Hazte con él, absórbelo de una vez por todas. Hazte con el One For All.

—El One For All debe ser… mío —musitó Tomura, sin ser consciente de nada, creyendo que ese deseo era en verdad el suyo propio.

Más Allá De La Locura  (TomuBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora