En medio de la noche escuche un fuerte ruido proveniente de la cocina y me desperté de un salto <no vayas a ver> dijo mi mente, pero como es muy normal en mí, me levante temblorosa y me dirigí hacia allí, al pasar por el living tome un jarrón. En estos momentos odiaba vivir sola, casi pálida por el miedo me asome por la puerta de la cocina. En el suelo estaban esparcidas algunas botellas, y también agua, recorrí la cocina con mi vista, luego había vidrios y por último, el causante de todo aquello, una criatura extraña.
Quizás debería salir corriendo, pero en vez de aquello di un paso hacia delante, su rostro no se veía, estaba cubierto por una túnica negra con capucha, como Darth Vader. A pesar del terror que tenia de lo pudiera ser aquello dije decidida.
-¿quién eres? -Pregunté sin soltar el jarrón azul-
-eso no importa -dijo con una voz profunda, era hombre-
Una ráfaga de viento, que en realidad no tengo idea de donde apareció quito su túnica, dejándome ver a un guapo chico de unos 20 años, se veía verdaderamente guapo, era blanco, tenía el cabello color chocolate con unos rizos perfectamente despeinados, unos hermosos ojos verdes y una sonrisa maliciosa que me hizo temblar. Se acerco a mí en una velocidad sobrehumana y acaricio mi mejilla, al sentir el suave tacto cerré mis ojos.
-¡que bella eres! -Susurró-
-¿que... que quieres? -Pregunté aterrada-
-a ti... bueno... tu alma... -se alejo y yo abrí mis ojos -ah llegado tu hora Alison...
-¡¿qué?! -dije asustada -
-tu madre firmo el pacto -dijo obvio-
-ah? Mi...Mi... -no comprendía nada-
-ella no ah hecho nada... fue obligada... ah llegado tu hora preciosa... -dijo con culpa-
-¿Y qué pasara conmigo?... ¿que decía el pacto? -pregunte-
-ahora eres mía... me perteneces -dijo con voz sombría y me beso-
Sus labios eran suaves y dulces, pero, luego todo se volvió negro y caí en sus brazos, desde ese momento supe que le pertenecía para siempre. Aunque al principio decían que la muerte no le es fiel a nadie, desde que estamos juntos Tom es solo mío y yo obviamente solo de él, ¡¿Quién querría enfrentarse a la muerte?! sería algo ilógico, y aunque muchas veces discutimos ambos sabemos que nos pertenecemos uno al otro y al ser almas inmortales nuestro amor es eterno.
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