Capítulo 12-Final

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Salí de la charca escurriéndome el agua del pelo rubio que me llegaba hasta la cintura. En la isla siempre hacía calor, de modo que Lauren y yo casi siempre nos secábamos al aire, sobre todo porque no teníamos toallas.

Me miró mientras salía del agua. Sus ojos absorbían mi cuerpo entero que chorreaba agua. Me dio un vuelco el estómago cuando apartó rápidamente la mirada al acercarme a ella.

—Lauren ¿ocurre algo? —le pregunté. Oí el miedo en mi propia voz y al parecer ella también porque se levantó rápidamente y me estrechó en un cálido abrazo.

—No, cariño, todo está perfecto, es sólo que si sigo mirándote, no lograré soltar lo que tengo que decirte. Eres tan preciosa —me repitió y me besó suavemente en la boca, sin dejar de apretar mi cuerpo contra el suyo.

Fue un beso tan apasionado que cuando por fin nos separamos, yo estaba sin aliento.

—Mmm... Ya veo a qué te refieres —le dije.

Me miró un momento y luego echó la cabeza hacia atrás y empezó a reírse. Me encantaba verla hacer eso. Ésa era mi nueva meta en la vida: hacer llorar de risa a Lauren Jauregui por lo menos una vez al día durante el resto de nuestras vidas.

—Toma, ¿quieres ponerte esto mientras se seca tu combinación? —preguntó. Me dio el paño que normalmente llevaba enrollado alrededor del pecho.

—Vaya, Lauren, ¿así que hoy vamos a ir con el pecho al aire? —le pregunté desvergonzadamente.

Y ella sonrió y me echó una mirada traviesa.

—De todas formas eso es lo que suelo hacer cuando no estoy en el campamento.

—Ya sabía yo que me estaba perdiendo algo con esas excursiones tuyas.

Me miró con una sonrisa y me sonrojé al recordar lo que había pasado la única vez que decidí seguirla. Ella me miraba con una sonrisita curiosa.

—Vamos, deja que te ate esto, pequeña, y luego me gustaría que vinieras conmigo.

Decidí que me gustaba la sensación de la tela alrededor de la cintura y la libertad de los pechos. Lauren y yo caminamos despacio por el bosque. Me sentía encantada porque me llevaba cogida de la mano. Antes era yo la que siempre tenía que iniciar el contacto con ella. Ahora parecía más que dispuesta a cogerme de la mano mientras caminábamos. Estaba tan absorta en este sencillo placer que no me di cuenta de dónde me llevaba. Sólo cuando oí el ruido de la cascada, me detuve por fin.

—Lauren, tengo que...

—Shhh, por favor. Quiero compartir unas cosas contigo. No soy muy habladora. Me gustaría decirte lo que siento ahora. —Sacudió la cabeza y cerró los ojos—. Lo que quiero decir es que quiero decirte lo que estoy sintiendo. Lo que llevo sintiendo desde hace ya tiempo. Necesito explicarte por qué soy como soy.

—Lauren, no tienes que...

Volvió a hacerme callar apretando un dedo sobre mis labios.

—Por favor, pequeña, me gustaría hacer esto a mi manera. —Me miró hasta que asentí para decirle que lo comprendía y luego me llevó al borde del acantilado, donde las dos dejamos caer nuestros sarongs—. ¿Lista? —preguntó. Asentí y las dos saltamos por el borde con un grito.

Salí a la superficie jadeando.

—Aaaaaggggggg. Qué fría está el agua, Lauren.

Lauren me agarró por la cintura y me levantó por el aire. Tenía una enorme sonrisa en la cara. Nadamos durante una hora. Sobre todo nos dedicamos a jugar quién podía excitar más rápido a quién, hasta que Lauren puso fin a ese juego en concreto.

La Isla (CAMREN Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora