El Chico del Circo

OCHO

Entramos normalmente, como si no pasara nada, Sara y Dánica estaban escondidas en los rincones de la mansión, mientras que Jeff, Alexis y yo, entramos como si estuviéramos de visita.

Tocamos la puerta y esta se abrió de par en par. Nos recibió un mayordomo con rasgos asiáticos, solo había visto a alguien así en mi vida en el circo, una chica llamada Haruka, ella se encargaba de la decoración y el vestuario de cada espectáculo, era una buena persona. El hombre nos llevó a un comedor, este era muy grande, hasta podría decir que del doble del tamaño del que teníamos en la mansión.

—Parece que debo reemplazar el comedor que tenemos en casa. —dijo Jeff observando cada detalle del comedor.

Poco después llegó el concejal Walker, un hombre de mediana edad, sobrepeso, y un gran bigote, vestía una bata de dormir. Si apariencia descuidada significaba dos cosas, o no nos esperaba, o definitivamente lo hacía y se presentó ante nosotros son tal apariencia para faltarle el respeto a Jeff, después de todo, la etiqueta es muy importante para los nobles, aunque claro, Jeff, tampoco se preparó de la mejor manera para venir. El concejal se sentó al extremo opuesto de la mesa, Alexis y yo estábamos de pie a cada lado de Jeff. Esperando su señal para actuar, realmente no entendía por qué Jeff solo nos escogió para venir, si iba a vengarse lo ideal habría sido hacer lo mismo que el concejal hizo con nosotros, traer a un gran número de personas y destruirlo todo, incluso si tuviera la "magia" de su lado, aunque realmente no termino de entender cómo esta funcionaba más allá de las extrañas palabras que pronunciaban, el plan era muy arriesgado; en especial porque, lo más probable es que un número igual de hombres al que nos atacó en la mansión estarían escondidos, viéndolo en perspectiva, teníamos la desventaja. Tenía muchas inseguridades en ese momento, no sabía lo que iba a pasar, no podría prevenir nada, estaba nervioso, si algo malo pasaba no sabría qué hacer, aún tenía mucho que investigar, ahora que tenía un punto de partida para investigar los sucesos, no podía dar marcha atrás, no podrí permitirme morir, no allí, no ahora.

Alexis tocó mi hombro, me veía asustado, me dio un pañuelo y me sacó de mis pensamientos. No podía mostrar mi miedo, debía tener todos mis sentidos atentos para poder actuar ante cualquier cosa, Jeff contaba con eso.

—¡Oh! Conde Burrell, que esperada visita, aunque no pensaba que llegara tan pronto. —dijo de repente el concejal Walker.

—Vizconde Walker, asumo que tenéis una idea de la razón por la cual he venido hasta aquí a estas horas de la madrugada.

—Concejal Walker para usted joven Burrell, dentro de poco se me adjudicará el título de conde, ¿sabías? Su majestad la reina en persona reconoció mi labor estatal en el reino.

—Veo que vuestro sentido del humor es tan patético como de costumbre, os recuerdo la pequeña rivalidad que teníais con mi padre para ver quién obtenía el comando de la policía del reino, ¿recuerda quién ganó?

—Vuestro padre lastimosamente, aunque tengo entendido que a pesar de todo le cedió parcial libertad a la entidad de la policía y usted lo heredó simplemente, recuérdeme lo que le pasó a vuestro padre, ¿no fue él quien os abandonó? Huyó como un perro con la cola entre las patas dejándole todas sus labores a su primogénito, un mocoso sin experiencia que ni siquiera realizó su correspondiente debut en sociedad. A pesar de todo yo obtuve un poder mayor, me he ganado mi lugar como un miembro importante en la sociedad, mantengo mi dignidad, a diferencia de su familia que parecen un grupo de ermitaños que se asocian con la gentuza. En especial madame Rose, oh pobre, de no ser por mi hijo Charles ella no tendría ningún futuro.

Me sorprendí al escuchar esas palabras, eso explicaría por qué aquel sujeto actuaba así, de tal palo, tal astilla.

—No se atreva a blasfemar contra el buen nombre de la Marquesa Spooner.