𝓔𝓵 𝓱𝓪𝓵𝓵𝓪𝔃𝓰𝓸

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La lluvia caía  sobre la ciudad, empapando las calles y creando charcos que reflejaban las luces parpadeantes de los edificios. El detective Kim Ji-hoon caminaba apresuradamente hacia la comisaría, encogido bajo su impermeable. Era una noche como cualquier otra en la bulliciosa metrópoli, o al menos eso pensaba hasta que su teléfono sonó, rompiendo el murmullo constante de la lluvia.

—Kim Ji-hoon —respondió con voz firme.

—Detective, tenemos algo que necesita ver —dijo una voz femenina al otro lado de la línea. Era la oficial Park Hye-jin, su compañera en la unidad de homicidios.

Minutos después, Ji-hoon llegó a una vieja casa en las afueras de la ciudad. La puerta estaba abierta y una cinta amarilla de la policía delimitaba el perímetro. Subió las escaleras de madera, que crujían bajo sus pies, y entró en una pequeña habitación en el segundo piso.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó Ji-hoon mientras se quitaba el sombrero y lo sacudía ligeramente.

Hye-jin le indicó una mesa en el centro de la habitación. Sobre ella, había un cuaderno viejo y gastado, con una tapa de cuero que apenas se sostenía. Ji-hoon se acercó y, con cuidado, lo abrió.

—Lo encontramos escondido en un compartimento secreto detrás de esa pared —dijo Hye-jin, señalando un panel de madera parcialmente desmontado.

Ji-hoon comenzó a leer las primeras páginas del cuaderno, y lo que encontró hizo que su corazón se acelerara. Cada página estaba llena de detalles macabros, descripciones meticulosas de asesinatos que coincidían con casos sin resolver de los últimos veinte años. Al final de cada entrada, había una firma: "El Asesino del Silencio".

—Esto... esto es una confesión —dijo Ji-hoon, incrédulo.

Hye-jin asintió, su rostro reflejando la misma mezcla de sorpresa y horror que sentía Ji-hoon.

—No solo eso —añadió ella—, es un diario. El diario del asesino que hemos estado persiguiendo durante dos décadas.

Ji-hoon pasó las páginas con rapidez, su mente trabajando a toda velocidad. Cada entrada revelaba más detalles, más pistas. Pero lo que más le inquietaba era la sensación de que el asesino estaba cerca, observando cada movimiento, disfrutando del juego.

—Tenemos que revisar cada palabra, cada detalle —dijo Ji-hoon, cerrando el cuaderno con determinación—. Este diario podría ser la clave para atrapar al Asesino del Silencio.

Mientras se dirigían de regreso a la comisaría, Ji-hoon no podía evitar sentir una mezcla de emoción y temor. Sabía que estaban a punto de adentrarse en un juego peligroso, uno que pondría a prueba cada fibra de su ser. Pero también sabía que, por primera vez en mucho tiempo, tenían una oportunidad real de detener a uno de los asesinos más prolíficos de la historia de la ciudad.

Lo que Ji-hoon no sabía era que, desde las sombras, unos ojos fríos y calculadores observaban cada uno de sus movimientos, disfrutando del inicio de una nueva cacería.

Más tarde en la comisaría

Al llegar a la comisaría, Ji-hoon y Hye-jin se dirigieron directamente a la sala de reuniones, donde los esperaban el comisario Lee Sang-wook y el Dr. Choi Seung-hyun, el forense del departamento.

—¿Qué han encontrado? —preguntó Lee, mirando el cuaderno que Ji-hoon sostenía con tanto cuidado.

—Esto, Comisario —respondió Ji-hoon, colocando el cuaderno sobre la mesa—. Es el diario del Asesino del Silencio. Cada entrada detalla un asesinato diferente, todos coinciden con nuestros casos sin resolver.

𝔈𝔩 𝔇𝔦𝔞𝔯𝔦𝔬 𝔡𝔢𝔩 𝔄𝔰𝔢𝔰𝔦𝔫𝔬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora