El sonido de pasos y puertas siendo azotadas fue lo que lo despertaron. Cuando abrió los ojos se sintió perdido y mareado. Estaba en una habitación a oscuras. Todas las cortinas estaban cerradas y su ropa estaba desparramada por el suelo, su teléfono también.
Al sentarse en la orilla y ver un poco más allá, vio ropa desconocida. Encajaba con la mujer desnuda a su lado. No recordaba nada sobre la noche anterior. El reloj sobre la pared marcaba las cinco de la mañana.
«Si salgo ahora, quizá, no me recuerde después».
Antes de vestirse y reunir sus cosas, tapó a la mujer y escribió una nota con cuatro simples palabras. Las mismas de siempre:
Fue increíble, pero lo siento.
Palabras simples, que estaban tatuadas en lo profundo de su alma, las mismas que había usado el amor de su vida y dueño de su corazón como despedida. Era una manera masoquista de mantenerlo presente y un recordatorio de lo estúpido que había sido, ¿y que mejor manera de recordarlo y mantenerlo con él que seguir haciendo estupideces?
Jimin salió del lugar sin mirar atrás. Se dispuso a caminar para poder ubicarse. Aquello le ayudaba a aclararse la mente y procesar la culpa.
El club del que había salido parecía ubicarse en la zona central, mientras que su departamento estaba un poco más en las afueras, cerca de la zona de campamentos. Las áreas verdes le daban un poco de tranquilidad. Tener silencio era la única manera de no perder la poca cordura a la que se aferraba. El hombre rubio, con absolutamente toda su ropa era negra, se quedó pensando en aquello: lo que haría al llegar a su departamento. Necesitaba distraerse por el frío y de los escalofríos que lo recorrían por todo el cuerpo. Tampoco estaba soportando las miradas lascivas de la gente que lo miraba pasar.
«Se supone que es un conjunto para pasar desapercibido», recordó. La voz de Jungkook aún era clara en su cabeza a pesar de todo el tiempo que había pasado. Recordó a su corazón agitarse cada vez que lo veía vestido de esa manera.
«—Incluso vestido así, brillas más que el sol para mí», le había dicho. Ahora parecía que aquello había sucedido en otra vida, a otro Park Jimin.
Su mente estaba corriendo a mil por hora. Para el momento en el que identificó una calle cercana, tenía las manos entumecidas por el frío pero ya ni las sensaciones fuertes eran suficientes para centrarlo.
«¿Vida? ¿Es esto, vida? ¿Qué has echo? Nada. Fracasar».
Lo primero que hizo al cruzar la puerta del departamento fue encender la calefacción y quitarse la ropa. Podía sentir el olor de la otra chica en su chaqueta, uno demasiado dulce y empalagoso que le resultaba irritante. Incluso se sentía pegajoso debido al sudor de la caminata y a, seguramente, otros fluidos que no quería recordar. Su respiración estaba agitada.
«¿Qué es lo que has logrado? ¿Polvos de una noche cada ciertos meses? ¿No piensas sentar cabeza, usar tu carrera para algo mejor? ¿Por qué pierdes el tiempo haciendo coreografías para niños? Eres más que eso. Le has hecho ganar millones a Kim, ¿dónde está lo tuyo? ¿Quién eres? Falso. Falso. Falso».
Jimin comenzó a desprenderse de sus prendas desde el momento que cruzó su puerta. Para cuando llegó al baño, estaba desnudo. Temblaba.
Llenó la tina con agua caliente y roció un poco de aromatizante. Sentía el olor aún y lo estaba mareando. No le gustaba para nada. Se sentía aterrado por todo. Las palabras se repetían una y otra vez en su cabeza.
—Ya debería estar acostumbrado a esto, ¿no?— dijo en voz alta. Sentía las lágrimas picar—. El precio a pagar.
El silencio no ayudaba. Era un arma de doble filo: le daba calma o le resultaba aterrador porque no había manera de detener sus pensamientos.
Jimin cerró la llave de la bañera y se recostó. Tenía sales de baño en una esquina. Tomó una sin ponerle mucha atención y cerró los ojos. Estaba hiperventilando.
Pensó en el bonito parque a unas cuadras de su departamento. Trató de concentrarse en la música que le habían enviado unos días antes, en los pendientes que tenía para la empresa de su amigo, pero nada era suficiente para centrarlo hasta que el olor llegó a él, en medio de la bruma mental.
Vainilla.
Se aferró al olor y al recuerdo inmediato:
«Un día bonito. Practicaba con Yoongi basquetbol en las canchas del jardín exterior en la universidad. Era un poco tarde, las nubes habían bloqueado la luz del sol y había un aire frío que hacía que los olores se mezclaran y llegarán a sus fosas nasales.
—¡Hyung!— habían gritado.
Por inercia, había volteado, descuidando un poco su área y por lo tanto, dejando que Yoongi anotara una canasta muy fácilmente. Jimin no encontró a nadie conocido, así que lo primero que hizo fue golpear a Min con el balón.
—¡Hey!
—Por hacer trampa, Min.
Recordaba el enojo como algo amargo en su lengua.
—¡Hyung!— ahí estaba de nuevo, interrumpiendo la guerra de miradas que los jóvenes jugadores tenían.
Yoongi fue el primero en quitar la mirada ya que había reconocido la voz, por lo que al localizarla, se fue corriendo. Park se quedó en su lugar, mirando con una cara demasiado intimidante la manera en que su compañero de juego lo dejaba por otro chico, el mismo que había ocasionado que perdiera.
Incluso en el recuerdo, todo aquello parecía irreal, una fantasía.
Una corriente de viento hizo que la bufanda del chico desconocido se desprendiera de su cuello y acabará cerca de sus pies, por lo que se tomó la molestia de levantarlo y devolverlo. Al dirigir su mirada al dueño, quedó mudo. El viento hizo de las suyas de nuevo, revolvió el cabello de todos los presentes, llevando el aroma del desconocido castaño hasta Jimin: un suave olor a vainilla y galletas.
Jimin aún recordaba la sonrisa preciosa que le había regalado, pero fueron sus pequeños ojos oscuros y su cabello revuelto lo que lo había hechizado. Su rostro dulce y amable eliminó cualquier rastro de enojo.
—Jimin, por dios, dame eso que mi pequeño tiene frío...— apenas había logrado escuchar. Lo siguiente que vio fue a Min Yoongi poniendo la bufanda en su lugar. Recordó la envidia y después...—. Ve a casa Jungkook, ¡gracias por las galletas!
El chico abrazó a Yoongi y se fue, dejando su aroma a vainilla impregnado en las manos de Jimin y con su corazón latiendo a más no poder».
Jimin abrió los ojos y la sonrisa de aquel joven muchacho desapareció.
—Te extraño mucho, Jeon Jungkook.
Pero en la soledad de su departamento, era imposible que él, lo escuchara.
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HEARTBEAT (JIKOOK)
Hayran KurguJimin y Jungkook fueron novios por un largo periodo, pero se separaron tras un malentendido que después de años aún no ha sido arreglado. Su vida está enlazada, y no importa cuanto ellos quieran retrasarlo u ocultarlo, algo más fuerte hará que se un...