• Beg • [DRENG]

°• Rogar •°

Cheng se mordió el labio y clavó los dientes en la suave piel en un esfuerzo por distraerse del terrible y suave susurro de las callosas yemas de los dedos de Dre sobre su propia piel suave como un lirio. No gritaría, no daría voz a la debilidad que temblaba dentro de su piel, pasara lo que pasara.

O eso es lo que se dijo a sí mismo.

La verdad era que lo que más deseaba era expresar con voz su temblorosa debilidad, que era tan ligera y etérea en su estómago, tan estremecedora y pura en su garganta. Sabía que sería una liberación. Podía dejar que su voz se fuera, que se le escapara y entregar su placer a las manos de Dre. Podía dejar que el otro hombre se preocupara por sentirse bien y por hacerlo sentir mejor, por ir lo suficientemente lejos.

Pero eso se parecía demasiado a una debilidad, demasiado a una rendición de todo lo que había trabajado tan duro para conseguir. Había pasado años tratando de reconstruir su reputación después del enfrentamiento cuando eran más jóvenes; prácticamente se había reconstruido a sí mismo como alguien que podía enorgullecerse de sus artes marciales, su trabajo y su vida. Él y Dre se habían hecho amigos al final de la escuela secundaria y habían salido de vez en cuando en la escuela secundaria.

No fue hasta el primer año de universidad que se pusieron serios; Dre finalmente logró convencer a Cheng de que saliera del armario. Y su valentía se vio recompensada con sexo. Dios, pero su valentía se vio recompensada. En varios de sus períodos de descanso, Dre había aprendido algunos trucos que funcionaron de maravilla. Sin embargo, incluso entonces, con el placer pasando por sus venas con otro destino por primera vez en su vida, Cheng se había resistido a ceder el control.

Dre había convertido esto en una especie de juego entre ellos. A él le costaba conseguir que Cheng expresara sus placeres, mientras que a Cheng le costaba mantener bajo control el sonido. Ambos ganaban cuando Cheng finalmente se derrumbaba.

Pero el truco consistía en conseguir que Cheng suplicara.

Dre deslizó las yemas de los dedos por la piel de Cheng, dejándole sentir los ásperos callos que la marcaban. Podía sentir a su amante temblando, su piel prácticamente vibrando. Ya estaba rogando en silencio, claramente nervioso.

Bueno, Dre no era de los que lo dejaban allí. Mordiéndose el labio (aunque era una forma de reprimir una sonrisa oscura), dejó que sus dedos se pudieran enroscar alrededor del fuerte bíceps de Cheng. Atrajo al otro hombre hacia sí, fuerte y firme, como si fuera un niño débil, no un artista de Kung Fu de renombre nacional. Dre acercó a Cheng a él, metiendo la cabeza del hombre más pequeño bajo su barbilla e inhalando el cálido y rico aroma de su piel. Después de un momento, comenzó a respirar.

Su exhalación deliberada envió corrientes de aire de temperatura variable y sensaciones vacilantes por la espalda de Cheng. En respuesta, Cheng hundió los dedos profundamente en los fuertes músculos de la espalda de Dre. El hombre afroamericano respondió mordiéndole el hombro, lo que hizo que Cheng entrelazara las piernas alrededor de sus caderas. Rodaron ligeramente sobre la amplia cama, sus cuerpos tan estrechamente entrelazados que eran como un solo ser.

De alguna manera, Dre terminó encima, a horcajadas sobre las caderas de Cheng. Se inclinó, como si se estuviera preparando para besar a su ahora sudoroso amante, pero justo cuando los ojos de Cheng se cerraron, se desvió y mordisqueó con fuerza la hendidura de su garganta.

Cheng gimió, arqueándose, y suplicó.

28/07/2024
1:02 a.m.
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