La ducha fue revigorizante. El sudor que tanto le molestaba se alejó de su cuerpo y el olor del champú le relajaba; olía a melón. Le recordaba al olor de un chicle, de esos que comía cuando era niño y sus padres le daban unas monedas para ir a comprarlos.
Cuando salió de la ducha y caminó hacia el lado donde se encontraban las taquillas, se dio cuenta que la mayoría de los jugadores ya se habían marchado, sin embargo, había dos personas hablando. Uno de ellos era sin duda Nagi, al otro no lo conocía.
Se asomó disimuladamente entre un par de taquillas para intentar identificar al chico cuya voz no le sonaba. Era evidente que no había hablado nunca con él.
Era un chico alto y atlético, de extraño cabello morado. Le había visto en el campo. Era un buen delantero, puede que uno de los mejores del equipo por detrás de Nagi. Su visión de ese chico del que desconocía su nombre, es que era un jugador polivalente. Alegre y carismático, todos los jugadores le adoraban. Uno de los jugadores más fuertes y variables, podía hacer casi cualquier cosa y añadía lo que fuera a su estilo de juego con tal de que fuera eficaz para sus compañeros y poder ganar. Sin embargo, tenía un pequeño defecto: una obsesión por Nagi.
Le seguía a todos lados, siempre quería jugar con él, era su mejor amigo y eso no cambiaría pero... a Isagi había algo en esa forma en que le trataba que le chirriaba demasiado. Quizá lo veía demasiado obsesionado, tanto, como para considerar a Nagi algo "suyo" y no como una persona. Eso le molestaba, pero no diría nada al respecto. Él era el menos indicado para hablar, una vez también perteneció a alguien y él ni siquiera se dio cuenta de lo que ocurría hasta que fue tarde y le abandonaron.
Esperó detrás de las taquillas con la toalla enrollada en su cintura. Quería que terminasen de hablar y si hubiera podido, se habría marchado de allí pero... estaban en el pasillo donde estaba su propia taquilla. No podía irse sin su ropa. Tendría que esperar a que dieran por finalizada su entretenida conversación.
Isagi se sentó en el escalón que daba a la ducha y esperó en silencio. Les escuchaba hablar. Quizá ese chico pensaba que ya estaban a solas y no quedaba nadie allí, puede que Nagi sí supiera que él aún estaba en la ducha y por eso hablaba en un tono más bajo, aún así, se escuchaba parte de la conversación.
¡Se estaba confesando a Nagi! Al menos es lo que Isagi pensó. No es que lo dijera abiertamente, pero sus intenciones parecían claramente el querer salir con él a una cita o algo así. Por como Nagi lo estaba tomando, posiblemente pensaba en una quedada de amigos. Era muy inocente para esas cosas, eso es lo que descubría hoy si no pillaba esa indirecta de su "amigo".
Las voces se alejaron un poco. Se habían movido de sitio y entonces, Isagi supo que esa sería su única oportunidad de ir a su taquilla y poder marcharse.
Se levantó del peldaño de la ducha y salió hacia el pasillo de las taquillas. Miró por la esquina primero con cuidado para ver que ciertamente, se habían desplazado a otro pasillo. Accedió a él, llegó a su taquilla y la abrió con mucho cuidado de no hacer ruido. Se cambió lo más rápido que pudo dentro de ser lo más sigiloso posible. Cerró la taquilla con cuidado y salió del vestuario por el pasillo contiguo más alejado a las voces que escuchaba de fondo.
***
¿Vendría o no vendría? Es lo que Isagi pensó cuando la luna salió y la noche cayó sobre ese campo de fútbol vacío. Él lo había arreglado todo, los aspersores estaban apagados pero el césped hacía saltar gotas de agua cuando él movía sus botas para mantener el balón en el aire.
Un golpecito con su pie y elevaba el balón, lo veía volver a caer sobre su otro pie y volvía a elevarlo. A cada golpe, como si de una margarita a la que desflorase se tratase, se hacía la misma pregunta: ¿Vendrá? ¿No vendrá?
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Sueños rotos (Blue Lock: Nagi-Isagi)
FanfictionTras una grave lesión y una mala ruptura con su pareja, Isagi regresa a la universidad, sin embargo, su sueño de convertirse en el mejor delantero ha quedado hecho añicos. Sin fuerzas para regresar al equipo, queriendo ser invisible, acaba entrenand...