Capítulo 1: Liberian Girl

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El calor de la noche italiana hacía que la ciudad vibrara con una energía electrizante.
Las luces brillaban en el cielo y la música de los bares cercanos resonaba en el aire. En una habitación de hotel, me encontraba compartiendo saliva con una rubia de ojos azules; estábamos envueltas en una pasión ardiente. Nos habíamos encontrado en el bar del hotel, y la atracción fue inmediata. No hubo necesidad de palabras; la química era palpable.

—¿Siempre eres así de impulsiva? —le pregunté con una sonrisa traviesa mientras nos besábamos con avidez.

—Solo cuando encuentro a alguien que vale la pena —respondió, quitándome la blusa de un tirón. Gemí casi de inmediato.

Tenía puesto un conjunto rojo vino, dejando al descubierto mis glúteos y parte de mis pechos, ya que la tela era transparente. La ojiazul sonrió pícara agarrándome de la cintura de manera brusca. Besó mi cuello con hambre y me agarró con fuerza la mandíbula.

- ponte en cuatro...- susurró en mi oído. Apreté fuerte las piernas al sentir el contacto de su aliento en mi piel. - te prometo que si me obedeces, haré que mi lengua juegue con tu vagina toda la noche hasta que llores- dijo mientras acariciaba con dos dedos mi humedad.

Me giré lentamente, bajo la penetrante vista de la rubia. Coloqué mis rodillas y manos en los puntos que me había ordenado. Estaba totalmente expuesta a ella y sinceramente, me excitaba que me viera así.

- tócate...- ordenó.

comencé a sobarme de forma desesperada mi humedad, estaba completamente empapada.

- ah...- gemí suave. - Dios, voy a...- susurré casi inaudible. Me quitó la mano en seco, evitando mi orgasmo. - ¿qué mierda? - dije visiblemente frustrada.

una nalgada brusca me hizo dejar de rezongar.

- voy a tener que castigarte si sigues así...- dijo con una ligera risa. Comenzó a bajar mis bragas lentamente, hasta dejarlas a la altura de mis muslos. Dos nalgadas más me hicieron apretar los dientes de dolor y excitación. - estás goteando...-

- por favor, bambina, ¡solo tócame!- dije en súplica, inclinando cada vez más mi vagina hacia ella para poder sentir algo de contacto. Su respiración se hizo presente, y unos segundos después, su lengua tragando y saboreando mi excitación - non fermarti, per favore (no pares, por favor)...- gemí en un grito de placer. Pude sentir como ella también exhaló.

La noche fue una explosión de deseo y lujuria. Ambas olvidamos nuestras responsabilidades y nos dejamos llevar por el momento.

En la mañana siguiente...

- esa maldita alarma...- dije frotándome los ojos con fastidio. Me desperté con el sol filtrándose por las cortinas de la habitación y me di cuenta de que había dormido profundamente, algo raro para mí. Al abrir los ojos, vi a la ojiazul ya despierta, observándome con una sonrisa pícara.

—Buenos días, Doc. —dijo ella, estirándose en la cama, apagando la alarma de su celular.

—Buenos días —respondí, sintiendo una extraña mezcla de satisfacción y nerviosismo. - espera...- dije dudosa. - ¿cómo sabes que soy...- levanté una ceja sentenciando.

- bueno, al parecer alguien no recuerda nada de anoche.- rió fuertemente. - quisiera seguir acostada contigo, pero debo darme una ducha. El desayuno está en la mesa, pedí que lo trajeran al cuarto- dijo mientras se colocaba una tanga extremadamente pequeña.

- Sei così sexy (eres tan sexy)...- susurré mientras me mordía el labio inferior.

Tomó un vaso de la mesa de noche, bebió el agua de su interior. No tenía puesto sujetador, por lo que traté fuertemente de no desviar mi vista y parecer acosadora.

¿con la hija de mi jefe? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora