Era un sábado en la tarde, era uno de esos días en que podría dormir todo el día, pero supongo que no sería así, justo a la hora en que iba a alimentar a mí perra me di cuenta de un detalle, ya no quedaba de su comida, no me gustaban los perros, unos cuantos miedos que me quedaron de niña, pero, solo pensar en dejarla con hambre me generaba una sensación de culpa. Asíque sin muchas ganas me puse un abrigo de lana bien grueso para salir, su alimento no era caro, sin embargo habían pocos lugares donde pudiera conseguirlo, principalmente tendría que ir al centro de la ciudad a comprarlo, lo cual con este frío no daban ganas de salir. Mire cuánto tenía dinero contaba en mí tarjeta de débito y al ver tan...escasos números llamé a mí madre, mí madre no contesto la primera llamada asíque espere cinco minutos y sonó mi teléfono con una llamada de ella, hable con ella, le expliqué la situación y dentro de unos minutos me pasó la cantidad que necesitaba.-Gracias mamá! Hoy haré hamburguesas si?- dije antes de colgar, no esperaba una respuesta, mí madre era de las que cuando les preguntas que quieren comer no saben dar una respuesta clara.
Tomé mí abono y salí de mí casa con una bolsa de compras, espere el colectivo que esté por suerte iba a de viaje rapido, como me era de costumbre puse música y vi el camino hasta llegar, todo había sido rápido, al llegar al supermercado compré unas tres cosas: la comida de perro, harina y algunos turrones para comer de camino, había sido una compra rápida, más de lo que normalmente yo solía tardar.
Al regresar tomé un colectivo de un recorrido más largo, no había prisa y me encantaban los viajes largos, mí mente estaba divagando, los viajes largos eran relajantes, yo no tenía la obligación de hablar con nadie por silencios incómodos, tenía un lugar exacto dónde posar la mirada y que nadie me mirara, y como el viaje era más largo podía estar casi una hora en silencio, una señora con un bebé se sentó al lado mío pero no le preste especial atención, estaba pérdida en el viaje hasta que la señorita a mí lado tocó mí hombro, gire a mirarla y antes de que pudiera preguntar, fue muy fugaz cuando me entrego un bebé de apenas unos días y se bajó corriendo del colectivo, carajo, corrió tan rápido que parecía que la señora se estuviera cagando.
Yo me quedé en blanco por unos segundos antes de gritarle al chófer que parara, tomé mí bolsa de compras y afiance mí agarre apretando un poco al bebé contra mí pecho para que no se cayera, yo tenía sobrinos, sabía bien como sostener un bebé ,pero aun asi, nada me preparo para esta situación. Salí casi corriendo del transporte, no lo más rápido que podía ya que traía conmigo un bebé, que se podría lastimar bastante si yo me tropezaba, era lo último que quería asíque estaba bastante alerta, bastantes veces yo me tropezaba incluso caminando. Pero esa vez, aunque todo iba muy rápido y mí adrenalina estaba al tope, no me caí ni una sola vez, ni un solo tropiezo.
Miraba para todos lados buscando rastros de la mujer, recordaba vagamente la apariencia de la mujer pero aún así no la veía, fui preguntando a las personas cercanas.
-h-han visto una mujer de cabello corto y rizado eh... Con un jean azul! Y una camisa negra?- Trate de explicarme sin tartamudear, estaba demasiado nerviosa y nadie me daba una respuesta afirmativa, yo no era buena con las descripciones pero ver mujeres de cabello rizado era raro, algunos dudaron si decirme y luego me señalaron una dirección, vi a la mujer a lo lejos y la perseguí, de nuevo, mí mal estado físico al no ser muy amante de los deportes me jugó en contra y ella me llevaba varios metros de distancia, el bebé respiraba tranquilo en mís brazos, el movimiento no parecía despertarlo.
La mujer corría mucho más rápido que yo y no tardó en perderse entre la multitud que caminaba por las veredas, un sábado común, pero en verdad en ese momento realmente deseaba que no fuera un día normal, la ciudad atareada de gente evitaba que pudiera encontrarla, casi tropiezo y ya rendida busco un lugar para descansar el cuerpo, me sente en una esquina abrazando el pequeño cuerpo del bebé, presionandolo contra mí pecho y escuchando su tranquila respiración mientras presionaba torpemente en mí teléfono el 911.