Prólogo

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Hace mucho tiempo atrás, incluso antes de la creación de los hombres sobre la tierra, los dioses vivían en comunión en el Olimpo Romano, dónde descansaban de los placeres divinos

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Hace mucho tiempo atrás, incluso antes de la creación de los hombres sobre la tierra, los dioses vivían en comunión en el Olimpo Romano, dónde descansaban de los placeres divinos. Bajo el mandato del dios Júpiter, quien portaba un prominente rayo dorado, él era el padre de los dioses y hombres e hijo de Saturno y Ops. Su poder gobernaba el cielo, el clima y la justicia.

Esposo de Juno, la diosa que velaba por la protección de todas las mujeres sobre la tierra. Juntos tuvieron a Vulcano, el dios del fuego, quién se encargaba de forjar armas para guerreros y valientes. Aunque ella no parecía corresponder a sus afectos en un principio, Vulcano sentía un afecto profundo por su madre. Tanto así que a menudo la consolaba después de sus frecuentes discusiones con Júpiter.

Un día, en un arrebato de celos, Juno confrontó a su esposo, y este, enojado, la suspendió en las nubes mediante una cadena de oro. Vulcano intentó salvarla, pero no tuvo éxito. Júpiter, furioso por la interrupción de su hijo, lo expulsó del cielo, provocando que este cayera en la tierra, en la isla de Lemnos. Dicha caída fue tan grave que lo dejó cojo y deforme, pero aún así su madre no se preocupó por su bienestar. Fue entonces que se retiró al monte Etna, dónde estableció una gran forja y colaboró con los cíclopes Brontes, Estéropes y Piremón.

La deformidad de Vulcano era tal que le impedía encontrar la felicidad, siendo rechazado por Minerva, diosa virgen y guerrera, quién juró no casarse nunca. Pero entre todos los dioses del olimpo romano se encontraba Venus, la diosa del amor y la belleza, quién por su vanidad rechazaba a sus pretendientes.

Como castigo, Júpiter la casó con Vulcano, obligándola a ella y a sus acompañantes, las Gracias, a vivir con él en su cueva ubicada en el monte Etna. Pero su matrimonio duró lo que dura un suspiro, y ella lo abandonó en busca del afecto de otros, entre ellos su hermano Marte.

Y se preguntarán, ¿a qué viene todo esto que les cuento?

Pues bien, para eso les pediré que me acompañen en un viaje hacia la ciudad de Pompeya, próxima a la actual Nápoles. La cuál destacaba por su inigualable belleza, sus frondosos paisajes verdes y calles adoquinadas, pero sobre todo por el prominente Monte Vesubio, el cuál hizo erupción el 24 de agosto del año 79 d.c., dejando inmortalizadas hasta el día de hoy a sus víctimas.

Cuenta la leyenda que en aquellos días de gloria, antes de que la furia del dios Vulcano fuera desatada, una joven esclava llegó a Pompeya desde las tierras de Macedonia, cambiando así el rumbo de la historia y convirtiéndose en una de las mejores gladiadoras que Pompeya e incluso el imperio romano jamás había visto.

Ella fue Atenea Nikephoros, y está es su historia.

La canción de Pompeya (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora