Los gruñidos del animal canino más característico de aquel continente se escuchó a sus espaldas.
Casi pega un salto de solo pensar en aquella bestia relamiéndose los dientes mientras olfateaba su carne, pero, muy al contrario de sus emociones internas, se mostró inexpresiva, aunque apretaba los dientes para no emitir sonido alguno. Respiró hondo y de un movimiento a otro, se echó a correr lo más rápido que le permitían sus torneadas piernas.
El can no estaba dispuesto a volver a su cueva sin la cena de aquella madrugada, por lo que salió detrás de ella en una persecución que determinaría la supervivencia de uno o de otro.
El basural a cielo abierto, a las afueras de la ciudad capital de Cirim, era un territorio dominado por toda clase de animales salvajes que habían sido expulsados de su hábitat natural por la constante expansión de las ciudades a lo largo y ancho de aquella nación.
Cenith era consciente del peligro, pero una vez al mes se arriesgaba con el único objetivo de rescatar los libros de fantasía, ciencia ficción, o historietas viejas, que eran desechadas por anticuarios o escuelas privadas de la ciudad, en aquellos días ya casi nadie apreciaba un libro de papel y tinta.
—Perro de mierda.
Murmuró, ocultándose detrás de una pila de basura, en su mayoría restos de componentes electrónicos. Trató de controlar su respiración hasta contenerla por unos segundos para que el perro salvaje no detectará su ubicación con alguno de sus muy desarrollados sentidos de cacería. El animal gruñó una vez más luego de que no dio con su presa y se alejó saltando sobre los montículos de basura que estaban a nivel del suelo.
Cuando ya no hubo ruidos de olfateo o pisadas cerca, Cenith soltó la respiración, estaba fuera de peligro, por lo que sacó de su pequeña mochila un computador portátil, resumido en un plástico traslúcido de siete pulgadas, para encontrar la salida de aquella metrópolis de residuos.
Las torres de basura orgánica y electrónica se asemejaban a rascacielos de glamorosas ciudades de los Estados Unidos, pero no eran más que ilusiones en la oscuridad de la madrugada. Ante la imposibilidad de conectarse al internet, y sus pocas ganas de querer lidiar con esa molesta, pero necesaria tecnología, la guardo una vez más y tras colocársela en la espalda reguló las tiras de su mochila y dio algunos pasos hacia el oeste, hacia la dirección en la que habia más luces, cuando una gigantesca mano robótica cayó a unos metros de ella para arrastrar uno de estos edificios compuesto de cientos de residuos, para posteriormente arrojarlos al triturador de basura.
Las luces que rodeaban el brazo mecánico dejaron ver el cabello verdoso que caía sobre la frente sudada de Cenith. Su ojo azul brilló con más intensidad al encontrarse con la luz blanca, pero de su ojo ámbar tan solo se llegó a divisar esa marca de estrella en el interior de su pupila.
Luego de haber perdido unos segundos en admirar el tamaño colosal de aquel robot carente de inteligencia artificial, con disgusto, acostumbrada a su presencia, pretendió retomar su camino, pero fue inesperadamente derribada por el mismo can de antes, quien había regresado a por ella cuando la maquinaria llamo su atención producto del ensordecedor ruido. Desesperadamente, intento quitarse al animal de encima, pero este apoyaba todo su peso sobre su abdomen y trataba de llegar a su carótida. El miedo se apoderaba de su mente, por más que se esforzara por controlarse.
Finalmente, fue el instinto de supervivencia quien la impulsó a agarrar el hocico de la bestia con ambas manos y exclamar: ¡Núcleo Ardiente!
Una luz emergió del centro de su vientre dibujando un extraño símbolo rúnico similar al del infinito; tras ello el animal se desplomó junto a ella y un espeso humo brotó de su boca y fosas nasales, el corazón de la bestia había sido calcinado. Cenith había invocado rayos desde las palmas de sus manos, las cuales le habían quedado temblando y ardiendo como si estuvieran en llamas. Exhaló aliviada al haber sido nuevamente salvada por aquello que un viajero del viejo continente americano le dio y enseñó cuando apenas era una preadolescente desnutrida.
—¡Runas! —Gritó alguien a lo lejos.
Cenith rápidamente se puso de pie, algún guardia la había visto. "Mierda, mierda, mierda", repetía en su cabeza sorteando los múltiples obstáculos que un basural podía ofrecer. Además de la escasa luz que proveía una miserable luna menguante en una atmósfera cargada de esmog. Su cuerpo estaba acostumbrado al desgaste extremo, por lo que, a pesar de haber tenido una persecución previa, tenía la suficiente energía para dejar los dos guardias que la venían siguiendo varios metros por detrás de ella, ignorando el dolor en sus manos.
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Runas de la Revolución
خيال (فانتازيا)En el año 2056 la nación de Cirimfell se encuentra al borde del colapso, aunque no se pueda notar a simple vista. La amenaza de una guerra inminente y del genocidio de una minoría pone en peligro la estabilidad del país y el futuro de sus ciudadano...