CAPÍTULO 46 "LA PIJAMADA DE LOS CASOS NO RESUELTOS"

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Camile.

De acuerdo, ¿por dónde empiezo?

La visita de Liz solo llegó a poner el ambiente tenso.

No solo afectó a Owen, sino también a Estela. Los dos hermanos estaban muy irritables y distraídos, parece que el contacto con esa chica había revivido fantasmas del pasado.

Owen estaba más serio de lo normal y tengo entendido que en la fiesta del equipo se puso tan borracho que sus papás lo regañaron.

Estela era la que más me preocupaba, estaba lejos de todos, dejó de usar colores fuertes en su ropa, parecía deprimida y se alejó de todos, bueno, ya se había alejado de mí y no lo tomé personal, pero ella se alejó de todos, era normal verla por los pasillos usando colores muy oscuros y sus audífonos de casco inalámbricos, y según Oliver, ya no comía con ellos en la cafetería, y en clases era muy callada.

Esa no era Estela.

Oliver quería hacer algo, pero no sabía qué, Jack parecía tener una especie de acercamiento con todos, menos con Oliver, ellos aún mantenían una distancia muy significativa.

Por mi parte, no pasó mucho, hablaba con Santiago y cuidaba a mi hermana, seguía presionada, pero mi papá me estaba cubriendo cada que quería salir o por lo menos cada vez que mi mamá no llegaba tan temprano.

Estaba en el auditorio de la escuela, mi maestro de filosofía me mandó a una presentación, creí que iba a ser una obra o algo, pero solo era una presentación de Power Point que no entendí, era una conferencia o algo parecido, la verdad es que una noche antes apenas y pude dormir, así que le pedí a Oliver que me acompañara para que me hiciera la plática y no quedarme dormida.

Cuando llegamos nos sentamos hasta atrás, ya que la conferencia había empezado, lo cual agradezco, ya que al no haber gente me pude quedar dormida entre dos bancas.

«Oliver no me sirvió de nada»

Me desperté un poco confundida, ya que prendieron la luz del auditorio.

«¿Es la hora del receso para ir por algo para comer?»

— ¿Cómo dormiste? — preguntó Oliver, pero yo apenas podía abrir los ojos. — Por lo que veo te falto.

Él se empezó a reír, pero no lo podía ni ver, sentía que necesitaba dormir otros dos años sin parar.

—No es gracioso — espeté buscando mi mochila.

«¿Es una broma Polinesia que no encuentre mi mochila?

Ya la arrojaron por la ventana di»

—Sí es gracioso cuando tienes la banca marcada en la cara — me pasó un dedo por la cara y yo le di un manotazo.

—En mi defensa no dormí nada — dije mientras seguía en mi búsqueda y solté un quejido al no encontrarla.

—Tu mochila está en la banca, la usaste de almohada — explicó él y señaló la banca.

— ¡Ahí estás! — chillé y me la colgué — vámonos, tú tienes clases.

—Y tú necesitas una cama.

—Muy gracioso —espeté de forma irónica y salí del auditorio con él detrás de mí.

— ¿Por qué no dormiste? — preguntó cuando llegó a mi lado y caminamos a mi salón.

—Tenía que hacer un ensayo de ciencias políticas sobre la democracia y su implementación en el mundo, era algo de 7 hojas, pero tenía que leer mucho y me acordé ayer a las once de la noche por un mensaje en el grupo.

El chico de la bufanda grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora