Capítulo 5

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Después de registrarse en un hotel a sólo una manzana o dos del elegante establecimiento donde se suponía que se hospedaban, Louis fue inmediatamente a la ducha y se lavó la frustración de todo el día. Se había sentido un poco sorprendido cuando su nuevo compañero pagó su propia habitación, pero le venía bien. No quería estar a menos de tres metros del cabrón si no era necesario. Arrogante remilgado. Dios, el tipo probablemente dormía con su corbata.

Tener habitaciones separadas funcionaría bien si Louis pretendía comenzar como de costumbre. No estaba acostumbrado a los canales normales y trabajaba mucho mejor en un caso a base de instinto que con métodos convencionales. Dudaba que Harry fuera a ir con él esta noche, de todos modos, iba a salir por su cuenta. Siembre había estado más cómodo escabulléndose en las sombras que señalando su autoridad.

En una habitación al final del pasillo, Harry suspiró cuando tiró las bolsas de lona y el maletín. Se pasó las manos por el pelo y se estiró. Louis y él habían terminado a varias puertas de distancia, pero no era lo suficiente lejos en lo que se refería a Harry.

Una ducha caliente sonaba bien, así que empezó a desnudarse. Lo siguiente en el orden del día era la comida, y luego volvería a la oficina. Se recordó que por lo menos tenía que llamar a Louis y decirle a dónde iba. Si fueran verdaderos compañeros, se habrían quedado en la misma habitación, pero segurísimo que él no iba a sugerirlo. No era tan masoquista.

Se puso unos cómodos vaqueros desgastados y un jersey de color rojo óxido con cuello en V después de lavarse, recogió la funda, verificó todo antes de colocársela cómodamente sobre los hombros. Comprobó las delgadas vainas que llevaba por dentro de las muñecas, luego se arrodilló y ató otra alrededor del tobillo. Completamente armado, se sintió mejor de lo que se había sentido en todo el día. Odiaba los aviones. La seguridad tendía a ser un poco estridente cuando intentabas atravesar los puestos de control con algunos cuchillos, incluso si eras un agente federal que siempre llevaba un arma.

Se puso la chaqueta de cuero por encima y con una mirada al espejo, puso los ojos en blanco. Louis probablemente pensaría que estaba tratando de copiarle, de parecer menos estirado y más digno de la calle. Harry suspiró ante el espejo, luego agarró su cartera, los cigarrillos, el encendedor y la tarjeta llave y se dirigió por el pasillo hasta la puerta del otro agente para una rápida comprobación.

Louis respondió el golpe brusco envuelto en una toalla, el cuerpo todavía mojado y con el vapor saliendo de la puerta del baño detrás de él.

Harry alzó una ceja mientras su estómago saltaba en reacción.

—Sí. Eso es muy seguro —comentó, forzando la voz para sonar irónico.

—¿Qué? —preguntó Louis con una inclinación de cabeza.

Harry miró significativamente hacia arriba y hacia abajo del cuerpo apenas cubierto de Louis.

Louis se miró a sí mismo y luego a Harry con desdén al darse cuenta de lo que este estaba diciendo.

—Soy un arma letal, hombre _gruñó. Se volvió y le hizo un gesto con la mano por encima del hombro, diciéndole que entrara.

Harry habría resoplado excepto que pensó Louis no exageraba tanto. No se sabía cuáles eran los antecedentes de Louis (aunque Harry ya había discernido que era algún tipo de militar), pero parecía efectivamente capaz. Y en forma. Muy en forma. Harry tragó saliva mientras entraba y cerraba la puerta tras de sí, dejando los sentimientos extraños en el pasillo y cubriéndose de nuevo con su capa de profesionalismo por seguridad.

—Pensé que te gustaría saber que no voy a estar en casa al toque de queda —dijo, deslizando una mano en el bolsillo de su chaqueta.

—No soy tu jodido guardián —gruñó Louis mientras se quitaba la toalla y buscaba sus calzoncillos. Miró hacia atrás para ver la mano de Harry en el bolsillo y se tensó instintivamente.

Retirada (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora