Parte 2

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Después de mucho tiempo, retomo lo que algún día comenzó... Volver a sentir depresión no es lo que me preocupa, sino lo fuerte que pueden llegar a ser mis pensamientos...

-Tú no puedes controlarme, yo soy tu dueño.

-No, no es verdad... yo puedo... debo poder...

-¿En serio crees que puedes resistirte? Mírate, eres débil. Siempre lo has sido.

-¡No! Yo... yo he cambiado, soy más fuerte ahora...

-¿Más fuerte? ¿Acaso no estás llorando ahora mismo? Cada lágrima que derramas me hace más poderoso.
En la penumbra de su habitación, se siente más perdida que nunca. La mente macabra vuelve a susurrar, ahora con una intención más siniestra.

-¿Sientes el dolor? Es un alivio, ¿no es así? Solo un pequeño corte, una liberación momentánea.

-No... no quiero hacerme daño. No otra vez...

-Pero lo necesitas. Sabes que el dolor físico es lo único que te hace sentir viva. Vamos, solo un pequeño corte. No dolerá tanto como la agonía que sientes por dentro.

-Luchando contra el impulso, sus manos tiemblan mientras se acerca a la navaja que una vez prometió nunca volver a usar.

-¿Ves? No puedes resistir. Soy más fuerte que tú. Yo te domino. Tú no puedes controlarme. Yo soy tu dueño.

-Una lágrima final cae mientras la desesperación la consume, dándose cuenta de que la batalla contra sus pensamientos oscuros es más difícil de lo que jamás imaginó.

Después de la última caída, el dolor y la desesperación se han convertido en su constante compañía. La cicatriz fresca en su brazo es un recordatorio de la batalla interna que libra cada día.

En la quietud de la noche, los susurros vuelven, más intensos que nunca.

-¿Te gusta esa sensación? El dolor físico solo es un reflejo de lo que llevas dentro.

-¡Basta! ¡Déjame en paz! No quiero seguir así.

-No puedes huir de mí. Soy parte de ti. El miedo, el dolor, la desesperación... son tu verdadera naturaleza.

-No... no es cierto. Tengo que luchar. Tengo que encontrar una salida...

-¿Una salida? No hay salida. Solo el abismo te espera. Ríndete a mí, acepta tu destino.

-¡No puedo! ¡No quiero! Quiero vivir, quiero ser libre de ti.

-¿Libre? ¿A qué precio? La libertad no es para ti. Eres demasiado débil para soportar la luz. Solo el dolor te da consuelo.

-Cierra los ojos, respirando profundamente, tratando de encontrar una chispa de esperanza en la oscuridad.

-Tu resistencia es inútil. La esperanza es una mentira. Solo yo soy real. Solo el dolor es real.

-Recuerda momentos de felicidad, rostros de seres queridos, y se aferra a esos recuerdos como un ancla en medio de la tormenta.

-No podrás aferrarte a eso para siempre. Eventualmente, te hundirás. Y estaré aquí, esperando.

-Pero, ¿y si hay otra manera? ¿Y si busco ayuda? ¿Y si dejo que otros me ayuden a luchar contra ti?

-La risa de la mente macabra resuena, cruel y despectiva.

-¿Ayuda? Nadie puede ayudarte. Estás sola en esto. Siempre lo has estado.

-Pero... ¿y si no lo estoy? ¿Y si alguien puede comprender mi dolor y ayudarme a superarlo?

-Un rayo de duda aparece en los susurros oscuros, por primera vez vacilando.

-Intentarlo solo te llevará a más dolor. Nadie entiende lo que llevas dentro. Nadie puede salvarte.

-Pero, debo intentarlo. Por mí, por aquellos que me aman. No puedo seguir dejándome dominar por ti.

-La batalla interna continúa, pero por primera vez, una pequeña chispa de esperanza empieza a iluminar la oscuridad, sugiriendo que tal vez, solo tal vez, la lucha no esté perdida.

-¿Esto es lo que quieres? ¿Este sufrimiento constante?

-Sí, porque en el dolor encuentro mi poder sobre ti. Soy tu mente macabra, y siempre te dominaré.
-No puedo dejar que me domines... no otra vez...

-No tienes elección. Tú no puedes controlarme. Yo soy tu dueño.

-¿Qué hago para librarme de ti...?

Después de intentar buscar ayuda, la realidad de su aislamiento golpea con fuerza. Se siente más sola que nunca, y los susurros oscuros no pierden la oportunidad de atacar.

-¿Ves? Estás más sola que nunca. Eso me da libertad.

-No, no es cierto... aún hay quienes se preocupan por mí...

-Pero aunque te duermas, te estaré mirando en la esquina más oscura de tu habitación.

-¡Déjame en paz! Solo quiero descansar...

-Nadie te quiere. Todos juegan contigo. Solo te miran por lástima.

-¡No! No es verdad... Mis amigos, mi familia... Ellos me quieren...

-¿De verdad lo crees? Mírate. Eres un desastre. Un estorbo. La compasión que ves en sus ojos es solo lástima.

-Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas, sintiendo el peso de cada palabra.

-¿Sientes eso? Es el vacío. La soledad. El dolor. Soy yo, tu verdadero yo.

-Pero... tengo que luchar... No puedo seguir así...

-Luchar es inútil. Te consumiré. Eres mía.

-No... No puedo rendirme. No otra vez.

-Pero ya lo has hecho. Mírate. Mientras más te resistes, más fuerte me hago.

-Con cada palabra, siente que la oscuridad la envuelve, pero una pequeña voz dentro de ella aún susurra una débil esperanza.

-Pero... aún así, no puedo dejar de luchar. No puedo rendirme a ti. Hay más en la vida que esta oscuridad.

-¿Más? La risa de la mente macabra resuena, helada y cruel.

-Sí. Más. Tengo que creerlo. Tengo que intentarlo, por mí misma.

-La lucha interna continúa, pero con cada paso, la esperanza, aunque tenue, sigue viva, recordándole que la batalla por su alma aún no está perdida.

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⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

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