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—¡Ya quita esa cara!—Sunghoon no era de los que le subía el ánimo a la gente, pero no le gustaba ver a sus amigos cabizbajos.
   
—¿¡Cuál!?—Jake preguntó, rodando la botella sobre su brazo y la rescató con un movimiento acrobático que fue ovacionado.

—¡Esa, la que tienes ahora!—habló fuerte, esperando que la música no mitigara su tono—. ¡Solo es parte de la dinámica!

—¿¡Eso te pareció!? Fueron novecientos, el idiota ese pagó novecientos—enfurecido, azotó dos vasos sobre la barra—. ¡Aparte se burló en mi cara cuando la subasta fue cerrada! 

—¿Y eso qué? Ustedes aceptaron desde el inicio, Sim—le reprochó, quitando la tapa de dos cervezas que entregó a un par de adolescentes.

—Ya sé, ya sé, pero se supone que son citas amistosas—rugió, depositando las onzas adecuadas para la bebida requerida—, ese tipo busca todo, menos la amistad de Heeseung.

—Estás paranoico.

—¿Tú no lo estarías?—Jake estaba diez kilómetros más allá de lo enojado—. Un tipo de treinta años, adinerado y bien parecido saldrá en una cena con mi novio.

—Velo por el lado amable, Heeseung no puede relacionarse con ningún cliente o si no Jungwon...

Sunghoon cerró la boca al escuchar el gruñido primitivo y con voz gruesa que el pelirosa soltó, retrocediendo unos cuantos siglos a su evolución. Apreciaba su vida y le faltaba mucho por recorrer, no quería que lo asesinaran siendo tan joven.

—Bueno, no te enojes—hizo un esfuerzo por arreglar lo que casi arruina—. Dile a Heeseung que se niegue y ya, devuelvan el dinero.

—¡No! Un trato es un trato, además yo sé que nunca me sería infiel—dijo incómodo, antes de sonreírle con falsedad al chico que esperaba sus tragos y que fingía no escuchar la plática.—Doce dólares.

La cantidad mencionada le fue pagada y lo guardó en su delantal. Luego, se frotó las palmas por su cara y ahogó un grito lleno de frustración; Jake no era una persona celosa, sabía muy bien lo que era y lo que representaba en la vida de Heeseung, pero la espina se le enterraba en su corazón al no poder competir con un magnate.

No presumía de una mala autoestima, al contrario, tenía conocimiento de ser atractivo y poder despertar la envidia de cualquiera... pero como todo, tenía malos ratos, este era uno de ellos.

—Deberías calmarte, es decir...—Sunghoon supo que no era una situación tan superficial—. Podemos detener esto de las subastas, si alguno de nosotros no está cómodo, no tiene caso.

—No es eso...—habló quedito, apenas haciéndose oír—. Olvídalo, ¿sí? Estoy exagerando.

—No es exageración, creo que si yo estuviera con alguien y me pasara algo así, me pondría igual o peor que tú—murmuró, honesto.

—Ajá, por eso tú fuiste su mejor postor.

El entendimiento de Sunghoon se vio dañado.

—¿Perdón?

Jake volteó los ojos y con un ademán le restó importancia al tema, moviéndose hasta el lado opuesto de la barra y abandonó a su amigo que yacía en una postura floja.

—¡Tú!—gritó uno de los infinitos borrachos cerca del mostrador.—¡Una cerveza, o dos, las que sean, pero ya!

Sunghoon arrugó el entrecejo al no agradarle el mal modo en que el joven le pidió las bebidas, pero fue paciente y asintió una sola vez con la cabeza, girando hacia el refrigerador repleto. Tomó el par y con un trapo, limpió los envases ligeramente mojados, dispuesto a entregar el pedido con una buena cara y humor.

Club Bengala || Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora