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Un tanque de gasolina no era basto cuando se hablaba de buscar un jodido local que les brindara algo digno para establecer un negocio.  

Peor aún, el quedarse sin gasolina no era lo grave en todo el asunto, porque eso se solucionó con ir a la gas más cercana.

Pero joder, una llanta ponchada si podía considerarse un complot del universo en contra de los chicos.

En su maldita suerte, Jungwon cayó en una coladera destapada y por obra de los astros, una de las ruedas traseras se desinfló paulatinamente, dejando que el rin comenzara a forzarse en contra del asfalto.
 
Se orillaron a ver qué se había suscitado y tuvieron que apagar el motor porque no era posible seguir avanzando así. Heeseung descargó la llanta de refacción y por mero respeto, no le soltó alguna maldición a su jefe, cuando este le dijo que no traía maleta con herramienta para poder cambiarla.
  
Ahora estaban tristemente varados en una calle poco concurrida, con solo dos teléfonos de sitios comerciales decentes que apenas y lograron encontrar. Jake yacía recargado en el capó y Jungwon sentado en la acera, aventando diminutas piedras a la mitad de la avenida.

—¿Ya le marcaste a Sunghoon?—le cuestionó el pelirosa a su novio.

—Ya, le dije que tomara la llaves de la moto y que viniera, le mandé la ubicación.
  
El pelinegro no estaba enojado pero si desesperado, llevaban veinte minutos ahí y el día nublado pronosticaba la lluvia en un par de horas o quizá más pronto de lo que se imaginaban.

—¿Vendrá con la maleta?—indagó Yang, apenado por su error. —Creí que yo tenía en la cajuela.

—Ya fue, Sunghoon tiene la de su antiguo auto, espero no tarde—le respondió y sacó un cigarrillo de su cajetilla.

—Amor...—gruñó Jake, mirándolo desde abajo. 
 
—Solo uno.

Sim volteó los ojos y se encogió de hombros, su esfuerzo por quitarle ese vicio seguía sin rendir frutos, ya que Heeseung gustaba bastante de fumar a pesar de ser contradictorio para su salud a largo plazo.

—¿Te gustó alguno de los dos asombrosos locales que encontramos?—luego de sacar la primer bocanada de humo, Heeseung interpeló.

Jungwon extendió la mano hacia él, pidiendo que le compartiera un poco de tabaco.

—El segundo estaba amplio, lo único que no me agradó fue la ubicación—se sinceró, poniéndose el filtro entre los labios. —Está muy escondido.

—Concuerdo con eso, está lindo pero dudo que sea lo que necesitas—aportó Jake—, está siendo más complicado de lo que pensé.

—Ya sé, espero podamos encontrar algo cuando los chicos lleguen.

—Park dijo que él ya tenía unas ocho opciones, hay que llamar y visitarlos propuso el de cabello rosas.

El par restante coincidió con la sugestión.

—Hablando de Sunghoon... —el rubio bajó su tono de voz—. ¿Está saliendo con Sunoo, no?

La pequeña sonrisa que por instinto, Jake hizo, se consideraba una buena respuesta.

—Al parecer, se han vuelto muy unidos —barboteó, animado—. No quiero hablar de más, pero está claro que no hay solo amistad entre ellos.

—Eso no se pone en duda, Jake—Heeseung reiteró. —Si por Sunghoon fuera, ya le hubiese puesto casa, carro y hasta servidumbre a Sunoo.

—Domaron a la bestia.

—Eso es lo increíble.

Porque si lo era.

Club Bengala || Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora