Capitulo 3 - Mentiras.

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Una vibración me despertó. ¿Qué mierda...?
Juraría que no dejé configurada ninguna alarma
para hoy. Me pasé las manos por la cara y parpadeé
varias veces para ver bien. Me incorporé sobre los
codos y eché un vistazo bajo la almohada. El móvil
estaba vibrando, era una llamada.

Me dolía la cabeza. Mucho. Demasiado. No vuelvo
a beber nunca más.

Estire el brazo y descolgué la llamada. La cara
preciosa, por cierto – de Tay apareció ocupando
toda la pantalla. Tenía el pelo recogido en una cola
de caballo bastante desordenada con mechones de
pelo cayéndole a ambos lados de la cara. Y llevaba
puestas sus gafas, esas que sólo se ponía para estar
en su casa y que le quedaban espectacularmente
bien.

Me incorporé mejor y alcancé los audífonos.

–La fiesta de ayer bien, por lo que veo– dijo en un
tono divertido.

Su voz resonó en mi cabeza como si me estuviera
gritando directamente en el oído. Hice una mueca y
le baje un poco el volumen.

–Buenos días– hable con la voz más ronca de lo
que esperaba.

–Hasta con esa cara resacosa y recién levantada
estás preciosa.

La miré a través de la pantalla mientras notaba que
mis mejillas se iban enrojeciendo.

–Oh, cállate.

–Oye, Chi... – comenzó a decir, pero se cortó a sí
misma.

–¿Qué pasa?

–Siento muchísimo como me puse anoche, no sé
que me pasó.

–No te preocupes, está olvidado.

Miré embobada la forma en la que se empujaba las
gafas levemente hacia arriba cuando se le
deslizaban por la nariz.

–¿Qué harás hoy?

–Creo que nad...– me dejé caer frustrada sobre el
colchón al acordarme–. Le prometí a Paul, mi
compañero de piso, que le acompañaría a hacer la
compra.

–Suena apasionante.

–¿Se te ocurre algo mejor?

–Se me ocurren muchas cosas mejores, pero
necesitamos estar juntas para eso.

Me guiño un ojo y solté una risa mientras negaba
con la cabeza.

–No me hagas esas propuestas que me monto
en el primer tren que salga de aquí– bromeé.

–No seré yo quién te detenga.

Nos quedamos unos segundos en silencio
mirándonos a través de la pantalla. Esto iba a ser
más difícil de lo que esperaba.

–¿Y tú qué harás?–pregunte, cambiando de tema.

–He quedado para ir a la playa con algunos de
clase– hizo una pausa como si pensara en decir
algo más–. También viene Luis.

–Ah.

Luis era mi hermano, aunque lo único que lo
convierte en mi hermano era que nacimos de los
mismos padres. No quería tener nada que ver con
él. Por eso llevamos sin hablarnos más de tres años.
No me gustaba hablar de él, ni pensar en él, ni nada
que tenga que ver con su persona.

–¿Te molesta que vaya con él?– me pregunto ante
mi silencio.

–No. Me importa una mierda lo que ese imbécil
haga con su vida.– relaje un poco el tono–. Y tú
puedes juntarte con quién quieras. El problema
con él lo tengo yo, no tú.

Inevitable - ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora