Detalle con atención a la castaña que se mantenía cerca de una de las columnas de piedra. A esta distancia se veía aún más pequeña de lo que era. Sin nada en particular para destacar, como una hoja marchita en medio otras tantas durante el invierno. Aun así, el recuerdo de la forma en la que mi cuerpo la mantuvo cerca hace algunas noches me sacudió por completo.
- Ser Jaime - la voz de Ser Arthur me trajo de vuelta de mis pensamientos - El Príncipe Rhaegar ha decido participar en los entrenamientos durante un par de lunas.
- Sera como su alteza lo ordené, Ser - respondí buscando nuevamente con la vista a la morena - Si me disculpa, debo retirarme.
No espere su aprobación, camine en dirección a la última ubicación de la mujer misteriosa. Pronto la encontré platicando con un chico que tenía el uniforme de los Guardianes de Dragones. Eso me pareció sospechoso, mucho más que verle negociando con Garras Sucias. La imagen del desgraciado hombre mientras moría vino nuevamente a mí.
La vi negar con la cabeza para luego sonreírle amablemente. Me pregunte el porqué de esa sonrisa. No era la sonrisa cruel que tenía en su bonito rostro la otra noche. Esa sonrisa había sido similar a la expresión de Cersei cada que lograba manipular a alguien.
- Amelie - llame en cuanto estaba a un par de pasos de ambos.
La mujer giro su rostro mirándome directamente a los ojos. La luz del sol se reflejó en ellos dándole un color similar a la miel. Refunfuñé cuando recordé al Príncipe Viserys contando sobre su princesa de ojos miel. La idea no era de mi agrado. En realidad, se había vuelto sumamente irritante escuchar al principito regodearse de haber encontrado a la que llamaba su "Princesa".
- Nos vemos más tarde, Coryo - dijo ella entregándole un par de plantas - Envíale esto a tu padre, le ayudara con el ardor de las quemaduras.
- Si, mi señora - respondió el muchacho marchándose con prisa.
Ambos abrimos los ojos sorprendidos por el error del joven aprendiz. No era correcto que le diera el título de "Mi señora", especialmente por su origen como bastarda. A pesar de saberlo, me encontré pensando que era un título con el que ella podría encajar con facilidad.
Una imagen fugaz de la mujer portando ropas rojas y doradas, sentada dirigiendo desde el salón principal de Roca Casterly me dejo perplejo. Trague pesado, intentando olvidarme ese extraño pensamiento. Así que la mire esperando la respuesta a mi llamado.
- Ser Jaime - saludo luego de unos segundos - Es bueno verle nuevamente.
Era obvio que no parecía realmente feliz con mi presencia, su tono de voz era más frio de lo normal. Tenía su ceño ligeramente fruncido lo que la hacía verse adorable. Poco faltaba para inflara sus mejillas haciéndola lucir más infantil. Reprimí una sonrisa que amenazaba con mostrarse en mi rostro.
- Es lo que siempre me dicen - comente con presunción, intentando romper la tensión - Una de las vistas más bellas de los Siete Reinos, eso es lo que soy.
- No puedo negarlo, aunque me gustaría, ya ve, demasiado del norte en mi como para mentir - murmuro con una pequeña sonrisa, me removí nervioso ante ese gesto - ¿Son todos los Lannister como usted?
- ¿Fuertes, ricos y atractivos? - pregunte inflando mi pecho, ignorando mis emociones - Me temo que no, por desgracia, eso solo es mío.
- Iba a decir orgullosos, Ser - resoplo de forma poco femenina - Tal vez debería mudarme a Roca Casterly, he escuchado que su hermano, Lord Tyron, es mejor conversador que usted.
Fruncí el ceño con molestia pensando en ella teniendo estas conversaciones con Tyron. Apreciaba a mi hermano pequeño, incluso si Cersei constantemente se quejaba de él. Amaba a mis hermanos. Pero la idea de compartirla no me agradaba, me había acostumbrado a su presencia casi constante. Era difícil explicar cuando empezó aquello.
La primera vez que la vi, fue una noche calurosa. La encontré batallando con un arco que claramente era demasiado pesado para ella. Me había acercado con la intención de burlarme, para luego correrla y poder entrenar. Sin embargo, contrario a todo pronóstico, Amelie se giró con los brazos cruzados sobre su pecho, una respuesta inteligente salió de sus carnosos labios a mi comentario mordaz.
Desde entonces solíamos coincidir algunas tardes en el área de entrenamiento. Inclusive había llegado a ayudarle a manejar el arco y a lanzar algunas dagas. Resulto que era buena aprendiz y era divertido pasar tiempo a su lado. Suponía que lo que me resultada interesante de nuestras interacciones era su brutal honestidad.
Habiendo crecido como heredero de Roca Casterly estaba acostumbrando a que todos a mi alrededor se acercaran con falsas sonrisas y halagos exagerados. Era refrescante encontrar a alguien que no lo hiciera. Y eso era lo que me gustaba de Amelie Snow.
- Me temo que encontrara a mi hermano Tyron algo decepcionante - escupí sin saber porque el comentario sonaba más despectivo de lo que planeaba - En pocas ocasiones he logrado sacarle conversaciones tan interesantes como las nuestras, Tyron prefiere mantener su mente en los libros y recientemente el vino.
- Justo dos de mis actividades favoritas, leer y beber - sus ojos brillaron con picardía.
- Me pregunto cuáles serán sus otras actividades favoritas - le dije apoyando mi mano sobre la cabeza de mi espada.
Amelie Snow rio de forma que mi atención se centró nuevamente en sus labios. El sonido era algo nuevo para mis oídos. No diría que era como escuchar pequeñas campañitas, era algo más sutil, pero armonioso. Me encontré comparándola con la risa Cersei, que era un mucho más musical, algo que claramente mi hermana había practicado con la intención de llamar la atención.
Y fue lo que más me había gustado de mi amante antes de descubrir que no era real. Ahora me cuestione como sonaría la risa real de mi queridísima hermana. Eso era algo que nunca había escuchado de ella. Que irónico era eso, porque la había escuchado gemir en la cima del placer, algo que no estaba destinado a pasar entre hermanos, pero nunca escuche su risa de alegría mientras crecíamos juntos.
- No creo que sean actividades que apoye, Sir Jaime - susurro acercándose a mi oído - Pero me brindan tanto placer, que me encuentro poco dispuesta a suspenderlas.
Con esas seductoras palabras se alejó siguiendo la misma dirección que había tomado el joven aprendiz. Mi mente tardo en procesar sus acciones, pero cuando lo hizo quise reírme. Parecía que nunca terminaría de sorprenderme. Sabía perfectamente lo que estaba insinuando, pero eso no me ofendió.
Otros hombres reprocharían su actitud, la tacharían de puta por que una mujer no debía opinar de esa forma. Pero en mi caso, eso sería muy hipócrita dadas mis propias acciones. Además, el recuerdo de sus caderas cerca de las mías la otra noche tuvo el descaro de ponerme duro dentro de mi traje. La forma en que su trasero parecía llamarme cada que me daba la espalda.
No era la primera ocasión que mi cuerpo reaccionabaante otra mujer que no fuera Cersei, pero si era la primera vez que la idea detomarla era lo suficiente tentadora como para abandonar mi guardia y empujarlacontra la pared más cercana. Había escuchado su risa, pero ahora tenía lanecesidad de escucharle gemir mientras la sentía deshacerse entre mis brazos.
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Fatalidad
Science FictionConvertirse en el tipico cliche de reencarnacion en otro mundo era algo que Amelie no deseaba ni queria, pero ero lo que habia obtenido. Dentro del mundo de Cancion de Hielo y Fuego no tenia mas opcion que sobrevivir adaptandose a las nuevas reglas...