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Sean caminó hasta la puerta con un peso en el pecho que parecía oprimirle el alma, sus manos temblaban tanto, que nunca antes se había sentido tan nervioso en su vida, aunque la primera vez con James debería estar dentro de los momentos más fuertes de su vida, este sin dudas, se llevaría el primer lugar, sus padres no aceptarían sus preferencias, al menos no su padre, que era un hombre tan ambiguo y aún estaba encerrado en el pasado, manteniendo la calma y respirando hondo en repetidas ocasiones, abrió y cerró las manos relajando los nervios.

Giró el picaporte lentamente, como si cada segundo le diera tiempo para preparar su corazón. Tal y como había anticipado, allí estaban sus padres, con rostros tensos y miradas llenas de desaprobación. La ruptura con Zoe había sido abrupta, y la revelación de su verdaderas preferencias sexuales había caído como una bomba en su familia.

James, apoyado en el marco de la puerta de la cocina, le dedicó una mirada de apoyo, él estaba justo ahí para Sean, nada ni nadie les prohibiría eso, pero Sean no podía evitar sentirse nervioso. 

Al entrar sus padres a la sala, el aire se cargó de una tensión palpable, el señor Oscar Dante, que siempre se había caracterizado por ser un hombre tranquilo, mientras no le fuesen a la contraria, esta vez no parecía para nada sereno.

—Sí no venimos a verte, tú no vas a casa darnos explicaciones —dijo el padre de Sean, tragando con dificultad antes de permitir que una grosería saliera de sus labios.

»—Supongo que ese es el chico...—contraatacó el hombre.

—Oscar, por favor —intervino su esposa, suavizando el toque en su brazo—. Hemos venido a hablar con Sean y quedamos en que intentaríamos entenderlo, no discutir.

—Es que no puedo evitarlo, Diana. Yo no crié a mi hijo para que ahora le de por esto —respondió Oscar con brusquedad—. ¿En qué estabas pensando, Sean? Eres adulto, treinta y nueve años no se dicen en juego. ¡Por el amor de Dios, Sean, eres profesor en una universidad!

Oscar golpeó con su puño su propio muslo, frustrado. Sean se acercó a sus padres, intentando mantener la calma.

—Papá, me voy a explicar como dices, pero no es algo que les deba, por lo menos no una explicación —dijo Sean con firmeza—. Llevo años ocultando esto que siento, tratando de ser fuerte y de decirme a mí mismo que puedo con ello, pero no es así, es más fuerte que yo, —dijo —Y no papá, no me ha dado por eso.

Sean buscó tocar el corazón de sus padres con sus palabras. Diana suspiró y miró a su hijo con ojos llenos de dolor.

—Hijo, entiende que esto es nuevo para nosotros. Nuestro hijo, que estaba a punto de casarse con una chica, de pronto nos dice que es homosexual. Es difícil —dijo ella con voz temblorosa.

Sean miró a James y, con un gesto cariñoso, le indicó que se acercara. James, con pasos seguros, llegó a su lado. Sean entrelazó sus dedos con los de James, sintiendo la calidez y el apoyo de su pareja.

—Quiero que conozcan a James —dijo Sean con decisión—. Él es mi pareja.

El rostro de Oscar se volvió rojo de furia.

—Esto es increíble, —murmuró entre dientes el hombre.

—¿A qué te dedicas, muchacho? —preguntó Diana, intentando mantener la compostura y mostrando una sonrisa forzada.

—Soy estudiante de literatura en la universidad donde Sean enseña —respondió James con serenidad.

Oscar, que ya parecía bastante duro, se puso de pie de inmediato.

—¿Eres estudiante? —estalló.

—Sí, soy estudiante, pero no entiendo que tiene eso que ver con mi relación con Sean —respondió James intentando mantenerse maduro pero a la vez era tajante.

Bilogía Sangre Y Poder: Perversos Deseos I || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora