Entre Redes

12

Alex

Termino de abrocharme los botones de la camisa y me pongo la chaqueta encima, me peino el pelo y me siento completamente ridículo así vestido, hoy toca fingir hasta que pueda escabullirme de la fiesta sin que nadie se dé cuenta. Salgo de la habitación bajando al salón y mis amigos se me quedan mirando.

- Joder con el capitán, pareces James Bond tío – Asher suelta una de sus bromas mofándose de mí y ruedo los ojos – ahora enserio, si necesitas salir de allí solo llámanos e iremos a rescatarte.

- Sí, para eso somos tu familia, si hace falta hasta fingimos un secuestro – esta vez es Riven quien habla y les sonrío realmente agradecido a los dos.

- Gracias, aunque espero no tener que llegar tan lejos – se ríen y les choco el puño - ¿habéis visto a Summer? Quería despedirme de ella antes de irme

- No, creo que ha dicho que había quedado o algo así, no le he prestado mucha atención la verdad – me confiesa Asher bebiendo de su cerveza, asiento y tras despedirme de ellos salgo de casa, subo al coche y conduzco hasta la mansión demasiado ostentosa para mi gusto en la que me he criado.

Cuando llego un chofer se lleva mi coche para aparcarlo y entro en casa, rápidamente una de las sirvientas se acerca para cogerme el abrigo y me informa de que mis padres están en su habitación terminando de cambiarse, por lo que subo por las escaleras centrales que hay en el recibidor y camino por el largo pasillo hasta que llego a su puerta cerrada. Llamo, y tras escuchar su respuesta entro en la habitación. Mi madre está en el tocador terminando de colocarse los pendientes y asegurándose de que su recogido está bien, mientras que mi padre, alto e imponente está en el espejo terminando de anudarse la corbata.

- Hijo ¿y tu corbata? – cómo no, eso tenía que ser lo primero que dijese, lo miro mal a través del espejo y se gira a mirarme abrochándose el botón de la americana, por un momento un flashback de cuando era pequeño me invade. Mi hermana y yo entramos corriendo en la habitación, ya preparados para marcharnos a la gala, mi padre se gira sonriendo, dejando su camisa a medio abrochar solo por agacharse a nuestra altura para abrazarnos. Sus ojos brillan de felicidad mientras se ríe con nosotros, pero entonces vuelvo a la realidad y solo veo frialdad en su mirada.

- Hola padre, estoy bien, gracias por preguntar – mi madre se levanta cuando me escucha y se acerca a mi abrazándome y sonriendo – Hola madre

- Hola cielo, estas muy guapo – me acaricia la mejilla con ternura y la vuelvo a abrazar, su perfume me transporta a cuando era un niño nuevamente, a cuando se tumbaba a mi lado para contarme un cuento antes de dormir.

- Gracias, tú también estas preciosa, hoy vas a deslumbrar en la gala – la cojo de la mano haciéndola girar y la veo sonreír, si no fuera porque está ella, no hubiese vuelto a ver a mi padre desde que murió Maddison.

- Te he hecho una pregunta – insiste mi padre acercándose a nosotros y haciendo que suelte a mi madre – tráele una corbata.

- Papa he venido, tal y como tu querías, no he probado ni una gota de alcohol y voy bien vestido, ¿Qué más quieres?

- Que te hubieses puesto esa corbata de 200 libras que has pagado con mi tarjeta – me dice serio a lo que me rio con desgana.

- Me largo – les digo dándome la vuelta, dispuesto a irme, no quiero estar aguantando ese comportamiento de mierda de mi padre toda la noche.

- Alexander Grayson, vuelve aquí – me grita cabreado, con esa voz autoritaria que utiliza en el congreso, y cada vez que quiere fingir que tiene más poder del que cree en casa.

- Ya está bien los dos – sentencia mi madre agotada – tengamos la fiesta en paz, tú – dice señalando a mi padre – compórtate como el hombre sensato que eres y agradece que tienes a tu hijo aquí apoyándote, y tú – esta vez me mira a mí – ya no eres un niño, eres adulto, así que ponte la corbata de una vez. Aunque solo sea por esta noche vamos a ser una familia ejemplar, ¿ha quedado lo suficientemente claro?