15. Otra vez reemplazado

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El tiempo seguía su curso y la relación entre Luke y Aiden se deterioraba cada vez más. La distancia que Aiden había impuesto se volvió insostenible, y un día, Luke notó que Aiden había empezado a pasar más tiempo con otro amigo, Jason. Este cambio en la dinámica de su amistad fue como un veneno lento, infiltrándose en los momentos en los que Luke más necesitaba apoyo y comprensión.

Una tarde, después de la escuela, Luke vio a Aiden y Jason riendo juntos en el pasillo, compartiendo bromas internas que solían ser exclusivas de él y Aiden. La visión lo golpeó como un mazazo, haciéndole sentir que su lugar había sido tomado. Era como ver una película en la que había sido reemplazado por otro actor, alguien que ahora desempeñaba el papel que él solía tener en la vida de Aiden.

Con el corazón pesado y una sensación de desesperanza creciente, Luke decidió enfrentar la situación. Caminó hacia ellos con pasos vacilantes, sintiendo cada vez más el peso de su decisión.

—Aiden, ¿podemos hablar un momento? —preguntó Luke, tratando de mantener la calma mientras se acercaba a ellos. La frialdad en los ojos de Aiden lo hizo estremecer, pero decidió continuar.

Aiden asintió, aunque su mirada mostraba impaciencia. Jason se apartó un poco, dándoles espacio pero no sin antes lanzar una mirada curiosa hacia Luke.

—He notado que pasas mucho tiempo con Jason últimamente. ¿Qué pasó con nosotros? —preguntó Luke, su voz temblando con una mezcla de tristeza y rabia contenida. Las palabras le salían a trompicones, como si cada una de ellas le doliera más que la anterior.

Aiden suspiró, claramente irritado por la confrontación. Había una frialdad en su tono que Luke no reconocía, una distancia que se había construido lenta pero seguramente.

—Jason y yo hemos conectado bien. No hay nada malo en hacer nuevos amigos, Luke. Tal vez deberías hacer lo mismo —respondió Aiden, su tono frío y distante, como si estuviera hablando con un extraño y no con alguien que solía ser su mejor amigo.

Luke sintió cómo su corazón se rompía un poco más. Aiden, su mejor amigo, parecía haberlo reemplazado sin ningún remordimiento. La sensación de ser desplazado, de ser menos importante, era una herida que dolía profundamente. Era una mezcla de traición y abandono, una combinación letal que hacía que cada latido de su corazón fuera un recordatorio doloroso de lo que había perdido.

—Pero pensé que nuestra amistad significaba más que eso —dijo Luke, su voz apenas un susurro, como si al decirlo en voz alta pudiera de alguna manera cambiar la realidad que tenía frente a él.

Aiden no respondió. Simplemente se alejó con Jason, dejando a Luke solo en el pasillo, sintiéndose una vez más como si no fuera lo suficientemente bueno, como si siempre estuviera destinado a ser reemplazado. La indiferencia de Aiden fue como una daga clavada profundamente en su pecho, un recordatorio constante de que la amistad que tanto valoraba ya no existía.

Mientras Aiden y Jason se alejaban, riendo y conversando como si nada hubiera cambiado, Luke se quedó allí, inmóvil, tratando de asimilar lo que acababa de suceder. Sus pensamientos eran un torbellino de emociones: dolor, ira, tristeza y una profunda sensación de pérdida. La imagen de Aiden y Jason juntos, disfrutando de la compañía del otro, quedó grabada en su mente, una cicatriz que probablemente nunca sanaría por completo.

El camino de regreso a casa fue largo y solitario. Cada paso que daba parecía más pesado que el anterior. Los recuerdos de su amistad con Aiden se arremolinaban en su mente: las risas, las conversaciones profundas, los momentos compartidos. Ahora, todo eso parecía una ilusión, una mentira que se había contado a sí mismo para sentirse mejor.

En casa, Luke se encerró en su habitación, dejando que las lágrimas fluyeran libremente. Se sentía vacío, como si una parte de él hubiera sido arrancada de repente. Se sentó en su escritorio, mirando fijamente una foto que tenía con Aiden. Era de un viaje que hicieron el verano pasado, ambos sonriendo ampliamente, felices y despreocupados. La ironía de esa imagen lo golpeó con fuerza; cómo habían cambiado las cosas en tan poco tiempo.

Durante los días siguientes, Luke trató de distraerse, de encontrar algo que llenara el vacío que Aiden había dejado. Pero cada intento era inútil. Nada podía reemplazar la amistad que había perdido. Se encontró evitando los lugares donde solía ir con Aiden, las actividades que solían hacer juntos. Todo le recordaba a lo que ya no tenía.

Incluso en la escuela, donde solía sentirse seguro y rodeado de amigos, ahora se sentía como un extraño. Ver a Aiden y Jason juntos, actuando como si siempre hubieran sido los mejores amigos, era un recordatorio constante de su reemplazo. Luke trató de hacer nuevos amigos, de seguir el consejo de Aiden, pero era difícil abrirse a los demás cuando sentía que su corazón estaba roto en mil pedazos.

Una tarde, después de otra larga jornada en la escuela, Luke decidió caminar hasta el parque donde solía ir con Aiden. Necesitaba un lugar donde pudiera pensar, un espacio donde pudiera intentar entender por qué las cosas habían cambiado tanto. Se sentó en su banco favorito, el mismo donde tantas veces se había sentado con Aiden, y dejó que los recuerdos fluyeran.

—¿Por qué tuvo que cambiar todo? —murmuró para sí mismo, su voz llena de dolor. El parque, que solía ser un refugio de paz, ahora se sentía como un recordatorio constante de su pérdida.

El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. Luke observó las sombras alargarse, sintiéndose pequeño y desamparado. Era como si el mundo siguiera su curso mientras él estaba atrapado en un ciclo interminable de dolor y tristeza.

A medida que pasaban las semanas, Luke intentó seguir adelante. Sabía que no podía quedarse atrapado en el pasado, aunque el dolor seguía presente. Empezó a enfocarse en sus estudios, a buscar actividades que le dieran un propósito. Encontró consuelo en la escritura, dejando que sus emociones fluyeran en las páginas de su diario.

Pero la herida de ser reemplazado seguía ahí, recordándole constantemente que la amistad que una vez tuvo con Aiden ya no existía. Era un recordatorio doloroso de que, a veces, las personas que amamos pueden cambiar y alejarnos, dejándonos solos en un mundo que ya no reconocemos.

No elegí enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora