La campaña de expansión

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El País del Té es una extensa península al sur del País del Fuego, sus amplias costas lo hacen un destino turístico muy popular, así como un importante puesto comercial para todo el continente. Xi Hue estaba al tanto de la conveniente posición en la que se encontraban.

Construyeron astilleros y puertos, de esa manera no dependerían de la capital del País del Té, Puerto Degarashi. Para Xi Hue todo iba bien, sólo deseaba que lord Long no se hubiera marchado tan de repente. El general del ejército de Chūgoku era un hombre confiable, fuerte y capaz de tomar decisiones sin la necesidad de la intervención de Long, pero creía que su pueblo tendría mejor cohesión si Long en persona los dirigía.

Al terminar de firmar unos documentos, Xi Hue se apresuró a reunirse con los comandantes y capitanes del ejército, además, los embajadores del ejército de la Aldea Oculta entre la Neblina llegarían al punto de reunión para empezar a planear la campaña.

—No entiendo porque lord Long no estableció únicamente relaciones diplomáticas —dijo para sí—. Los shinobi son desconocidos para nosotros, pueden traicionarnos si les damos la oportunidad y no conocemos esta tierra.

Llegó a los establos y un niño ya tenía listo su caballo, le arrojó una moneda de cobre y cabalgó hacia su destino. Salió de la aldea acompañado por los comandantes y capitanes y algunos soldados para formar un grupo de veinte hombres, suficientes para moverse rápidos y seguros.

—Señor —llamó un joven capitán—. ¿Está seguro que estos ninja del agua desean formar una alianza?

—De acuerdo con los libros de historia que nos dio el profesor Kagami —dijo otro capitán—, los shinobi son conocidos por sus métodos de engaño, traición y ataques sorpresa.

Los otros murmuraron en acuerdo con los dos primeros. Xi Hue quería decirles que no eran los únicos que lo pensaban, las mismas preocupaciones lo mantuvieron pensativo estás últimas semanas. Pero un líder no debe reflejar las inseguridades y preocupaciones de los que están a su cargo y confían en él, Xi Hue debía transmitir confianza y fortaleza.

—Lord Long fue quien estableció el acuerdo con los shinobi —dijo—. La Aldea Oculta entre la Niebla será una fuerza militar, pero también son un pueblo con sus habitantes. Dudo que quieran arriesgarse a una guerra.

Eso tranquilizó a los soldados, aunque fuera un poco. Cabalgaron cuarenta kilómetros fuera de Shang Cheng, así llamó Long a la futura ciudad que levantaría su pueblo, la Superior. Llegaron a las afueras de un pueblo pesquero, lugar donde se celebrarían las negociaciones. Xi Hue indicó a cinco de los soldados que esperaran afuera, estos serían dirigidos por el joven capitán que estaba preocupado hace unas horas.

—Si no hay noticias en dos horas, regresen a Shang Cheng, cierren las puertas y esperen a lord Long.

—Sí, señor. 

El resto de oficiales entró al pueblo, nadie les prestó mucha atención a pesar de sus llamativas armaduras. Llegaron a la casa más grande, pertenecía al líder del pueblo. La sala había sido preparada para la reunión, había una mesa larga con catorce sillas, siete para cada bando como acordaron. Xi Hue ocupó el lugar central y sus oficiales a un lado, el resto de soldados permaneció de pie.

Esperaron un rato, llegaron diez minutos antes de la hora establecida. Pasaron quince, veinte, cuarenta y los shinobi no se presentaban.

—¿Que no saben que es descortés hacer esperar? —dijo el comandante de caballería—. ¿O en esta tierra no conocen los modales?

Xi Hue observó la habitación, todo parecía en orden, pero tenía una sensación anormal.

—«Están aquí» —dijo aquella voz en su interior.

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