𝟑𝟎. hace 10 años?

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2014, barcelona 🇪🇸(150 votos para el próximo capítulo)

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Hector's pov

Mi familia y los Ferraris habían decidido organizar una salida al parque. Yo no estaba nada contento con la idea de pasar tiempo con la pesada de Celina, y ella parecía sentir lo mismo.

Mientras nuestros padres organizaban el picnic, nos dejaron a nuestro aire para jugar. Nos manteníamos a una distancia prudente, sin querer interactuar, pero al final nuestros caminos se cruzaron en la zona de juegos.

Había un gran tobogán que ambos queríamos usar, pero ninguno quería ceder el paso.

—Yo estaba primero! —grité

—No es cierto, yo llegué antes! —replicó Celina, enojada.

Estuvimos así un buen rato, discutiendo sin llegar a ninguna parte. Finalmente, Celina perdió la paciencia y me empujó.

—Tonto! —gritó mientras bajaba corriendo por el tobogán.

Me quedé parado, sorprendido por su reacción. Pero la verdad es que admiraba su determinación y valentía. Nunca lo habría admitido entonces, pero había algo en ella que me llamaba la atención, incluso cuando me molestaba.

Más tarde, mientras todos almorzábamos, Celina y yo nos encontramos compartiendo la misma manta. Nuestros padres nos habían obligado a sentarnos juntos, esperando que dejáramos de pelearnos. Al principio, comimos en silencio, pero poco a poco comenzamos a hablar.

—Por qué siempre estás tan enojado conmigo? —me preguntó de repente.

—Porque eres molesta —respondí, encogiéndome de hombros.

Ella frunció el ceño y miró su sándwich.

—Encima sos mentiroso.

El parque tenía un camino sinuoso rodeado de árboles para andar en bicicleta, y aunque nos manteníamos a una distancia prudente, terminamos juntos en el mismo sendero.

—Ni se te ocurra tocar mi bici, Fort —dijo Celina, cruzándose de brazos mientras me lanzaba una mirada desafiante.

—Y quién querría tocar tu bicicleta, Ferraris? —respondí, rodando los ojos.

Nos pasamos la tarde pedaleando alrededor del parque, pero el camino se volvió resbaladizo por la lluvia ligera que había caído antes. Celina, un poco más atrevida, decidió tomar una curva cerrada con mayor velocidad. A medida que giraba, perdió el equilibrio y cayó al suelo con un golpe seco.

—Celina! —exclamé, deteniéndome de inmediato y corriendo hacia ella.

La vi sentada en el suelo, sosteniéndose el tobillo. Se estaba quejando y tenía una expresión de dolor en el rostro.

𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄 | hector fortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora