2 - Revolviendo el pasado

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María intentaba recuperar el ritmo de su respiración después del sobresalto que le causó la noticia, al mismo tiempo en que trataba de contener el llanto, en vano. Así que, para tratar de calmarla, Luciano fue hasta la barra que estaba frente a la sala de estar y sirvió agua para los dos. María era una persona muy controlada, pero obviamente esa era una situación atípica y perder el control, aunque brevemente, fue algo que se le hizo incómodo. Seguramente por todo lo que le sucedió, pero también era ya un rasgo de su personalidad. Luciano se acercó y le entregó el vaso.

_ No creo que quieras beber alcohol en este momento. Es agua.

_ Gracias, Luciano. Sabes que no me gusta tomar... – dijo en un tono nervioso y agobiado

_ Sí, así como no te gusta nada que quite la cordura o amenace hacerte perder el control. – Él la observó como el amigo que la conocía desde hace 18 años y consideraba fascinante la aventura de conocerla. – María, necesitas calmarte. Yo, más que nadie, sé que has esperado por esto la mitad de tu vida, pero si te pones tan nerviosa, puedes hacerte daño es mucho la emoción.

_ No me voy a poner mal, no te preocupes. ¿Crees que voy a permitir que los nervios me impidan conocer las respuestas que siempre busqué? Dijiste que esperé por esto la mitad de mi vida, pero mi hija es toda mi vida, Luciano – dijo ella haciendo enfasis em las últimas palabras. – Aunque haya vivido otras experiencias, esta es la única realmente bonita y me dio una razón para vivir, para que pronto alguién la arrebatara.

Las lágrimas volvierón a aparecer en su cara al recordar uno de los episodios más amargos de su vida, ella no podía evitar aun haciendo uso de su autocontrol. Perdía todo autocontrol cuando se trataba de la perdida de sua hija como de su búsqueda. La esperanza de encontrarla era lo que daba significado a su existencia por casi 19 años, desde aquél día que la niña que apenas tenía un més, desapereció de dentro de la casa simple en la que vivian solas. Cuando salió de la ducha, la niña ya no estaba en su cuna. En la vecindad nadie ha visto nada, la policía no pudo encontrar ninguna pista.

La desesperación de ver esa cuna vacía siempre le ha acompañado y esta búsqueda la movió a que con sus propias manos levantara una tienda de joyas, con énfasis en productos de plata, reconocida en todo el país por su talento para crear piezas exclusivas que le agradaba mucho a los clientes y le daba mayor valor a sus productos. Pero la cuna siempre permanecía vacía en su memoria y, para ella, lo único que importaba era encontrar a la niña.

_ Sabes que sé lo importante que es para ti encontrar a tu hija, María - Luciano dijo sosteniendo su mano - por lo que, no sabes lo feliz que me siento de estar aquí hoy y que sea yo el que te diga lo que siempre has deseado saber. Decirte que tu hija está viva, que está bien y que vive en esta misma ciudad.

_ Oh, Luciano – ella dibujo una sonrisa con un suspiro - dime ¿donde está? ¿Cuál es su nombre?, que pasó con mi pequeña Elena. – dijo suplicante.

_ Cuando nos conocimos, habían pasado unos meses de su desaparición sin una pista y sabes que hice todo lo posible por encontrarla.

_ Lo sé, por supuesto que lo sé. Te ganaste mi confianza por tu compromiso y dedicación en tratar de regresarme a mi pequeño angel. – dijo agradecida.

_ He buscado pistas por todos lados y no ha sido nada fácil debido a la falta de información, cualquier cosa que pudiera llevarnos a ella. – él dijo desanimado por todo el tiempo que se llevó la búsqueda a pesar de sus esfuerzos – investigué durante mucho tiempo a su padre...

_ Él no es su padre! – lo interrumpió furiosa – Ese desgraciado no es el padre de mi hija porque nada bueno puede venir de él.

Se levantó y dio dos pasos hacia la puerta intentando conciliar el ritmo de su respiración. Luciano fue detrás de ella y puso la mano en su hombro de manera tierna.

Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora