38: Bésame... y algo más

319 21 2
                                    

Draco sonrió al mirar el sillón casi al anochecer, por lo menos era amplio, espacioso y podría dormir, acomodo el mueble con sábanas y una almohada. Así que esa noche acostó a Wynne y luego le dio las buenas noches a Hermione con algo de reserva y se fue a acostar.

El sillón estaba colocado de modo curioso, a un metro y medio de la cama de Hermione y dándole la espalda, por lo que Draco al acostarse miraba a la ventana, la luna estaba llena, brillaba hermosa, el rubio cerró los ojos, al menos, ya tenía a su familia cerca

Hermione intentaba dormitar… maldita sea… la cama se sentía muy vacía, se sentía enorme, miraba al sillón solitario ¿Sería que Draco dormía tan tranquilo? Porque ella daba vueltas en la cama, sentía calor, sentía frío, sentía las sábanas rasposas o que las almohadas estaban muy abultadas.

Maldijo un par de veces ¿Y ahora que? ¡Joder! Ya ni en el barco le costaba tanto dormir, bueno, a lo mejor era porque Draco no estaba a metro y medio de distancia durmiendo como angelito, mientras ella pasaba un infierno.

¿Cuánto tiempo aguanto?

Quizás un par de horas, envolviéndose y desenvolviéndose en las sábanas, quizás eran las hormonas alborotadas por el embarazo, pero no hallaba que hacer, hasta que se fastidió y con violencia se apartó las sábanas y se sentó en la cama, intentando notar algo del rubio.

Pero éste no se movió del sillón ni un ápice, al parecer el estaba tranquilo porque sus dos amores estaban ahí, todo lo contrario a ella, quien sentía que una tormenta se desarrollaba en su cama, porque no podía conciliar el sueño.

Se puso de pie, haciendo una mueca de fastidio, se acercó al sillón y el rubio si que parecía un angelito, lo contempló media boba, el pelo rubio le caía sobre el rostro y su respiración era suave y parsimoniosa, en un movimiento del dragón vio que no andaba la camisa del pijama

Sin duda, su torso estaba desnudo, su piel tan blanca y sus brazos delgados pero atléticos se asomaron bajo las sábanas, la castaña quería seguir molesta con el, pero se mordió los labios de ver al muchacho tan tranquilo…

Se molestó con ella misma y de inmediato, se acercó al rubio y se acostó a su lado, metiéndose en sus sábanas, Draco dio el respingo y despertó, mirando la cabellera castaña que se acomodaba a su lado y se metía entre sus sábanas dándole la espalda, pero junto a él.

Draco no dijo nada o todo lo que dijera sería usado en su contra, por lo que solo la arropó bien y pasó su mano por su cintura, aprisionándola, solo esperaba resistir, porque llevaba varias semanas a dieta y ahora sentir el trasero de Hermione pegado a sus caderas pues…

Pero adoraba volver a aspirar el olor de su pelo y sentir la tibieza de su cuerpo, por lo que permaneció quieto y a la expectativa, claro que Hermione se había acomodado muy bien, pero notaba que Draco estaba controlando su libido, intentando no excitarse

Así que ella se volvió buscando el rostro de Draco y lo besó, por supuesto que el rubio abrió su boca lo más que pudo, para apresar a gusto los labios de la castaña en un beso literalmente hambriento.

Hermione suspiró con emoción y se dejo llevar por los labios del rubio, reconocerlo de nuevo, la suavidad, la humedad, la saliva, el aliento, todo esto envuelto en un ambiente cálido y amoroso

Los brazos desnudos del rubio la envolvieron, ella lo acarició con vehemencia mientras que el beso se intensificaba, la castaña acarició la espalda del dragón, sin duda, estar molesta con él no era tan posible.

No hubo palabras en esos momentos, solo el sonido del tronido de los besos, del masticar de sus labios y de las innumerables caricias, con los ojos cerrados, Draco iba de la boca de la castaña a su cuello y regresaba para mostrarle toda la ansiedad que le tenía

Buscó quitarle la bata de dormir (menos mal que era una tierna batita y no una pijama) la cual no le dio trabajo porque la paso por su cuello y la aventó por entre las sábanas y el sillón, mientras reconocía ávidamente sus pechos.

La castaña entonces rompió el silencio con escandalosos jadeos, los cuales tuvo que reprimir lo más que pudo, recordando que Wynne dormía en la siguiente puerta y que no podían cellar la puerta por si ella los necesitaba aunque un hechizo aislador de ruidos quizás

-¡Oh, Draco! – Gimió Hermione mientras que el dragón se enredaba en su cuerpo, con la pasión desatada, los dos acomodados perfectamente en el sillón, sin pensar en la cama, lo único que la castaña quería, era que Draco la amara con toda la intensidad posible.

El que estaba feliz y extasiado era el rubio, degustando el cuerpecito impuro de arriba abajo, dejando sus chupetones acostumbrados en su cuello, hombro y otras partes de su anatomía…

Ella se sintió libre, sobre todo cuando le arrancaron la ropa interior y de inmediato Draco se despojó de sus pantalones, buscando acomodo en las caderas de la castaña, quien no puso mucha resistencia, porque dejó que el rubio encontrara su rincón deseado y escondido.

Sentir a Draco dentro de ella fue la gloria, se aferró a su cuerpo y lanzó un gemido intenso que encendió la mecha del dragón, y eso fue lo que detonó que el comenzara en su maravilloso vaivén de caderas que le gustaba tanto a la castaña y que la enloquecía

¡Bueno! Al menos en esa ocasión ella se mostró con recato en el sentido de no hacerle cosas non santas al rubio, pero dejó que el la usara a su antojo que le demostrara el poderío Malfoy, que arremetiera una y otra vez, haciéndola lanzar quejidos intensos

A pensar de todo, la pasión no descendía, mordía con fiereza el hombro del rubio, se dejaba hacer y deshacer, de solo sentirlo encima de ella, diciéndole palabras de amor al oído, mientras ella se deshacía en sus brazos.

Al menos ahora, Draco no se tendría que preocupar de terminar bien, porque la castaña estaba más que embarazada, pero sin duda, eso no era un impedimento para tener buen sexo en el sillón.

En realidad, Draco tuvo que hacer un esfuerzo para aguantar lo más posible y cumplirle sus exigencias a la castaña, la cual al parecer ya lo estaba perdonando, sin duda alguna ¿O solo se estaba satisfaciendo para seguir con su genio al día siguiente?

¡Bueno! Como dice el dicho “palo dado ni Dios lo quita” el rubio siguió dándole una buena ración de besos, así como mordiscos en donde podía y cambiándola de posición en esa estrechez para que fuera más intensa la posesión.

-Te amo Hermione – Gruñó Draco mientras su rostro se volvía más rojo por el esfuerzo, su rostro estaba ya bañado en sudor

-Maldito seas Draco – murmuró Hermione – yo también te amo

-¡Oh, pequeña!

-Dámelo todo Draco, dame todo lo que tengas – Exigía

-¿Ya me perdonaste? – Susurraba Draco con voz entrecortada y casi extenuado

-S-si… si… ¡Oh, si! – Dijo primero y luego cambió de parecer - ¡No, no, no me tienes tan contenta! ¡Me dejaste! ¡Nos abandonaste!

-Perdóname nena… perdóname – suplicaba pero no deba su “labor”

-Sigue, sigue así y ya veremos si te perdono – Mascullaba la castaña mientras que se perdía en los laberintos del placer y en los movimientos expertos del rubio que hacía todo lo posible por complacerla

-¿Cuánto más falta para que me perdones? – Pedía aquel

-¡Tu síguele, síguele y ya veremos, que apenas estás acabando con mi rencor!

-¡Demonios mujer, tu quieres acabar conmigo!

-Mas te vale que me complazcas en todo, porque solo así yo te perdonaré… sigue, sigue Draco, no pares…

-¡Vas a matarme mujer! – Protestaba el rubio pero… el seguía afanosamente.

Un Dragón bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora