45: Mi vida eres tú

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Hermione sintió que su felicidad era completa y sus ojos le brillaban, cuando delante de sus padres en una maravillosa y elegante cena, el pedía su mano, Wynne había congeniado bien con la madre y padre de Hermione y ya en confianza, le decía “abuelitos”

El anillo brilló en su dedo al igual que sus ojos castaños, el diamante era enorme engarzado con oro blanco y diminutos brillantes a su alrededor, por lo menos ya estaba pedida y dada, indudablemente la boda sería pronto o si no, celebrarían hasta el bautizo de la criatura

No se le notaba mucho a la castaña aún, pero los meses pasaban rápido y de una u otra manera y la panza pronto crecería de modo impresionante, por lo que debían casarse lo antes posible. Después de la cena, regresaron a su departamento, mientras que Draco se preguntaba donde vivirían

-He pensado en remodelar la mansión Malfoy ¿Qué piensas?

-Me da lo mismo donde vivamos, siempre y cuando esté contigo…

-Esa mansión debe estar sucia y polvorienta, a lo mejor necesite muchos elfos…

-Draco…

-Si cariño, no los pienso esclavizar, solo contratarlos para que limpien, como tú lo hiciste con Winky

-¡Gracias!

Hermy llevó a dormir a Wynne, le contó un cuento e hicieron sus oraciones, luego se dirigió a su habitación, ella lucía un largo vestido dorado de seda, con adornos brillantes en su pechera, se sentía como una princesa recorriendo el largo pasillo con el vestido arrastrándolo por la alfombra

Contempló su dedo, el anillo brillaba con intensidad, su anillo de compromiso, con fecha fijada para la boda en un mes, cierto que era muy pronto, pero era para que ella entrara en un vestido decente, en el que se disimulara un poquito la pancita, sonrió y entró a la habitación

¡Ah! Claro ¿Qué mejor adorno en esa habitación que un hermoso príncipe a medio vestir? Por supuesto, Draco Malfoy se estaba quitando la camisa y ella lo contempló desde la puerta, como si fuese un Dios

Con la camisa fuera, mostrando su ancha espalda, sus músculos firmes, su piel tan blanca como una estatua de mármol, con su cintura estrecha, sin imperfecciones en esa curvatura de sus dorsales y cervicales, daban ganas de pasarle las yemas de los dedos de modo sensual

Ajeno a esos ojos castaños que lo comían, el rubio hizo un movimiento, su torso era perfecto, con un maravilloso par de tetillas sonrosaditas y un abdomen marcado por unas abdominales, un vientre plano, sin pizca de pancita, luego se quitó los pantalones y ella inclinó su cabeza admirando el trasero

No es que fuera muy prominente, pero lo que tenía le bastaba para un buen agarrón, admiró la fina curva de su trasero, enfundado en esos boxers negros, su mirada castaña se fue al frente, admirando el bulto que se le formaba ¡Ah! Tan generoso y tan trabajador sin duda

Los muslos del rubio eran delgados, pero no esqueléticos, había suficiente carne como para degustar y besar, mordisquear sus muslos internos, aquello no podía ser mas sugestivo, sus largas piernas eran increíbles y masculinas, no era muy velludo pero eso no importaba… odiaba tener pelos en la lengua

La castaña sonrió mientras le miraba caminar de un lado a otro, así, solo en los bóxers, beber un vaso de agua y revisar la correspondencia, en una de esas se volvió y descubrió a una hermosa castaña vestida como una princesa que lo miraba desde la puerta.

Se descubrió admirarla así, como una dama elegante, aunque el vestido era muggle, ella estaba hermosa, inclusive ese peinado alto atado a una fina tiara de brillantes que hacía juego con el resto de su atuendo.

-Falto una prenda – Advirtió Hermione señalando los calzoncillos y el rubio sonrió haciendo una señal de ¿Qué?

-No es Streep tease, Hermione…

-¡Que pena!

-¿No estás muy cansada?

-Nop…

-¿Te gustó tu anillo de compromiso? – Preguntó mientras la abrazaba, recorría sus manos mirando el anillo y luego su mano recorrió su cuello, sus hombros y descendió hasta su vientre

-Mucho…  es perfecto, estoy comprometida – canturreó – con el señor sangre limpia, el señor Malfoy, será mi hombre para siempre, y le daré un hijo, que tendrá sus hermosos ojos grises…

-Eso me halaga mucho, señora Malfoy

-Quítate eso – gruñó mientras jugueteaba con el elástico de sus bóxers con los pulgares metidos en los extremos y subiendo y bajando por sus caderas

-Dios mío

-¿Qué?

-Al parecer lo único que te molesta son los mareos y el vómito por las mañanas…

-Mi antojo eres tú…

-Me das miedo señora Malfoy

Ella le miró de modo gracioso cuando le bajó la ropa interior a media cadera, en el nacimiento de su virilidad y con medio trasero expuesto, Draco sonrió mirándola con cara ¡Pues ya que, mas loca no puede estar!

-Iré a cambiarme – sonrió de modo travieso y se metió al baño, en donde se despojó del hermoso vestido y se puso una elegante bata para dormir, nada sugestiva, era parte de lo que las brujas sangre limpia elegantes usaban para dormir…

Draco ya estaba recostado en la cama, envuelto en sus sábanas, sin nada debajo que lo cubriera y cuando Hermy salió vestida como una dama del siglo XVI con tanta tela encima, el alzó una ceja divertido

-Me sorprendes – Sonrió divertido

-¿Qué? ¿Por qué me ponga ropones para dormir?

-Si…

-Bien – dijo como si nada y se quito el ropón, quedando si nada… mostrando su perfecta anatomía y su pequeño vientre crecido - ¿Satisfecho, señor lujurioso?

-Mira quien lo dice – Advirtió Draco

-Ven aquí – Señaló el rubio y ella se acercó metiéndose entre las sabanas, buscando el calor de su marido, abrazándolo con pasión, con amor, con adoración y depositando besos en su rostro

-Te amo Draco

-Yo también te quiero Hermione

-¿Serás mío para siempre?

-Solo tuyo…

Se besaron del modo non santo que los dos conocían, entrelazando sus lenguas en una danza viperina, se acariciaron frenéticamente, de nuevo, besándose de manera intensa, delineando rostros, intercambiando palabras de amor, susurrando cuanto se deseaban, cuanto se amaban

En su vida Draco pensó que iba a ser tan feliz, en su vida imaginaba que la castaña sería la mujer que lo amaría de ese modo, que le daría un nuevo hijo, si ella lo quería de ojos grises, el quería que fuera de pelo castaño como el de ella, una combinación perfecta

Las manos de Draco recorrían la silueta de la castaña, pero casi de lado, sin aplastarla mucho, puesto que ya sentía como el vientre le chocaba al suyo por el crecimiento de su hijo, Hermy por su parte, también recorría la espalda y el pecho de su futuro esposo, finalmente lo único que les faltaba, era sellar su amor con su unión de varitas.

-Nunca me dejes Hermione – susurró el rubio

-Jamás, siempre serás el amor de mi vida – Respondió con frenesí

Un Dragón bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora